Columna Rota: Dalia, Feminicidio del día del amor

30 abril, 2018

Imelda, el dolor lo revive todos los días, cuando despierta se da cuenta que su hija Dalia Jazmín Orozco Martínez ya no se encuentra, se la arrancaron, se la arrebataron y hoy el sufrimiento es eterno.

El pasado 13 de febrero de 2018 fue el último día que la vio, cuando salió de fin de semana a Rodeo, Durango, su novio la había invitado a pasar el fin de semana, iban las tres, Dalia y sus dos pequeñas.

Una llamada el 15 de febrero de 2018 realizada por una amiga de la jovencita, donde le hacen saber que desde el 14 de febrero nadie sabe nada de su hija, que seguro algo pasó. Imelda viajó de Coahuila a Durango, al llegar al Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en Rodeo, Durango, que fue donde le indicaron debía acudir.

Sus nietas la recibieron, todo era un caos, Imelda no sabía que era lo que realmente sucedía. Sin embargo, muy en el fondo, algo le decía que Dalia no estaba bien: “Ella no habría dejado solas a sus pequeñas, las cuidaba mucho, siempre fue una buena madre”.

Durante todo el día, las preguntas se agolpaban como incisivos pequeños cristales en la mente de Imelda. “Esperaba verla entrar, pensaba que andaba por ahí seguramente. Después yo misma me recriminaba porque nunca habría dejado desamparadas a las niñas. De pronto algo me decía que no estaba bien. Sentía que me volvía loca”.

Era la una de la mañana con cuarenta minutos del 16 de febrero, cuando le notifican que la habían encontrado. En ese momento la madre se traslada a la capital del estado. A las seis de la mañana es recibida por el Ministerio Público, inicia el cuestionamiento.

– ¿Su hija tiene tatuajes?

Si”.

– ¿Dónde?

Uno en el pecho en forma de flor de loto y otro en la pierna”

-Sí, es su hija. Ahorita que terminen la necropsia se la entregamos.

La madre nunca la vio para identificarla. La recomendación del Ministerio Público era que no entrará porque había muchos cuerpos, que mejor esperará hasta que se la pudiera llevar.  “Debí verla, Frida. Solo vi unas fotos que me mostraron”.

Durante el traslado a Coahuila, Imelda levanto la tapa de la caja, entonces vio el rostro de su hija todo golpeado, casi imperceptibles los cuales eran cubiertos por el maquillaje: “Pero ahí los tenía yo la vi”.

Dalia Jazmín fue encontrada asesinada ya entrada la noche el 15 de febrero. Su cuerpo tenía heridas por arma de fuego y fue abandonado bajo el puente cerca de la comunidad conocida como el Casco, rumbo a la carretera al municipio de Mapimí, ya en el municipio de Hidalgo, Durango. Imelda desconoce qué fue lo que sucedió, solo sabe que su pequeña hija sufrió mucho.

La joven madre se había separado del padre de las niñas. Durante un tiempo se mantuvo sola. Sin embargo, en diciembre de 2017, conoció a Cayetano e iniciaron una relación de pareja.

A Imelda el sujeto no le agradaba, ese instinto de madre le hacía saber que no era buen hombre para ella. En múltiples ocasiones se lo hizo saber. “Nunca me hizo caso, Frida, pero no fue su culpa que me la asesinaran, que me quitaran la tranquilidad y que ahora me convierta otra vez en madre de mis nietas”.

La última vez que la vio, Dalia le aseguró que ya iba a dejar a Cayetano, sin embargo, ese último día iba a reunirse con él.

Hasta unas semanas antes Imelda no había recibido atención de autoridad alguna. Después de algunas llamadas, La Comisión de Atención a Víctimas de las Delegaciones en Durango y Coahuila se pusieron en contacto y recientemente empezó a recibir ayuda, psicológica y legal.

Pero nada se la va a regresar. “Mi hija era una buena mujer, buena madre, ser humano. No andaba buscando que la asesinaran. Y lo único que estoy buscando es justicia. Pero parece que en este país. No existe”.

Todos los días me mantengo en contacto vía WhatsApp, con Imelda, el dolor es inenarrable, en alguna ocasión ya entrada la noche ha tenido la necesidad de hablar por teléfono, sólo para hacerme saber todo lo que está pasando.

La negación, la cabeza da vueltas, con la voz desgarrada me hace saber del miedo que siente. Destruida me hace saber una vez más.  “Mi niña no era violenta, huía de quien la lastimaba, era un ángel, le gustaba ayudar a los demás, a veces creo que ese día tal vez. Dalia lo iba a dejar, porque no le gustaba que la lastimaran”.

Al colgar el teléfono siento el dolor y el sufrimiento de Imelda. La impotencia de saber que jamás la va a volver a ver. La voz desgarrada de la joven madre.

A quien no puedo decirle nada, las palabras faltan y son cortas ante el sufrimiento de una madre. Que pasa las noches en vela. Que se mantiene viva porque sus nietas la necesitan bien. Que camina, respira y vive porque así debe ser.

Pero que una vez más. Una madre fue asesinada, junto con su hija. Y eso a pocos les importa. El grito otra vez se ahoga ante la indiferencia social. Ante candidatos que ahora las usan de banderas políticas para prometer que acabarán con el feminicidio. Otra vez la demagogia. Y el insulto a las familias porque ninguno de esos personajes que pretenden gobernar este país. Conocen una noche sin una de sus hijas. Un minuto. SÓLO UNO, del dolor de estas familias.

#NIUNAMÁS #NOSEASINDIFERENTE

abril 2018

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@FridaGuerrera

fridaguerrera@gmail.com

 

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