Karriem Riggins, justo en la intersección del jazz y el hip hop

27 marzo, 2017

Karriem Riggins, baterista jazzero y hip hopero de Detroit ha sacado un nuevo disco, su segundo. Para comprender mejor su sonido, hemos hablado sobre los primeros pasos de su carrera: Jazz Ahead, el trío de Ray Brown y su amistad con J Dilla.

Para entender a fondo la música de Karriem Riggins es necesario estar en un estado de meditación… De meditación hip hop: sentir el vacío, ser consciente del vacío y ser uno con él, sin pensar en nada. No es como tener la mente en blanco, es tenerla concentrada como un láser sobre la única verdad posible: el ritmo; y mover la cabeza de atrás hacia adelante, sin dejar de sentir el beat.

El díptico que hasta ahora compone su discografía no es como una música que se ponga para hacer ambiente. Por el contrario, son materiales que le exigen al escucha toda su atención, toda su capacidad co-creadora. Y es que tanto Alone Together (2012) como Headnod Suite (2017) parecen tener algo de inacabados, de incompletos… Espacio que sólo puede llenar el espectador con su experiencia sobre lo escuchado. Muchas músicas coexisten en la de Karriem Riggins, y por lo tanto, es mayor la responsabilidad del escucha: hilarlos, descifrarlos, decodificarlos…

Karriem Riggins es un jazz cat de Detroit, Michigan; hijo de Emmanuel Riggins, el tecladista de largo aliento de Grant Green, con quien grabó al menos tres discos para la Blue Note (Green is Beautiful, 1970; Visions, 71; y Shades Of Green, 72) su carrera, la de Karriem, inició precisamente ahí: en el pequeño estudio que su padre compartía con el guitarrista. Desde temprana edad tomó las baquetas y practicó sus ritmos al lado de los grandes. Ya en la preparatoria, empezó a producir sus primeros beats de hip hop, al tiempo que estudiaba música en la Southfield High School.

Según las propias declaraciones de Karriem en entrevistas, alrededor de esos años conoció a Gregory Hutchinson, el baterista de planta de la legendaria banda Jazz Ahead, de Betty Carter. Gracias a él, a y su instrucción, Karriem se inició en las intricadas lecciones de la síncopa y el color, del control, el dinamismo, y la iluminación del ritmo.

Después, el mismo Greg le daría a Riem la pescozada y el espaldarazo. En una noche de fumes, Greg le dijo: “oye, Riem, ¿sabes una cosa? Voy a hablarle a Betty de ti, le encantarás”. Tiempo más tarde, Betty Carter llamó a la casa de los Riggins para comunicarle a un Karriem de 17 años que era el nuevo miembro de Jazz Ahead.

Dos años estuvo on the road con un set de muchísimos músicos, interpretando piezas de todo el repertorio, hasta que llegó a Nueva York, la Mecca. Era más o menos el año de 1994; Greg Hutcherson dejó Jazz Ahead para instalarse en el trío de Ray Brown, mientras el joven Riggins dormía en pisos, hoteles pobres y rancios, a la caza de los gigs jazzeros de la Gran Manzana: toquines de Roy Haynes, Elvin Jones, Greg Hutchinson. Así estuvo cuatro años.

Hasta que un día de 1998 recibió una llamada de su amigo Greg: “Oye, Riem… Voy a dejar el trío de Ray Brown… ¿te interesa tomar mi lugar? Voy a dejarte todo el libro de composiciones, si te interesa, apréndelo y es tuyo”.

“Así que me aprendí todo el libro. Semanas después Ray Brown llamó preguntándome si estaba listo. ¡Pues claro que estoy listo! Tocamos todo el libro en una semana y grabamos cada show. Me quedé con ellos”.

Pero la carrera del Riggins tiene, como decíamos, otra cara. En realidad, nunca dejó el hip hop. Desde siempre había jugado con la caja de ritmos electrónica, pero no fue hasta 1996 cuando plantó su primera producción: la “Pop’s Rap, Pt. 2 / Fatherhood”, del One Day It’ll All Make Sense de Common.

