Apuntes de un Centinela: las propinas que Odebrecht le dio a Emilio Lozoya

15 agosto, 2017

Odebrecht, conglomerado brasileño de negocios de ingeniería y construcción, ha puesto en la mesa de acusaciones el nombre de un ex funcionario federal mexicano. Emilio Lozoya Austin, quien dirigiera Pemex de 2012 a 2016, recibió en tiempos de campaña peñista 3 millones 140 mil dólares a una empresa fantasma (offshore), en las Islas Vírgenes, más otras dádivas que sumarían 10 millones de billetes verdes.

Tres millones los obtuvo cuando prestó sus servicios en 2012 como coordinador de vinculación internacional en la campaña del actual presidente, de acuerdo con datos rescatados por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad. Estos depósitos funcionaron como sobornos a políticos latinoamericanos y fueron realizados desde la isla de Antigua.

Pero en 2011 y bajo la misma cuenta de depósito, se transfirió un millón de dólares a otra compañía (offshore) en Poza Rica, en la que participan prestanombres vinculados al entonces gobernador de Veracruz, Javier Duarte.

Ahora bien, Javidú y sus secuaces tienen mucho que ver ya que la empresa que se asentó en el estado, Blunderbuss Company SA de CV, tuvo la libertad de quedarse bajo la mirada de Luis Alberto Meneses Weyll, ex director de Odebrecht en México, quien dijo que Lozoya había pedido 5 millones de dólares como retribución al ayudarlo a posicionar la compañía en el estado, donde colocó su base de operaciones.

Todo el dinero recibido por Emilio Lozoya provino de la División de Operaciones Estructuradas de Odebrecht, famosa por financiar campañas políticas en el continente: El Salvador, Venezuela, Brasil, República Dominicana y Panamá, entre otros no declarados oficialmente como Colombia y Perú.

Los números están expuestos y las acusaciones lo confirman. Lozoya Austin recibió dinero a cambio de favores en la red de corrupción que tejió Odebrecht; que, si bien ya he especificado una parte, se dice que también recibió propinas por ayudar a obtener contratos de obra pública como la refinería en Tula, Hidalgo.

¿Quién no quisiera tener un amigo como Emilio Lozoya Austin? Otorgaba a placer beneficios en su periodo como director general de Petróleos Mexicanos y era un grandioso seguidor de las actividades priistas; no obstante, desapareció de actividades públicas desde enero, por ejemplo, el 27 de ese mes fue su última actividad en Twitter y apenas este fin de semana publicó una carta para defenderse de las acusaciones de Odebrecht. Raro, ¿no?

Ojalá Emilio Lozoya Austin acate los lineamientos que como servidor público le exigen transparencia en sus actividades fiscales y económica porque, de comprobarse los delitos, asumiría una pena muy alta por omisión de declaraciones y lavado de dinero, pecados constantes en la política mexicana. Esperamos que se le juzgue como a Marcelo Odebrecht y compañía en Brasil, pero México es la tierra donde a los funcionarios no les pasa nada más que dinero, dinero, dinero y privilegios.

Mientras tanto, Lozoya demandará a las personas que publicaron “acusaciones sin sustento” en su contra, además de que a su abogado ya le dijo que no conoce a quienes lo inculpan. A ver si al ex director de Pemex no se le olvida retractarse de comprobarse sus nexos con lavado de dinero y enriquecimiento ilícito. Por cierto, no lo estoy incriminando, no me vaya a querer demandar…

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