Daniel CallejasFuncionarios del gobierno de Claudia Sheinbaum participarán en la marcha de conmemoración por el 51 Aniversario de la represión del Movimiento Estudiantil de 1968. La jefa de Gobierno de la Ciudad de México enviará a 12 mil trabajadores para garantizar un “cinturón de paz” en las marchas y manifestaciones en la capital.
Esto, para que no se presenten actos vandálicos, como pintas a monumentos o daños a las rejas de la Catedral, tal como sucedió en las manifestaciones del 28 de septiembre (a favor de la legalización del aborto) y del 16 de agosto (en contra de la violencia de género).
En ambas se infiltraron encapuchados y encapuchadas que vandalizaron las calles por las que pasan las marchas, con el claro objetivo de desvirtuar los movimientos y quitar la atención de las causas por las que se toman las calles. En esos casos, las autoridades de Sheinbaum y la Secretaría de Seguridad se quedaron mirando, como si hubieran pactado desprestigiar las exigencias de la ciudadanía.
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El gobierno de la doctora Claudia dijo una vez que “no caerán en provocaciones”, y que estos grupos anarquistas “están buscando la violencia como respuesta”. Pero parece que se pusieron de acuerdo, insisto.
Bueno, los 12 mil funcionarios estarán cuidando la manifestación convocada para este 2 de octubre, aunque no dieron a conocer algún protocolo de acción por si algo sale de lo establecido. Y seguramente pasará, porque será complicado que de un día a otro desaparezcan los encapuchados que dan la nota para que los medios también callen y dejen de lado la conmemoración principal.
Nos ha pasado tanto, que normalizamos los actos violentos con infiltrados y ajenos a las manifestaciones que exigen derechos, seguridad o que al menos alguien escuche. Pero a la doctora Sheinbaum le interesa más que no la molesten con que -otra vez- encapuchados vandalizaron actos públicos. ¿De veras escuchará las protestas?
De hecho, Félix Hernández Gamundi, integrante del Comité 68, hizo un llamado a los contingentes en la marcha del 2 de octubre a manifestarse de forma pacífica y sin cubrirse el rostro.
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De tal manera que los actos vandálicos difícilmente vienen desde adentro de los colectivos, lo que nos da una teoría que se sostiene en estas líneas… ¿Los manda el gobierno de la Ciudad de México a falta de granaderos? ¿Con granaderos no habría vandalismo? ¿Los actos vandálicos sirven para desvirtuar las exigencias reales de la ciudadanía, para justificar lo que pasa día a día a los ciudadanos de a pie?
Las respuestas las tendremos el jueves 3 de octubre por la mañana, cuando las notas otra vez hablen de monumentos grafiteados, cristales rotos y petardos en Tlatelolco.
Aquella vez, hace 51 años, los medios de comunicación tuvieron una cobertura vergonzosa, oficialista y, en una de esas, cómplice del gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz. Ahora habrá que esperar qué dictarán las líneas editoriales.
