“Las mujeres son la mayor creación que sostiene el planeta Tierra”
Vandana Shiva
Julián y Celia se conocieron en 1995, en la Ciudad de México, él era originario de Veracruz, ella del Estado de México. Desde el primer momento decidieron iniciar una vida juntos, él trabajando como panadero y ella como empleada doméstica.
El 27 de diciembre de 1997, nació, Yadira García Hernández, hija única, quien desde pequeña fue educada con todas las ganas y el amor de sus padres para que saliera adelante.
Yadi, como le decían cariñosamente sus padres, estudiaba la preparatoria en el Conalep “Venustiano Carranza”, en la Colonia Arenal, en la Ciudad de México.
Ella soñaba con poner una pastelería, por lo que sus planes era estudiar gastronomía.
Vivieron en un edificio de cuartos que su madre administró durante 19 años, sin embargo, nunca recibió pago alguno.
Por lo que Celia decidió salir a buscar otro trabajo y rentar, junto con Julián y Yad, “las rentas son muy caras aquí, por eso rentamos ese lugar, cuando llegamos el dueño del lugar nos dijo que todos los vecinos eran muy tranquilos, jamás nos hicieron referencia de que hubiera un grupo de Alcohólicos Anónimos ahí, de saberlo no habríamos rentado ese lugar”, narra Julián.
El lugar era muy sencillo, en la Cuchilla del Tesoro, en la Ciudad de México, les aseguraron que no corrían peligro, por lo que decidieron quedarse.
Yadi era muy noble, recuerdan sus padres, tenía 19 años y como toda chica tuvo sus etapas de rebeldía, pero en general era una buena niña, en ese lugar vivía un chico llamado Kevin, el cual inició una relación de amistad con la joven.
Él le hizo saber que vivía con su “tío”, porque su mamá lo había abandonado, poco a poco se fue ganando la confianza de Yadi, no así la de sus padres, que le indicaban que tuviera cuidado, ya que ella tenía la costumbre de ayudar a quien necesitara apoyo.
Durante tres meses la vida de esta humilde pero trabajadora familia siguió su curso: sus padres salían muy temprano a trabajar, mientras ella iba por las tardes a la escuela, pues durante la mañana se ocupaba de los quehaceres de la casa, les cocinaba a sus padres y lavaba la ropa.
En ocasiones Kevin le hacía saber a Yadi que no había desayunado por lo que solidaria la joven le invitaba de algún alimento que hacía para sus padres.
Ese 27 de junio de 2017, Celia salió como todos los días a las seis treinta de la mañana para ir a trabajar, Yadira le comentó que iría a la escuela a recoger sus calificaciones.
Julián prácticamente permanecía en la panadería, por la cantidad de trabajo que tenía, ese día a Yadi, le tocaba lavar ropa y hacer la comida, nopales con papas y charales en salsa.
Durante el día ella se estuvo comunicando, como siempre, con su mamá. Celia recuerda que cada vez que salía a la tienda o a las tortillas, por seguridad, Yadi le avisaba, ese día no fue la excepción.
Al mediodía salió al mercado, le hizo saber a su mamá cuando llegó, aproximadamente a las trece horas se comunicó con Celia decirle que le tenía una gran sorpresa.
La madre le respondió que no llevaba llaves, por lo que no se fuera a salir, la joven le indicó que no se preocupara.
A las dieciséis horas nuevamente hablaron, Yadira preguntó si ya iba a casa, pues estaba deseosa de mostrarle su sorpresa, la madre le indicó que ya casi salía de trabajar, ese fue el último contacto que tuvieron.
A las dieciséis cuarenta, Julián se escapó en su bicicleta de la panadería para ir a comer con Yadi, como acostumbraba hacerlo, al llegar a la casa no la encontró.
Le marcó a Celia para preguntar por la jovencita, la madre respondió que seguramente había salido a la tienda, en la mesa estaban las tortillas aún calientes, en la estufa la comida que su hija había cocinado, la ropa lavada extendida en el tendedero.
Por lo que Julián decidió comer solo, sacó las tortillas frías que aún quedaban en el refrigerador para no desperdiciar.
Vio entonces una nota que decía que hacía falta agua y salió a comprarla, regresó de la tienda, cuando volvió se encontró a Kevin, quien al verlo se notaba nervioso, Julián lo sintió burlón, sin embargo, no lo tomo en cuenta.
El cielo estaba obscuro se avecinaba una tormenta, Julián vio la ropa tendida y decidió meterla para que no se mojara, al salir vio una bolsa negra de basura, la cual ignoró pensando que los vecinos habían dejado una vez más la basura a un lado de los tanques de gas, a las 18: 45 salió de casa, Celia llegó a casa a las 19:20 horas.
La madre al llegar a casa, se percató de que Yadira no se encontraba, tocó la puerta: “Yadi no me respondía, cuando vi la puerta de mi casa que es blanca observé manchas de sangre, vi la bolsa y bajé a pedirle a unos vecinos que me ayudarán a ver que había en esa bolsa, yo tenía miedo, el chico que me ayudó, me dijo: Es Yadi”.
Celia lo golpeó, pero él salió del lugar y la madre llena de angustia abrió la bolsa, sí, era Yadi, de inmediato le llamó a Julián, a su patrona e inició una pelea con los vecinos, nadie le ayudó.
El cuerpo de Yadi, aún estaba caliente, “todavía escuche como exhaló”, fue cuando todo se derrumbó.
Empezaron a llegar policías, se llevaron a los padres a declarar, el cuerpo de Yadira, fue trasladado al INSTITUTO DE CIENCIAS FORENSES (INCIFO), el 29 de junio les entregaron el cuerpo, y fue llevada a enterrar al pueblo de su mamá.
Kevin fue detenido, encontrado culpable y sentenciado a 5 años en el Consejo de Tutela, mientras la vida de esta familia, una más, quedó destruida.
Julián comenta: “queremos que esto no vuelva a pasar, en cinco años un asesinó que manipuló y engañó a mi hija va a estar libre, no queremos que vuelva a pasar”.
Nuevamente la sensación de impotencia frente a mis ojos, unos padres desechos, que afortunadamente fueron ayudados por la patrona de Celia, de no haber sido así difícilmente habrían encontrado justicia.
Yadira fue el feminicidio 52 en la Ciudad de México durante 2017, de los 100 que registramos dicho año, la vida se las destruyó alguien sin compasión, Yadira era una hija que tenía un proyecto de vida, en breve iniciaría la Universidad.
Fue violada y asesinada brutalmente por Kevin con quien iniciaba una relación de noviazgo, “su error” menciona su padre, fue confiar en quien no debía.
La sorpresa que tenía Yadira para sus padres eran sus excelentes calificaciones, hoy estos padres piden solamente que quienes hacen las leyes en este país consideren dejar de castigar a los menores por la edad, que los castiguen por el delito, son las voces de unos padres que se unen a decenas de padres en ese grito de justicia.
marzo 2018
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@FridaGuerrera
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