Sara Abigail

Columna Rota: Sara Abigail, un feminicidio disfrazado de suicidio

8 octubre, 2020

Sara Abigail Salinas Sandoval nació el 23 de octubre de 1996. Con 22 años, era la hija más pequeña de Claudia y Alberto, una joven alegre y llena de sueños. 

Amaba los deportes, en especial el ciclismo; también la música -tocaba el piano-, la fotografía y la cocina, estudiaba la carrera de Gastronomía de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Pese a ser tan joven, Sara Abigail era una mujer trabajadora, cuidaba su salud, era muy activa y metódica, uno de sus pasatiempos favoritos era tomar su bicicleta y  salir a rodar con grupos de ciclistas para recorrer largas distancias en carretera.

Se caracterizaba por su simpatía, era parte de su esencia, empatizar con la gente que iba conociendo, eso le facilitó tener amistades de los más diversos círculos sociales. 

Estaba llena de planes, el principal era poner un negocio, una cafetería, y continuar sus estudios.

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Sara Abigail mantuvo una relación con un sujeto mucho mayor que ella, fue en 2013, cuando tenía 16 años, cuando lo conoció en una reunión de «Testigos de Jehová».

Sus padres recuerdan que esa relación le hizo mucho daño: «siendo ella menor de edad, el sujeto se aferró a mi niña e iniciaron esa relación dominante, fue en 2019 que ella decidió alejarse de él, sin embargo,  él jamás aceptó que ella ya no quisiera permanecer a su lado».

Para Noemí, hermana de Sara, es importante mencionar el lugar en el que ella conoció a ese individuo «porque esta organización ahora juega el papel de encubrir al presunto culpable, dicha congregación está ubicada en Pachuca, Hidalgo”.  

Continúa: “En dicha congregación se supo de la relación de abuso que llevaba con Sara Abigail el sujeto que era varios años mayor que ella (no mencionaré nombres porque el tipo ni siquiera ha sido sometido a proceso). Los adultos que supieron de la situación guardaron silencio. Nadie buscó a mis padres para advertirles del peligro en que estaba. Pasaron los años y esta relación continuó a escondidas».

El 25 de agosto de 2019, Sara Abigail fue encontrada sin vida, en Zempoala. Su mamá la encontró recostada en su cama, su agresor quiso simular el feminicidio como un suicidio, colocándole una bolsa de plástico sobre su rostro.

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En las últimas semanas en que Sara Abigail estuvo con vida, decidió dejar esa relación que la hacía sentir menos valiosa de lo que en realidad era, la hacía sentir utilizada y desilusionada. 

El miserable la buscó en constantes ocasiones y le llamaba para acosarla. Inclusive Alberto y Noemí fueron testigos de una de esas llamadas, la noche del 23 de agosto, dos noches antes del feminicidio, en la que un sujeto le insistió a salir. Más de media hora duró esa llamada, Sara Abigail en ningún momento accedió a sus proposiciones. 

Días después del feminicidio de Sara Abigail, la mejor amiga (que también pertenece a esa congregación) contactó a la madre para informarle quién podría ser el principal sospechoso, la persona que la tuvo angustiada en sus últimos días de vida, debido a su insistencia en buscarla. Fue en este momento cuando se enteraron de esa destructiva relación.

Las autoridades de Hidalgo indagan el crimen con perspectiva de género, sin embargo, hasta el momento no se ha generado ninguna orden de aprehensión, Alberto, el padre de Sarita, casi a diario acude a la Fiscalía de Feminicidios para conocer los avances en la investigación. 

El buscar justicia para Sara ha significado un camino lleno de obstáculos y pesares, su familia ha sido revictimizada por las mismas autoridades. Pero no ha sido suficiente para desanimarnos y hacer que se rindan.

Las palabras siempre ayudan a sanar un poco el alma, por lo que desde este espacio siempre es importante las letras escritas de las madres, padres, hermanas de las mujeres que nos arrebatan a diario.

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«A Sarita:

No hay un solo día que no piense en ti y creo que tus hermanos tampoco. 

