Paseante inerte

12 mayo, 2017

¿Te has sentido perdido?, cuando caminas hacia cualquier lado ¿sin algún motivo?

Me sucede justo ahora. Las horas no transcurren y el viento se lleva poco a poco los pensamientos positivos. Camino a lo largo de un sendero infinito, observando cómo la gente da sus pasos a mí alrededor, sin embargo, todo es normal, nada se ha transformado.

¡Paciencia!, grita mi inconsciente al unísono que un copo de nieve resbalaba sobre mi hombro

No tienes por qué abnegarte. Si lo que sientes es confuso, el tiempo no se detendrá para que tomes una decisión correcta.

Pero era imposible, no podía dejar de pensarlo; no era correcto empezar a ser dependiente de la conexión entre su voz y su melodía, era como poder realizar una suave poesía contemplando tan sólo sus ojos cohibidos; donde aquellas pupilas embusteras muestren su verdad plasmada en una canción esplendorosa. Era engañar a lo presente.

Crucé sin demora las torres de aquella calle que llevaba por nombre de presidente, mientras aquél pensamiento no dejaba de resonar en mi mente, la taladraba, la poseía, la manipulaba tratando de infiltrarse en mis deseos.

Sabía perfectamente que era lo que «él» esperaba conseguir, era su fin, sin embargo yo no debía caer ante esa perfección absoluta, no podía dejarlo entrar a la inestabilidad en la que ahora se encontraba mi mente. Era listo, sabía cómo envolverte en sus palabras consiente-inconscientemente…

Me detuve mirando a la nada tratando de entender que sucedía. Cerré mis ojos un momento sintiendo cada pedazo de cielo caer sobre mi cabeza, mi nariz tornándose fría y mis pómulos resintiendo el viento que a su vez, quería traspasar sobre mí para congelar cada centímetro de piel.

Y ahí fue donde todo cambio, lo sentí tan cerca de mí, en mis pensamientos, susurrándome las misma palabras que ya de memoria había aprendido. Podía verlo con los ojos cerrados, podía encontrarme en sus pupilas resignándome al silencio.

¡Dejame en paz!, grité tomando la atención del público presente a mis alrededores. Quería correr, desplazarme a cualquier lugar, pero mi ser permanecía inerte; era la adrenalina de enfrentarlo, de saber cómo era, de que abriera cada parte de mi ser sin piedad, sin nostalgia… que pudiera poseerme sin encontrar nada a cambio, porque era lo que él quería, para eso me había buscado por tanto tiempo, deseaba desgarrarme, sangrarme, doblegarme al dolor por placer del sufrimiento.

Él seguía ahí, estaba preparada para su presencia en mi suerte vehemente ¿El poder? tenía demasiado para tentarlo a que se acercara, incitarlo a que me provocara ¿Miedo?, no lo tenía, de eso él se alimentaba. 

Cuando lo enfrentes lo primero que debes pensar es que ya estás muerta, el miedo no te sirve de nada. La muerte será tu mejor aliada

Lo sabía, tenía que lograrlo, solo me encontraba a la espera de su regreso

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Si fuese un personaje de película, sería esa chica que no para de beber café, se despierta con jazz por las mañanas y vive sumergida en Florencia
Comunicologa organizacional. En mis ratos libres soy la Mujer Maravilla

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