Tiroteos en masa en los Estados Unidos

Los asesinatos en masa se han ido convirtiendo en una rutina en los Estados Unidos, y a pesar de que no existe una definición universalmente aceptada de “tiroteo masivo”, el más usado está definido con relación al número de muertes (cuatro o más). Entonces, y siguiendo esta definición, entre 1966 y 2016 hubo 127 tiroteos en masa, con un promedio de siete muertes en cada uno.

Al analizar cada uno de estos tiroteos podemos darnos cuenta de que, si bien la violencia criminal ha bajado al paso de los años, el número de tiroteos masivos ha aumentado particularmente en la última década.

¿Qué está pasando ahora (o no) para que ocurran tales tragedias?

En primer lugar, los medios de comunicación han cambiado bastante, y ahora las noticias viajan bastante rápido. Los tiradores saben que sus nombres y rostros llegan a las redes sociales y a las portadas de los sitios de noticias de todo el mundo, básicamente sus actos resultan en fama, y se convierten en una especie de celebridad enfermiza, y eso resulta bastante atractivo para los jóvenes que, en algunos casos, no han encontrado un lugar al qué pertenecer.

¿Cuál es el perfil de un tirador?

Muchas estadísticas revelan que los hombres cometen más del 90% de todos los homicidios, y de estos, la mayoría son hombres jóvenes que se identifican como heterosexuales.

“La violencia a menudo opera como un significante de la masculinidad, por lo que alguien que no ha logrado una identidad varonil y masculina en otros ámbitos, como el trabajo, el amor o los deportes, puede verse como poderoso y masculino simplemente por medio de la violencia”, afirma Eric Madfis, un experto en tiroteos en masa de los Estados Unidos.

Por otro lado, al analizar la raza de los tiradores, y según datos compilados por la revista “Mother Jones”, podemos darnos cuenta que, de todos los tiroteos cometidos a partir de 1982, el 64% fueron llevados a cabo por hombres blancos, el 16% por hombres negros, el 9% por asiáticos y el resto por personas identificadas como latinas y demás orígenes extranjeros.

Con relación al aspecto psicológico, es un tanto complicado hacer un perfil general para todos los tiradores porque estos varían en los distintos casos.

Se han hecho varios análisis, y se ha descubierto que los homicidas en su mayoría son “tiradores psicóticos”. Estas personas pueden haber crecido en familias disfuncionales y/o sufrido algún tipo de abuso físico, mental o sexual; carecen de empatía, a veces pueden tener esquizofrenia y/o algún síntoma psicótico (como alucinaciones e ideas delirantes), y a menudo tienen problemas para funcionar social y emocionalmente.

Los tiradores psicóticos, en su mayoría, optan por ir a perpetrar sus ataques a personas específicas que sienten que los han perjudicado; esa es la principal diferencia con otro tipo de tiradores que, en su lugar, quieren infligir tanto daño como sea posible a victimas aleatorias.

Como se mencionó anteriormente, no existe un perfil general, no obstante, es posible identificar algunas señales de advertencia. Según un artículo de la revista estadounidense “The Atlantic”, estas son algunas:

  • A menudo, los tiradores le dicen a alguien lo que planean hacer, aunque a veces no se les suele tomar enserio. Existe una organización llamada “Sandy Hook Promise” que surgió precisamente para este problema, y para ello lanzaron una campaña llamada “Say something” (“Di algo” en español) con la que quieren alentar a los estudiantes a informar a los maestros o a algún adulto de confianza si ven o escuchan amenazas u otras señales de este tipo.
  • A veces, aunque no siempre, los tiradores se “desconectan”, es decir, se apartan del mundo y prefieren aislarse. Algunos psicólogos afirman que tener una conexión real con al menos un adulto en sus vidas podría ser un factor importante para prevenir que un niño considere la violencia como respuesta.
  • Indirectamente (en muchos casos), los padres pueden contribuir a que se lleven a cabo estos ataques; tristemente, y según muchas estadísticas, las armas son fáciles de conseguir en los Estados Unidos, y si los padres de un menor las tienen en su casa y al alcance, resulta todavía más fácil.

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