Estamos ya a un año de tu partida y se percibe como si fuera ayer, aún duele, lacera el alma estar sin ti. 

Se extrañan tus acostumbradas prisas y también tus atrasos cuando teníamos que salir; toda tu inquietud en casa ahora que no estás la asfixia de soledad; todo es monótono si ti, tu alegría y positivismo hace mucha falta.

Pero conociendo tu forma de ser comprendo que quieres que sigamos adelante viviendo y disfrutando la vida tal como tú lo hacías. 

Para ti no había imposibles, tú todo lo podías, nos cuesta trabajo, pero estamos intentando para que tu estés bien, contenta de ver que estamos trabajando en ello. ¿Cuándo lo lograremos? No lo sé, resiliencia tu lema, tu vida es y será siempre una página hermosa en nuestras vidas”. 

Alberto, padre de Sara.

“Una plegaria indígena para ti, mi bebe Sarita, que estoy cierta que, es lo que quisieras decirnos, mi nena hermosa:

No te acerques a mi tumba sollozando, no estoy allí, no duermo ahí. 

Soy como mil vientos soplando, soy como un diamante en la nieve brillando, soy la luz del sol sobre el grano dorado, soy la lluvia gentil del otoño esperando cuando despiertas en la tranquila mañana, soy la bandada de pájaros que trina, soy también las estrellas que titilan mientras cae la noche en tu ventana. 

Por eso no te acerques a mi tumba sollozando, no estoy allí, yo no morí.”

Claudia, mamá de Sara.

“A pesar de que hay veces en las que creo que no podremos hacerte justicia, nunca vamos a dejar de buscarla, el tiempo que sea necesario”. 

Hermana de Sara.

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El perder a una hija, una hermana o una amiga de esta manera es difícil y lo que viene por delante es todo un proceso de sanación y recuperación. 

Sin embargo, en México, las familias, que también son víctimas de esta situación, no se pueden dar ese “lujo”. 

Lo que vino para la familia de Sara, fueron días  que se han convertido en meses de investigación. 

Buscar y entrevistarse con sus amigos y conocidos, conseguir videos de cámaras de seguridad en las calles aledañas, conseguir los números de los postes de las cámaras de seguridad (C5i) en todo el recorrido que va desde Pachuca a Zempoala para pedir esos videos, hablar con vecinos y saber si alguien vio algo extraño. 

El sistema de justicia mexicano está plagado de corrupción, muchas veces los agentes investigadores piden dinero a las familias para ponerse a hacer lo que les corresponde. 

Sucede también que su falta de interés entorpece las investigaciones. Además de la corrupción, están las negligencias y errores que se cometen en la investigación. 

La escena del crimen debe resguardarse correctamente, ya que puede ser necesario hacer más peritajes. En este caso, el hogar de Sara, lugar donde fue asesinada, fue liberado de inmediato.

Omar Fayad Meneses, gobernador de Hidalgo, declaró en sus redes sociales: “Es muy necesario cambiar la realidad que está viviendo la mujer en México. Basta de violencia”. Y se pronunció a favor del paro de mujeres del 9 de marzo. Esto es burda hipocresía. 

La violencia en el estado se está incrementando, el caso de Sara Abigail lamentablemente no es el único feminicidio en la entidad. 

¿El gobernador quiere acabar con la violencia hacia la mujer? Empiece con hacer justicia a los casos de feminicidio como el de Sara Abigail.

Como en cada uno de los casos que integran el extenso conjunto de Voces de la Ausencia, nos unimos al dolor que cada día matiza la vida de esta familia. Y exigimos a las autoridades que se esclarezca el feminicidio de Sara Abigail.

                                                                                                               Octubre 2020.

¿Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo, de una mujer víctima de feminicidio o desaparición?, ¿o eres una sobreviviente de una relación violenta o intento de feminicidio?.  Búscanos, ayúdanos a visualizarlas y contar sus historias. Voces de la Ausencia.

@FridaGuerrera

@VocesDLAusencia

fridaguerrera@gmail.com

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