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Naty y Sebas: ¿Quién protege a estos niños, huérfanos de feminicidio?

15 junio, 2022

Cuando conocí a Josefina fue a ocho días de que su hija, Adriana Arce Cruz, fuera encontrada asesinada el 7 de octubre de 2018. Una de sus sobrinas me contactó vía messenger, solicitándome apoyo para su tía. Acudí a su domicilio luego de que Josefina me llamará vía telefónica. 

En aquel momento vi a una mujer llena de dolor, como cada una de las madres que he visitado. Se encontraba deshecha, llena de infinidad de dudas. ¿ Quién se había atrevido a lastimar a su pequeña?, ¿Quién había osado arrancarle el corazón?

Sabiendo que Adriana tenía dos pequeños que la necesitaban. «José», como nosotros las Voces de la Ausencia le decíamos cariñosamente. «Tía Pepa», como la llamaban sus sobrinas. «Doña Chepina», como era conocida en el Mercado Ignacio Zaragoza, ubicado en Virgen del Carmen 87, Virgencitas, en Nezahualcóyotl, Estado de México.

Josefina es una mujer originaria de Oaxaca, nació el 16 de junio de 1959. Cuando era muy pequeña, sus padres decidieron ir a vivir al Estado de México con sus siete hijos. Lamentablemente su padre murió luego de ser atropellado, situación que forzó a toda la familia a trabajar.

Doña María Albina Sánchez García, madre de esos pequeños, les enseñó a todos que para poder sobrevivir tenían que trabajar muy duro. Ese fue el gran legado que dejó a cada uno de sus hijos.  Josefina lo aprendió muy bien. Madre de dos y abuela de seis niños ,continúo trabajando hasta el último momento.

El feminicidio de su pequeña Adriana la fue carcomiendo en medio del dolor, la desesperación y la falta de justicia de las autoridades, también lo hacía una hernia umbilical que ya le habían operado unos años antes y que volvió a aparecer a casi un año de que perdiera a su hija.

Adriana Arce Cruz, por su parte, nació el 14 de febrero de 1990. Tenía 28 años cuando le fue arrebatada la vida y con ello sus planes, sus proyectos, de sus hijos y de su madre.

El día 6 de octubre del 2018, después de salir de trabajar, abordó un taxi para dirigirse a su casa, esa fue la última vez que la vieron con vida. El domingo 7 de octubre su cuerpo fue localizado en la Calle 20 de la colonia Juárez Pantitlán.

Desde hace muchos años, Josefina vendía antojitos en el mercado, posteriormente decidió junto a su hija que vendiera el puesto y apoyará a Adriana a cuidar a los dos pequeñitos, mientras trabajaba, así lo hicieron. Sin embargo, llegó un ser o seres despreciables que arrebataron sus proyectos de vida.

Luego de perder a Adriana, Josefina tuvo que improvisar un «puesto» de comida en la contra esquina al mercado, al principio solo eran una lonas que cada vez que llovía ella terminaba empapada, por ello nos dimos a la tarea de reunir dinero y fue en marzo de 2020 que le hicimos un puesto más en forma con techo, ayudados por: un donante económico que nos proporcionó ocho mil pesos; el trabajo de nuestra gran amiga y aliada la Arquitecta Olivia Morales; el trabajo arduo de uno de los papás de Voces de la Ausencia, al cual pagamos su tiempo, gasolina y trabajo, fue lo que con mucho amor y esfuerzo realizamos. Josefina estaba menos estresada.

Los huérfanos del feminicidio: una esperanza para ellos

«NO ME PUEDO OPERAR, ¿QUIÉN ME AYUDARÍA CON LOS GASTOS?»

Cuando Josefina me hizo saber que la hernia había vuelto, le pedí, una y otra vez que se operará, las mismas autoridades lo hicieron. Le sacábamos citas médicas y las cancelaba, una vez y otra más lo hizo. Cuando iba a verla la regañaba: «Jose, por favor opérate». Su respuesta siempre fue la misma: «No, Frida, y mis niños, quién me ayudará con la renta, los gastos de los niños». Le respondía que no la íbamos a dejar sola, sin embargo, no aceptaba el apoyo económico que le queríamos brindar.

Siempre que iba a «desayunar» y al no quererme cobrar, la abrazábamos y le dejábamos dinero extra en la bolsa de su mandil, para lo que ocupará. Solamente en medio de la pandemia aceptó que le compráramos vivieres para que pudiera retomar su venta. 

En muchas ocasiones le hicimos saber que si no se operaba, no le iba a durar a sus pequeños, muchas veces con lagrimas en los ojos nos pidió que si algo le pasaba, nos lleváramos a sus niños. Situación que siempre le aclaramos era imposible porque no eran nuestros, además legalmente el único que podía llevárselos era su padre, (cabe mencionar que las referencias del sujeto no son las mejores y eso preocupaba a Josefina). 

