La Revolución Rusa: a 100 años de la rebelión de las masas

26 octubre, 2017

El 25 de octubre se conmemoran 100 años de uno de los acontecimientos más importantes y trascendentes del siglo XX, la Revolución Rusa; suceso con el cual, por primera vez en la historia, las ideas marxistas se materializaban con la llegada de los bolcheviques al poder, conformando así a una de las potencias más sobresalientes del siglo pasado, la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

Sin embargo, el camino no fue nada fácil, y para conocer más sobre el tema, en FrojiMx traemos este reportaje especial con el motivo del centésimo aniversario de los diez días que estremecieron al mundo.

Los estragos del zarismo

Mientras en el siglo XX la mayoría de las potencias Europas habían terminado con los regímenes absolutistas, en Rusia, la dinastía Romanov cumplía 300 años en el poder; por otra parte, el retraso industrial impedía la modernización del ejército y dificultaba el crecimiento económico debido a que las técnicas para usadas para trabajar las tierras resultaban muy arcaicas.

Además, pese a que la esclavitud había sido abolida en 1861, la mayoría de la población era pobre y moría a causa del hambre, así como de las enfermedades.

La crisis en la tierra de los zares era visible en todos lados, menos para el Zar Nicolás II, quien junto a su familia disfrutaban de una vida tranquila y ostentosa, en contraste, después de la fatídica guerra contra Japón, Rusia había comenzado con un proceso de modernización en diferentes sectores industriales, de esta manera, la migración del campo a la ciudad no se hizo esperar, sin embargo, las condiciones de los obreros continuaban siendo deplorables.

Foto: Rbth

Cualquier inconformidad e intento de huelga era aplastado de inmediato por la mano dura del Zar, quien, en el mejor de los casos, exiliaba a los presos políticos en Siberia bajo condiciones de vida inhumanas, sin embargo, ante el estallido de la Primera Guerra Mundial, el Zar decidió declararle la guerra a Alemania y Austria-Hungría, despertando en la población rusa un patriotismo que dejó a un lado las diferencias y unió al ejército con el pueblo para combatir en agosto de 1914.

Foto: RT

El comienzo de una nueva era

Aunque se esperaba un papel destacado de Rusia en la Gran Guerra, la falta de insumos y las condiciones de su armamento e indumentaria provocaron el deceso de millares de efectivos, de esta forma, tanto civiles como miembros del ejército le exigían al Zar poner fin a la guerra, empero, Nicolás II se negó a dejar el campo de batalla.

Mientras tanto, en febrero de 1917, en San Petersburgo los manifestantes abarrotaban las calles para exigir la renuncia del Zar, tanto las tropas zaristas como el resto de la sociedad concordaban en que era necesario un cambio estructural que regresara la paz a la nación eslava, frente a los motines, obreros, campesinos y soldados conformaron pequeños soviets (consejos) para establecer un nuevo gobierno provisional, con la presión de los aristócratas, Aleksandr Kérensky llega al poder y el 2 de marzo el Nicolás Segundo abdica.

Foto: LIT-CI

En medio de la revolución de febrero, el dirigente del partido bolchevique, Vladímir Ilich Uliánov, mejor conocido como Lenin, regresó del exilio para hacer frente al gobierno de Kerensky, bajo el estandarte de los postulados marxistas.

Lenin intentaba convencer a los trabajadores y soldados rusos para derrocar a la burguesía y terminar con la guerra.

Foto: Reproducción

Pese a la instauración del nuevo gobierno, la estructura antigua se mantenía vigente, Rusia no abandonaba la guerra y la familia del Zar junto a sus súbditos continuaban teniendo privilegios, los cambios esperados no llegaban y el discurso de Lenin convencía a más sectores de la sociedad rusa, los obreros y campesinos esperaban la repartición de tierras.

No obstante, el gobierno provisional de Kerensky se negaba a convocar a una Asamblea Constituyente, por tal motivo, los bolcheviques y soldados preparaban asentar un golpe de estado, los primeros dirigidos por Lenin y León Trotsky y los segundos por Lavr Kornilov, siendo este segundo infructuoso.

