Apuntes de un Centinela: A 50 años, nunca más un 2 de octubre

2 octubre, 2018

¿Qué pasó el 2 de octubre de 1968? La pregunta más larga que en cinco décadas no ha tenido respuesta. Solo sabemos que fue una de las masacres que dieron luz al despertar de las siguientes generaciones.

Tlatelolco se ve desde muchos ángulos con manchas de sangre que el autoritarismo no ha podido limpiar. Ni quitar las placas y materiales referentes a Díaz Ordaz pueden cerrar ciclos. No ahora, en 2018, cuando vuelven a las calles los estudiantes de la UNAM, el IPN, la UAM.

Y esta salida a las avenidas y marchar en silencio no solo es para “conmemorar” la matanza del gobierno de Díaz Ordaz y orquestada por Luis Echeverría desde la Secretaría de Gobernación.

Hoy la exigencia parte de la maldita inseguridad y nula respuesta de cualquier gobierno en cinco décadas para preservar el espíritu de las generaciones más jóvenes. No solo recordamos los incuantificables asesinados en la Plaza de las Tres Culturas, exhortamos a que nunca más el Estado elimine a la raza.

En fechas, hace cuatro años “presuntamente43 normalistas fueron asesinados. Tampoco se sabe por qué o quiénes los “desaparecieron”, según el gobierno mexicano, aunque las investigaciones gritan una verdad no aceptada por Peña Nieto, Osorio Chong, Murillo Karam… como en aquel 1968 con Díaz Ordaz, Echeverría Álvarez…

La historia tiende a repetirse si no se aprenden las lecciones. Y no solo los estudiantes están para instruirse, para un control mental donde no pueden opinar. También tenemos el derecho a expresar que no nos gustan las formas que nos tratan en las aulas, que se replica más agresivamente en las calles.

Ya basta de la ultraviolencia innecesaria, de salvar nuestros traseros entre nosotros. Temerosamente no lo podemos hacer más, porque entonces nos volvemos victimarios al tomar las armas, nuestras voces que exclaman justicia. No queremos más porros pagados por el Estado, quien debe abrir los ojos y destapar los oídos. Aparentemente existe una transición encaminada a la verdad.

Duele que la realidad de la juventud no cambia en cinco décadas. Lo que sí hizo diferencia es no contar con mayor participación docente, como si fueran reprimidos desde la cúpula alta de las instituciones educativas. ¿Será valemadrismo? ¿Miedo a represalias? ¿A repetir 1968?

La falta de poder minimiza la fuerza de las voluntades que han sufrido, pero algunos líderes “traicionaron” al movimiento del 68. Gente incluso que perteneció al Consejo Nacional de Huelga (CNH), y presos en Lecumberri hasta 1971, hoy tienen una curul o puesto de gobierno.

Califiquen ustedes a Pablo Gómez, por ejemplo, quien también participó en “El Halconazo” de 1971, y hoy –como en toda su carrera– ha transitado por la izquierda política. Será para el nuevo gobierno uno de los principales aliados de Andrés Manuel López Obrador.

Hasta Graco Ramírez fue un activista político desde los 19 años y apenas dejará la gobernatura de Morelos en los pies de Cuauhtémoc Blanco.

Pero solo se quedaron conformes como políticos para empoderarse sin pensar en las siguientes generaciones.

Hoy, 2 de octubre de 2018 exigimos al Estado que la justicia sea para todos, sin presos políticos y respuestas tangibles, no “verdades históricas” que no las sustentan ni sus madres.

Salve a los mexicanos que este año no tenemos Juegos Olímpicos, si no, ¿la historia se repetiría?

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