En muchas ocasiones pregunté por el padre de los hijos de Josefina, la respuesta que me daba: «Lo deje, porque tomaba mucho y era muy mujeriego, además mi hija fue violentada cuando era chiquita y él nunca estuvo para apoyarme, ni aún después de su feminicidio». 

En noviembre de 2019 para AFP  (Agence France-Presse) medio de comunicación Internacional, Josefina refirió lo siguiente.

 «Cuando Josefina Cruz comienza a recordar el feminicidio de su hija Adriana, hace casi un año, su nieto Sebastián, de seis años, la interrumpe diciendo con naturalidad “…y un señor la mató”.

Cruz, de 60 años de edad, se hace cargo desde entonces de Sebastián y su hermana Ashly Nataly, de 9 años. Los mantiene con lo que gana en un puesto de comida mexicana.

“No me pesa porque siempre he trabajado, pero ahorita por mi estado de salud como que se me está haciendo más difícil”, dice entre lágrimas. “No me da miedo morirme, lo único que me da miedo es dejarlos a ellos solos porque no cuentan con un padre, ni familia”.  Huérfanos: las otras víctimas de los femicidios.

Feminicidio Infantil: El horror de morir siendo niña en México

Cada una de las familias de Voces de la Ausencia que acompañamos forman parte de nuestro día a día. Josefina se metió muy dentro de nuestros corazones al saberla sola y siempre preocupada por sacar adelante a sus niños. Naty, la niña mayor de ahora 11 años, fue la que me avisó aquel 8 de mayo de 2022. «Frida, se llevaron a mi mamá Jose al Hospital». Fue lapidario. 

Josefina llegó colapsada al Hospital, con insuficiencia cardiaca, renal y la hernia necrosada, acudimos de inmediato a la Institución, informé a la Fiscal Central de Género del Estado de México, la maestra Dilcya Samantha García Espinoza y a la maestra Carolina Alanís, titular de la Comisión de Atención a Víctimas de la entidad. La preocupación inmediata de ellas… ¡los niños!  

Cuando acudí al Hospital estaban sus sobrinas a quienes siempre tuve presentes, porque cada vez que acudíamos a visitar a Josefina a su puesto de comida ellas iban a saludarnos. Conocí a Emanuel, su hijo, quien no pudo apoyarla porque ya estaba formando su propia familia, pero no conocí a nadie más. Las sobrinas de Jose nos dieron parte de lo que los médicos decían de su estado de salud grave. La CEAVEM siempre estuvo al pendiente de lo que necesitábamos para ella. 

La vi el 9 de mayo cuando pude entrar a aquel espacio dentro del Hospital, la cama cuatro de urgencias del Hospital Gustavo Baz. Estaba intubada, sedada, le sobé sus pies agrietados por la resequedad, hinchados como toda ella, acaricié su cabeza, le hablé al oído, le dije que no se preocupara, que no dejaríamos de buscar justicia por Adriana y que nos aseguraríamos que los niños estarían bien, que la Fiscalía ya estaba tomando cartas en el asunto, limpié una lagrima que resbaló de su ojito derecho, la besé  la frente, diciéndole cuanto la amábamos y salí. Fue la última vez que la vi.

El 12 de mayo cuando iba rumbo al Hospital me llamaron para hacerme saber que ya había fallecido. 

Esta historia tal vez es en un poco fuera de lo común de la Columna Rota, porque habla de lo mucho que sentimos y nos dolió el acompañamiento a Josefina y su muerte. Pero es necesario tratar de explicar todas las emociones que sentí, me enojé con todos, las Instituciones, los asesinos o asesino de Adriana, con la maldita impunidad y la falta de recursos para ayudar más a Josefina. El seguimiento que se debe dar realmente a las familias cuando las acompañas, no solo en la  «nota del momento».

De cómo el ser pobre complica más poder sopesar un crimen que socava la vida de toda una familia completa. Me sentí culpable porque no le insistimos más, porque a pesar de todo ella sabía que nunca la dejaríamos sola y aún así no logramos convencerla.

Ahora me tocaba decirle a los niños que «mamá Jose» ya se había ido al cielo con su mami Adriana. Fue uno de los momentos más dolorosos que hemos vivido. Me hinqué ante ellos y les dije que los amo, y que siempre estarán apoyados por nosotros. Cuando les dije la verdad, gritaron, lloraron, vi el dolor en sus caritas, el terror de pensar que su papá podía ir por ellos y en un grito me dijeron. «Frida, mi papá va a venir por nosotros y no, no podemos irnos con él». Fue un grito de angustia, de pánico. 