De esta forma, el 25 de octubre de 1917, a las 10:30 de la noche, el crucero Aurora inició los ataques hacia el palacio de invierno, señal con la cual, obreros, campesinos y soldados tomaron las calles de San Petersburgo; de inmediato surgió una guerra civil entre los bolcheviques y simpatizantes del régimen antiguo, sin embargo, fue el proletariado quien logró consolidar su lucha y de esta manera comenzaría la historia del primer país socialista del mundo.

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 El legado de la Revolución Rusa

Con el motivo del centésimo aniversario de la revolución de octubre, entrevistamos al profesor de la FES Acatlán, Marcos Marín Amezcua, maestro en Estudios México y Estados Unidos por la misma facultad y doctorante de Historia en la Universidad de Huelva e Iberoamericana.

Para el académico de la UNAM, el principal logro de la revolución de octubre fue “crear en el hombre la conciencia de que el cambio tiene que partir de él”, debido a que la revolución de octubre sabía qué se tenía que modificar y apostaba por nuevos planteamientos que incitaron a crear nuevas conciencias y nuevas formas de entender el mundo.

Aunque en diversos países se festeja el centenario de la revolución, en Rusia los festejos se perciben deslucidos, el catedrático asegura que esto se debe al fracaso que llegaron a tener algunos planteamientos de esta revolución: “Si hoy existiera la Unión Soviética, posiblemente hubiera un gran despliegue, sin embargo dado su fracaso, la revolución rusa no se muestra tan triunfal como parece, no obstante, quienes vivimos en la era soviética recordamos que las celebraciones eran de un despliegue brutal”.  

Marcos Marín Amezcua, Foto: Reproducción

Sin embargo, Marcos Marín Amezcua considera que el festejo de la revolución mostraría al mundo el poderío de Rusia, ya que, a diferencia de la contemporánea revolución mexicana, hizo de Rusia una gran potencia: “a diferencia de los efectos de la revolución en México, la revolución rusa convirtió a la Unión Soviética en la segunda potencia mundial, la carrera espacial, la carrera nuclear y la alfabetización de millones en un territorio gigantesco son méritos admirables”.

Al cuestionar sobre el panorama actual del socialismo, el catedrático afirma que “El socialismo teórico está vivo y sigue siendo útil en ciencias sociales para explicar fenómenos, el socialismo vivo fracasó en muchos lugares, incluida Rusia, pero sigue siendo un ideal porque la idea del hombre nuevo como lo planteó, sigue siendo la idea de un hombre no dominado y reclamante que puede y debe exigir sus derechos”.

Además, el profesor sostiene que hoy en día la izquierda que soporta algunas ideas socialistas, tiene el reto de ser más atractiva ante el modelo capitalista que domina en la actualidad, empero, Marcos Marín Amezcua asegura que esta situación depende más de los hombres que de las ideas, “alguien que logre gobernar con el socialismo en la mano no puede volver a ser un Stalin, un Lenin o un Fidel Castro, tiene que inventarse algo novedoso que nos permita decir, eres mejor de lo que tenemos en el capitalismo, sin embargo, de momento no lo hemos visto, cuando con el socialismo en la mano nos sale un Hugo Chávez, yo en lo personal digo, no gracias ”.

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Al preguntarle sobre la influencia que tuvo la revolución rusa en México y América Latina, el académico de la UNAM remarca que su influencia fue basta en el nuevo continente, convirtiéndose en una gran referencia: “América Latina vio que se podía cambiar a la iglesia, al capitalismo y a la burguesía local, pero también vieron el reparto agrario, la alfabetización, la cientificidad del conocimiento y la idea de poder avanzar en la tecnología, particularmente México fue muy demandante y amigo de la revolución rusa, sobre todo por personajes ruidosos como Diego Rivera y Frida Kahlo, gente que proyectaba la idea de que todo el país podía cambiar ”. 

Por último, Marcos Marín Amezcua concluye con los legados de la Revolución Rusa:

El mayor legado fue haber sacado a Rusia de la edad media con el zarismo, haberle dado a Rusia un nuevo empuje como potencia y sobre todo la visión científica de las cosas, reclamar desde el socialismo que las cosas se vean analíticamente sin dejos religiosos y con la capacidad de indicar cuales son los factores reales en cualquier cosa que haga la humanidad”.

  

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