Citlalli Lizeth López Vázquez nació el día de un eclipse total, el 11 de junio de 1991, por ello sus padres le pusieron ese nombre. Desde que nació era una niña muy amable, muy sociable, a todo mundo le hablaba y saludaba.
Originarios de San Mateo Chipiltepec, Acolman, Estado de México, José Alberto y Lourdes, sus padres la recuerdan siempre llena de sonrisas.
«Tuvo sus momentos de rebeldía y tuve que darle sus correctivos, una vez ya grande me dijo que tenía enojo porque le había pegado una vez, que ella se puso muy grosera con su mamá», rememora Alberto.
Los padres de Citlalli, quienes desde hace 35 años están juntos, educaron a sus dos hijos siempre con educación y respeto a los demás. Alberto me aclara que aquella vez que le reprochó, Citlalli le dijo «gracias, papá, eso me ayudó, porque aprendí a respetar a toda la gente».
Citlalli conoció a Miguel a los 21 años y pronto se hicieron novios, al siguiente año vino su primer hijo y un año después llegó el segundo. La joven pareja, aunque con muchas necesidades, iba saliendo adelante, ambos trabajaban para sus pequeños.
Sin embargo, Miguel fue asesinado en una riña. Ese crimen la desplomó, pero por sus pequeños continuó.
Citlalli regresó a vivir con sus padres, su vida debía continuar, tenía dos pequeñitos que cuidar y era aún muy joven.
«No salía mucho, llegaba de trabajar y a cuidar a sus hijos, sí de vez en cuando se iba con su mejor amigo Noé, pero pronto regresaba a casa», recuerda Lulú.
El 14 de agosto de 2016, Citlalli le hizo saber a su mamá que saldría con Noé a tomar una cerveza, dieron las siete de la noche y Lulú le llamó para ver dónde estaba, ella le contestó que ya iba de regreso que no se preocupará: «Hablé con ella tres veces más, la cuarta ya no me contestó».
Feminicidio en la tercera edad: Mechita sigue sin justicia
Lourdes refiere que pensó que tal vez se había ido a trabajar y no le pudo avisar, en el trabajo no podía usar el celular. Al ver que no llegaba, los padres preocupados intentaron poner la denuncia por la desaparición de su hija, las autoridades de Acolman se las negaron, solo les decían que la buscarán con sus amistades, que seguro andaba por ahí. Pasó toda la semana.
Lourdes estaba al fin en Tecámac, Estado de México, concretando la denuncia, era 19 de agosto. Estando en la Fiscalía, llamaron de Acolman para notificar que habían reportado el hallazgo del cuerpo de una mujer en el camino a Ocopulco, en Chipiltepec, cuando le comentó la Ministerio Público, la madre le hizo saber que era muy cerca de su domicilio, le mostraron unas fotos y ahí supo que era su hija.
La desesperada madre, junto con su sobrino, se trasladaron al lugar, sí era muy cerca de su casa. No le permitieron acercarse aunque ahí estaba el cuerpo de su primera hija, de su pequeña, de su luna. Fue su primo quien reconoció el cuerpo.
Los rumores en el pueblo no tardaron en regarse, responsabilizando a Citlalli: «porque salió», «si hubiera estado en su casa», «eso le pasó por andar de loca». Palabras que caían como lápidas en el dolor de los padres ya destruidos y que terminaron por aniquilarlos.
«La verdad yo pensé que no habría justicia, apenas si tenemos para comer, con qué íbamos a pagar a la autoridad para que buscarán al asesino de mi hija», reprocha Lulú.
La orden de aprehensión contra Jonathan Alexis, quien fue la última persona que se le vio con Citlalli, tardó en ser generada, fue hasta el 27 de octubre de 2020 que se emitió. Rich, mi colaborador, tuvo conocimiento de ella unos meses antes de ejecutarla. Cuando inició la investigación lo ubicó y junto con el equipo especial ejecutaron la orden el 13 de octubre de 2021.
Fue hasta el 17 de octubre de 2021 que los padres de Citlalli se enteraron, cuando uno de los miembros del equipo especial los buscó, que ya estaba detenido.
Alberto me escribió a mi WhatsApp para darme las gracias, le hice saber que nada tenía que agradecerme, quede de ir a visitarlos para platicar y escribir la historia de Citlalli. Pospusimos nuestra visita a su domicilio por infinidad de situaciones. La pandemia, la redacción de mi segundo libro, etcétera.
El 23 de enero de 2022 acudimos a su domicilio, les hice saber que ahora sí tenía que ir a verlos, abrazarlos y conocerlos. Una familia muy humilde, me abrumó ver que nos esperaban con una mesa con un mantel blanco, sillas y una sombra, instalada en el patio de su casa. Como si fuera un gran acontecimiento que llegáramos a visitarlos.