Luego de velarla y sepultarla, conocí a su hermano mayor, a otros familiares de Josefina, platicamos y les hice saber que la Fiscalía estaba preocupada por la seguridad de los niños, que habían decidido que algún familiar fuera del Estado de México se los llevará para procurar su seguridad. Y así fue.

Una de las tías paternas de los niños, hermana de quien fuera esposo de Josefina,  pidió hablar conmigo para hacerle saber dónde estaban los niños. Por seguridad yo no podía revelar eso, por lo que le explique que ellos estaban bien, que hablaran con la maestra Dylcia para que ella les diera la información a la que podían tener acceso.

Los niños invisibles: en las huellas del feminicidio

Luego de esa plática de adultos quedó claro que a todos nos importaba el bienestar de los niños. El lunes 23 de mayo recibí una llamada bastante hostil de otra de las excuñadas de Josefina. Posterior a ello recibí una serie de mensajes, donde me amenazaban diciéndome que nos denunciarían por «secuestro» a las Voces de la Ausencia y a mí, lo único que les comente fue que hablaran con la Fiscal. El jueves 26 de mayo recibí otro mensaje donde me repetían que me denunciarían por «secuestro».

Hace un par de días vi unos volantes de búsqueda de los niños y nos preguntamos ¿Realmente les importan los niños o es solo los beneficios que como víctimas indirectas tienen? No, nosotros no tenemos autoridad alguna para mantener a unos niños resguardados, los únicos que las tienen son las autoridades. La tarea que tuvimos y tenemos con ellos es salvaguardarlos, pero no depende de nosotros decidir con quién pueden estar.

Nos molesta de sobremanera saber que en todo este tiempo jamás vimos interés por ayudar a los niños  de algún otro familiar, tan es así que Josefina está muerta porque nunca se pudo operar por falta de apoyo familiar. 

¿Quién protege a estos niños, huérfanos de feminicidio? La otra cara de este deleznable crimen, esa que pocos ven o entienden. ¿Ahora ayudar y empujar para que los proteja la autoridad es delito?  

Y como seguimos siendo la extensión de la voz de las familias, aquí una carta redactada por una de las sobrinas de Josefina. Porque seguimos siendo las voz de Josefina y Adriana.

Para mí tía Josefina; 

Quiero expresarle mi admiración y respeto, por saber salir adelante después de la muerte de su hija Adriana y hacerse cargo de sus nietos, en verdad que para mí fue un ejemplo del  gran ser humano que fue, siempre tan valiente, guerrera y trabajadora, que a pesar de estar con el alma rota usted brindaba una sonrisa y un gran apoyo moral ,siempre que sus herman@s y nosotros como sobrinos necesitábamos de usted, le estaré agradecida eternamente, por qué cuando murió mi padre, estuvo con nosotros y nos dio palabras de aliento, sé que a usted le dolió mucho la muerte de mi papá, por la gran unión que tenían, de verdad tía. 

Mil gracias, fue una gran inspiración de vida y sé que su mayor preocupación fue y serán sus nietos, yo no tenía idea de todo lo que usted cargaba en sus hombros hasta el día en que murió, ¿sabe ? Lo primero que pensé fue en Naty y Sebas, me rompieron tía al ver su tristeza y escuchar su llanto y su miedo el que usted ya no iba a regresar, nos hace tanta falta tía yo que soy un adulto me rompí, no logro concebir su dolor, hace casi cuatro años les arrebataron a su mamá y ahora el fallecimiento de su abuelita, le pido a Dios fortaleza para ellos y para nosotros como familia, la amaré eternamente y perdóneme si algún día la decepcioné o fallé como sobrina, deseo de corazón que todo lo que pase después de su muerte sea para bien de Naty y Sebas que ahora son los que más nos necesitan.

Gracias por dejar huella en cada uno de nosotros.

Atte. Fam. Sánchez Cruz

Q.E.P.D. Josefina Cruz Sánchez

Lo próximo que viene son ataques de algunos seres despreciables (activistas y algunas periodistas) que están ahí agazapados esperando para querer aniquilarnos, desprestigiando y desacreditando no solo a  FridaGuerrera, a Voces de la Ausencia. Pero aquí estamos de pie y de frente, porque solo defendemos y hablamos con la verdad, abrazando y cuidando a nuestras Voces.

Y, así como Josefina decía: «Para defender a mis hijos me vuelvo perra». Para defender a las Voces y nuestros niños y niñas, yo me vuelvo leona. 

Junio 2022

Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.

P.D. Cada uno de los textos expuestos en este espacio, son con autorización y acompañamiento de las víctimas. Porque solo somos la extensión de su grito de justicia.

@FridaGuerrera

@vocesDLAusencia

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