En ese mismo año conoció a J Dilla, en un spot llamado The Shelter, donde House Shoes ponía las tornas. Después de tragos, fumes y charlas, Dilla invitó a Riggins a producir la canción “2U 4U”, del Fantastic. Vol.2.

Con este crew de músicos y raperos todo el nuevo milenio estaría trabajando. Produjo tracks en el Like Water for Chocolate (2000) de Common, se encargó de todas las percusiones del Welcome 2 Detroit (2001) debut de Dilla, y lo demás es historia. Basta entrar al sitio oficial del Riggins, y darle un vistazo a su discografía, que salta del jazz al hip hop (desde The Roots, Slum Village, Ray Brown, Gilles Peterson, las dos Amerikhas de Badu; el grueso del Medicine Show de Madlib, hasta Diana Krall, Kaytranada, Kanye West), para convencerse de la versatilidad y gran tamaño del músico.

Finalmente, en el 2012 vendría su debut, el Alone Together. Un material que, como decíamos arriba, tarda en ser comprendido por completo. Compuesto de 34 canciones, aunque sólo 53 minutos de duración, escucharlo de principio a fin es una ardua tarea, que requiere la máxima concentración. En parte porque su belleza obedece al apotegma de que “menos es más”, y en parte porque en el fantástico universo de 8 bits del Riggins, todo cabe. El Alone Together es un oxímoron: Solo/Acompañado. Como un monstruo de dos cabezas, hay en este disco por igual funk, jazz, música tropical, beats alienígenos y canto africano, todo concentrado en rolas de 40 segundos, un minuto, dos minutos y medio. Sonando a veces una batería acústica, otras un MPC 5000, otras un harpiscordio, siendo la máxima de todas: el performance. La ejecución del ritmo es lo más importante en el Alone Together, y sobre ella tiene que concentrarse el escucha a toda costa.

Ahora que, si el escucha quiere tener el viaje completo, la opción es fumar marihuana. Toda una lógica pacheca impera en los materiales del Karriem Riggins. Escúchelo el lector si no. En cualquier servicio de música streaming encuentra usted éste y el nuevo material: el Headnond Suite (2017), otra pieza maestra.

Sus 29 tracks colisionan de nueva cuenta toda la creatividad y punch del hip hop, con la libertad y belleza del jazz. El resultado: una energía pura que emana en olas delicadas por los altavoces. Samples de Dilla, rimas de Common, scratches, y versos de Jessica Care Moore conviven en la suite del cabeceo; manteniendo la forma de piezas musicales breves, contraposición y reexposición de los motivos musicales, al final de la pieza. La poética del Riggins tiene mucho de barroco, es como el Johann Sebastian Bach del hip hop. Tiene mucho de dramático, como si una historia se estuviera contando dentro de estos materiales. Basta para convencerse, escuchar los tracks con que cierra sus discos: “J Dilla The greatest” en el primer álbum, que retoma el beat de “Rico Suave Bossa”, del Welcome 2 Detroit, y lo recompone a manera de réquiem; y la “Outro”, en el segundo disco, que culmina hermosamente con arreglos de flauta y teclados. Ambas piezas son como un cierre de telón, ante las cuales el escucha no puede mantenerse indiferente.

Estos elementos hacen que el músico de Detroit sea una auténtica piedra angular del jazz y el hip hop. Desde siempre estos géneros han estado juntos: éste es consecuencia de aquel, pero en las manos de Karriem adquieren una nueva hermandad. Todos los raperos y jazzeros que acompañan su generación son testigos y participes de ello; pero Karriem auténticamente levanta la mano para decir: aquí hay uno que está justo en la intersección, lugar donde rompen las aguas.

“Siempre creí que los géneros sangran juntos, viven juntos, pero convivir y aprender de estos dos mundos míos, fue lo que otorgó identidad, mi dirección y mi sonido”. Karriem Riggins

 

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Licenciado en Creación Literaria por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Ha trabajado en medios especializados del sector eléctrico, y sus colaboraciones se han publicado en El Universal, La Jornada, y suplementos como La Cultura en México.

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