Frida MendozaYa sea por convicción o por trabajo, tratar de estar lo más pendiente que se pueda de la información actual y de las noticias relacionadas a la violencia de género es una constante en mi vida. Otra constante es la resaca que deja ver leer sobre feminicidios, mujeres desaparecidas, víctimas de violencia… o la represión.
Apenas el fin de semana, unos familiares se encontraban con un bloqueo en la carretera por una protesta que, además de pedir la pronta aparición de Araceli, en Hidalgo, exigían que se publicara la ficha de búsqueda.
Entre el desgaste que un viaje implica quedó la resaca de pensar que, aunque fuera más tarde de lo esperado, estarían sanos y salvos, mientras otras personas seguirían con la angustia de no saber dónde está la joven de 26 años.
La resaca más reciente fue por la represión del lunes en una protesta contra dos feminicidios en Quintana Roo. Recuerdo que el lunes por la noche, mientras leía antes de dormir, una de las imágenes que se me quedó grabada fue una publicación de Bianca Alexis Alvarado que expresaba su miedo de salir de casa y no volver a ver a su mamá junto a varias fotografías de ella, ahora póstumas.
¿Hay racismo y clasismo en la agenda pro aborto?
Evité compartir esa publicación por el escalofrío de que mi mamá lo viera y por compartirle ese miedo. Luego vi los videos.
Tal como en cientos, si no es que miles, de casos de feminicidios en el país, colectivas, familiares, madres y amigas se congregaron a protestar y fueron desalojadas a balazos por la policía, que hasta la fecha el gobernador Carlos Joaquín, la alcaldesa y la policía han condenado los hechos aventándose la “bolita” de quién dio la orden de reprimir.
El colmo del terror es exigir justicia en un país feminicida y ser tratada con ese desprecio por las autoridades.
Quintana Roo no es un caso aislado, la Ciudad de México, Estado de México, Sonora y Chihuahua han sido otros estados escenarios en los que, si bien no se ha respondido con balas, sí ha habido gas, toletes, patadas y golpes contra las que se cansaron de callar y llorar y a la rabia no la detiene ni la pandemia.
El terror y la realidad de la violencia que vivimos se han metido en cada poro, e incluso, hasta los sueños. Después de caer en cuenta con todo lo anterior, llegó la hora de dormir y a mis sueños apareció una imagen: me disparaban, me llevaban herida y también herían a mi mamá. Sentir la angustia y el miedo aún lo tengo presente y por fortuna, sólo fue un sueño.
Sin embargo, esta fortuna no la viven muchas y el sueño es una realidad.
Fiscalía del Edomex pierde tres de cada 10 casos de homicidio
Aunque las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) reflejan que de enero a septiembre de 2020 se han registrado 704 carpetas de investigación por feminicidio (2.57 en promedio al día), muchos casos no son clasificados así y según distintas organizaciones la cifra ya ronda entre 10 y 11 mujeres asesinadas al día.
La violencia familiar de la que tanto se ha hablado y poco se ha solucionado no deja de ser alarmante tampoco, pues mientras que enero inició con 15 mil 851 casos, para septiembre las denuncias ya rebasaban las 20 mil carpetas y hay un acumulado de 163 mil 868 casos en nueve meses.
Resaca también es saber que dentro de esas carpetas podría haber estado la de Liliana Nancy de Zacatlán, Puebla, quien quiso denunciar a su pareja por una golpiza y su caso fue desestimado. Meses después, la mujer de 36 años fue asesinada junto a su hijo de 8 años.
En Edomex el aborto es más perseguido que el feminicidio
Casos y ejemplos sobran y lo desesperanzador es que mientras se teclea esto, una mujer más desaparece, es víctima de violencia en su hogar o es asesinada por el hecho de ser mujer.
Disculpe usted lo desesperanzador del texto, estimadx lector, es que no dormí bien…
Las seguiremos nombrando, no son cifras.