Durante estos años he aprendido a agradecerles su magna hospitalidad a las familias que visitamos. No, no esperamos que nos reciban así, pero para ellos ofrecernos algo de comer para compartir, no solo el pan y la sal. Si no el dolor, la esperanza de justicia es muy importante, hemos aprendido a compartir con ellos lo que con amor y mucho agradecimiento nos ofrecen. Valoramos el que abran las puertas de su casa, de su dolor.
Pasamos unas horas de mucho dolor. Conocimos a los dos hijos de Citlalli, ahora ya de diez y casi nueve años. Nos hicieron saber cuánto la extrañan y que en ocasiones se sienten solos. Un canario color naranja, tres gallinas, tres gallos y dos patos que poseen nos acompañaron cada uno con su canto, mientras hablamos, lloraron.
Luego de escuchar lo que urgían hablar, degustamos las chuletas de puerco asadas con frijoles que Omar, hermano de Citlalli, nos ofreció con mucho amor.
Daniel, el colaborador y yo les hicimos saber que no están solos, que debemos revisar cómo está el proceso porque la defensoría pública interpuso una apelación que sigue sin respuesta, para que Jonathan sea liberado. Claro que no vamos a permitir dicha atrocidad.
El dolor contenido de estos padres que deben sobrevivir en medio de una pandemia que además les quitó el trabajo, en años y años de impunidad al final se venció.
Ambos lloraron cuando los niños ya no estaban, eran muy pequeños para recordar lo que había pasado con mamá. Solo los conocimos y les pedimos que nos dejarán hablar con sus abuelos.
Fue luego de una larga charla que Beto y Lulú se permitieron dejar correr esas lágrimas contenidas por años. Entonces escribieron esto para su hija. Porque ellos son su voz. Y nosotros solo la extensión de ella.
Fernando asesinó a Josefina, fue sentenciado y aún así puesto en libertad
Citlali Lizeth López Vázquez.
Mi princesa gitana:
De parte de tus padres: Antes que nada te pedimos perdón, si algún día nos portamos mal contigo. Una mala persona te arrebató la vida, sin importarle que tenías a dos pequeños desamparados, a tu hermano y a tus padres, nos dejó sin volverte a ver nunca, pero no por eso te vamos a olvidar, al contrario, siempre vas a estar en nuestros corazones y te pedimos de todo corazón que en donde esté, estate tranquila, tus hijos van a estar bien, mientras diosito nos preste vida siempre vamos a estar al pendiente de los niños, tú y tu esposo pueden estar tranquilos porque dejaron sus hijos en buenas manos.
Desde dónde estás veras que, aunque sea vendiendo mis cosas, tus hijos siempre tendrán para comer y mientras diosito nos preste vida vamos a estar al pendiente de ellos y que la persona que te arrancó la vida lo tiene que pagar.
Tus hijos, tu hermano y tus padres siempre te recordaremos, truncaron tu vida tus sueños, pero ahora tus padres no descansaremos hasta que se te haga justicia y tus niños sean gente de bien.
Te amamos mucho y desde el cielo cuida a tus hijos para que nunca les hagan daño la gente como te lo hicieron a ti, mi princesa gitana, tú eres nuestra luna, desde el cielo nos cuidas.
Desde ese día ya la vida no es la misma sin ti, vieras cuánta falta nos haces. Tú no estás conmigo por gente mala que no tiene sentimientos, nos arrebataron lo más preciado de la vida.
A veces espero que entres a casa, pero no es así. Te extrañamos mucho, mi niña, apenas empezabas a vivir la vida con tus pequeños y este malnacido te arrebató tus sueños éramos muy felices pero ya no porque tú no estás.
Como quisiera regresar el tiempo para que estuviéramos todos juntos. Queremos justicia para ti, mi princesa gitana. Justicia para todas las mujeres, niños y niñas.
Que se termine esta maldad. Te amamos mucho, Citlalli López Vázquez.
Alberto José López Martínez y Lourdes Vázquez Torrijos.
Luego de unas horas nos despedimos con un largo abrazo de Fer, Migue, Omar, Beto y Lulú. Fue cuando Lulú me hizo saber que desde el primer momento pensaron que no habría justicia para Citlalli, hoy tienen la esperanza y la seguridad de que sí habrá porque para acceder a la justicia no debería importar si eres pobre o rico. Estaremos cerca de ellos, que hoy forman parte de las Voces de la Ausencia y juntos empujaremos para que llegue la verdad y la justicia.
Enero 2022
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.
Cada uno de los textos expuestos en este espacio, son con autorización y acompañamiento de las víctimas. Porque solo somos la extensión de su grito de justicia.