Rompan todo: reencontrarnos con el rock

29 diciembre, 2020

Diciembre, despierto y como es costumbre reviso las redes sociales; tanto Instagram como Facebook se llenan de estados que comparten lo más escuchado en Spotify durante su año.

Mi playlist es encabezada por Bad Bunny y notó que este aparece más entre mis amistades y es curioso porque recuerdo que en sus primeros años de carrera todos lo miraban hacia abajo, como lo peor dentro del género urbano, pero todo cambia y la inmediatez de las redes sociales se ha encargado de posicionarlo y, como él, muchos exponentes del género han roto barreras para desprejuiciar. 

También a principios de diciembre, Netflix anunciaba la serie documental Rompan Todo con un cartel en rojo que destacaba nombres como Café Tacvba, Soda Stereo, Los Prisioneros y hasta Maná y Mon Laferte. 

La intención era señalar el camino que dicha producción recorrería en la historia del rock latinoamericano, pero no era tan emocionante, porque ¿Quién iba a hablar de rock cuando algunas de las bandas que aparecen ya no existen o ya perdieron fuerza con los años? Pues nada más y nada menos que Gustavo Santaolalla puesto ahí por el creador Nicolás Entel y la dirección de Picky Talarico.

Los puristas rockeros dieron el grito en el cielo cuestionando cuantas de esas bandas eran “rock”, a cuáles les quedaba grande la etiqueta del género o quiénes estaban ausentes en dicho documental. 

En realidad, es la misma discusión de siempre, los encuentros generacionales que a través de las redes sociales defienden sus posturas y tratan de justificarlas como si un argumento pudiera reinar y calificar qué es mejor. 

Sin gran expectativa vi el documental tratando de alejarme de los comentarios que desacreditan el trabajo de otros. 

La entrada de Alex Lora no era sorpresa porque es bien sabido que él es testigo de la evolución musical del rock, pero el ver a Javier Batiz me emocionó porque recordé verlo como un ídolo de la guitarra y que asistir a una sesión de él en TV Azteca fue uno de los encuentros musicales más grandes que he tenido. 

En la era donde todos podemos compartir opiniones y lanzar textos largos para sobreponernos, Rompan Todo nos da un recorrido por donde ese privilegio no existía y la música nacía de la contracultura, creaba representaciones y formaba comunidades que al final del día eran reprimidas, pues sus discursos no quedaban con el sistema y se veía un peligro si la juventud gritaba “¡Tenemos el poder!”, durante un festival de rock.  

Rompan Todo
Foto: Netflix

Abordar la música es un tema complejo porque no solo se valora por su complejidad en la técnica de composición o interpretación, en las últimas décadas también se toma en cuenta su producción y capacidad de venta, puesto que la industria la convierte también en un producto. 

Rompan Todo nos recuerda que el rock no es solo eso, que tiene un trasfondo socio histórico y que, si este género es tan importante, lo es porque se trasformó junto con el mundo y Latinoamérica vivió una ola de cambios políticos a los que la juventud respondía. 

Repasar un poco de historia y voltear a ver los movimientos estudiantiles en México, la dictadura de Pinochet en Chile o cómo repercutió la guerra de las Malvinas para la música argentina, nos da cuenta de que la fuerza del rock no surgió de la nada y que la evolución del mismo incluye varios factores, como la misma asimilación que hizo la industria de este hasta homogenizarlo como un producto al que llamó “rock en tu idioma”. 

Claro que faltaron nombres, que hay personajes que merecen mucho más espacio y que, lo que se presume fueron más de cien entrevistas, no satisfacen al público en seis capítulos. 

¿A cuántos han leído que se quedaron con las ganas de ver a Caifanes? ¿Cuántos han salido a abogar por los pocos minutos que dieron para mencionar a Rockdrigo González?  

Sí, Caifanes con el álbum “El Silencio” disputa las listas de los mejores discos de rock en español junto al “Re” de Café Tacvba ¿Y Rockdrigo? Él no pudo entrar a la gran industria, pero fue un personaje inigualable, respetado y admirado por muchos de los que sí entraron a las grandes disqueras, una figura que junto con el movimiento Rupestre merecía más, pues también fueron narradores de la realidad socio política en México. 

Netflix dio espacio a Entel y Talarico para contar la historia detrás de, y es un buen material porque no solo expone el trasfondo de la música en un país, sino que nos habla de cómo la música unió a distintas generaciones a través de posturas y sentimientos compartidos ante la realidad que tocaba vivir en ese momento, que la fuerza que tomó este movimiento fue gracias al mutuo apoyo entre exponentes y los discursos que empatizaban con la realidad de los oyentes que buscaban representaciones y nuevas identidades en un mundo que no era estable, que parecía que se levantaba y de nuevo caía. 

¿Y el rock donde está en estos momentos? Dicen que probablemente esté hibernando y que en algún momento resurgirá con la fuerza que lo caracteriza. 

También se habla de que es dinámico y que se transforma. Podemos ver que hay más aperturas a la integración de ritmos si lo queremos ver desde la parte meramente sonora, que la capacidad de producción técnica ahora es mayor y que estos recursos dan paso a más experimentación. 

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Por otra parte, se debe tomar en cuenta que ahora la evolución musical no es autónoma como pareciera, pues el rock se convirtió en parte de la cultura popular en el momento que la industria lo asimiló, y es por ello que “el rock de ahora ya no es lo de antes”, porque ahora se apela a lo individual y lo que pueda ser comercial, no a la colectividad de representaciones sociales. 

Sin embargo, la creación de discursos responderá a contextos que son el reflejo de la diversidad y multiculturalismo en el que se desarrollan. 

El ejemplo más claro es que se le da paso a la mujer a tomar los espacios que abrieron figuras importantes como Julieta Venegas, Andrea Echeverri o Rita Guerrero. De igual forma, los prejuicios se acaban, nadie está encasillado en nada. 

Rompan Todo se visualiza como una invitación a redescubrir la música, a valorarla en su recorrido socio histórico y claro, a elevar las reproducciones de quienes aparecen en el documental, pero me pregunto ¿Con cuánto de lo bueno nos quedaremos antes de estallar por el protagonismo de alguien o por subir nuestros egos de quién sabe más? 

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