Corea del Norte: vivir aislado del mundo

La vida de un norcoreano es bastante complicada, su ritmo de vida es completamente distinto al de cualquier otra persona en el mundo, y, aunque es difícil saber en su totalidad la cantidad de cosas por las que tienen que pasar, podemos generarnos una visión de algunas de las atrocidades y penurias que vive día a día un ciudadano de este país gracias a los testimonios de personas que han logrado “escapar” del régimen.

Pero, antes de comenzar a relatar estas “historias de terror”, es necesario introducirnos un poco a la situación actual del país.

Al respecto, National Geographic elaboró un informe donde dan a conocer algunos datos generales del “control interno” que se mantiene en el país norcoreano.

En dicho reporte detallan que la frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur es la más militarizada del mundo, pues se estima que al menos un millón de los 25 millones de norcoreanos están uniformados, quienes intimidan y espían a sus propios ciudadanos.

Además, los soldados tienen órdenes de disparar contra cualquiera que intente colarse dentro o fuera del país.

La interrogante sobre el país asiático se resuelve al escuchar los múltiples relatos de personas que tuvieron que vivir y experimentar toda clase de acontecimientos en aquel país.

Te lavan el cerebro […] nadie sabe la vida que hay en el exterior. Desde que naces, solo existe Corea del Norte. Desde los 4 años lo único que hacen en la escuela es lavarte el cerebro hasta en tu propia casa. No se pueden escuchar algunos canales de radio. Quieren que la gente se ciegue y no vea más allá de las fronteras.”, afirmó Jang Hae-sung, quien después de escribir mal el nombre de Kim Il-sung (antiguo líder de Corea del Norte), fue internado en un campo de concentración por seis meses como causa de su error.

“Dormíamos en la estación del tren. Cogíamos comida de los alrededores de la estación y vivíamos como podíamos. Pedíamos limosna, pero nadie nos ayudaba.”, cuenta Kim Hyuk, quien después de perder a su madre a los 7 años tuvo que aprender a sobrevivir sola.

Desde que le ataron al camión su cara estaba ensangrentada, su ropa destrozada y para colmo, cuando se cayó al suelo en algunas ocasiones, le obligaron a levantarse y seguir caminando. Querían que los vecinos vieran a mi hermano sacrificado y que todos se mofaran de él.”, cuenta Kwon Young-hee al hablar de la detención de su hermano después de que este intentara huir de Corea del Norte.

Los prisioneros eran vejados hasta tal punto que tenían que hacer trabajos forzosos desnudos. Nos metían la mano por nuestras partes íntimas para encontrar aparatos móviles o dinero, después nos encerraban en celdas atados de pies y manos.”, relata Jee Heon A., un prisionero que vivió en uno de los campos de concentración.

Estos y muchos testimonios más fueron publicados en el portal de internet Teinteresa.es, y si no supiéramos que son relatos actuales de ciudadanos norcoreanos, pensaríamos que nos están hablando de historias de la época de la segunda guerra mundial, o de alguna película sobre ello.

La mayoría son relatos que cuestan trabajo creer, pero la realidad es que, efectivamente, son “situaciones normales” en el régimen norcoreano.

En el 2014, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos redactó un informe constatando severas violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad extremadamente brutales en Corea del Norte, dentro de los que se encontraban torturas de todo tipo, detención arbitraria, ejecución sumaria, abortos forzados y violencia sexual, además de campos de prisión y concentración donde se realizan prácticas brutales contra los prisioneros. Cabe mencionar que dicho informe logró realizarse a pesar de las negativas del Gobierno norcoreano.

Y no sólo los ciudadanos del país asiático cuentan historias sorprendentes, incluso las personas que han visitado aquel territorio, por fines laborales, por ejemplo, tienen historias que contar.

El periódico “El financiero” publicó el año pasado un artículo donde se relata la experiencia del periodista Nicholas Wadhams, quien tuvo la oportunidad de trabajar en el régimen norcoreano. En él cuenta que en todo momento estuvo un “cuidador” al lado de él.

“Ellos traducen, les dicen a los reporteros dónde pueden o no pueden ir, e imparten la línea oficial sobre todo, desde las relaciones con Estados Unidos hasta la forma apropiada de aludir a líderes del régimen.”, dice el periodista.

Al leer todo esto nos damos cuenta que el régimen de Corea del Norte ha logrado mantener un “orden” durante varios años, pero esto se ha logrado mediante constantes violaciones a los derechos humanos.

Claramente esta nación no ha dejado de ser lo que fue en su inicio, una rígida sociedad comunista, con visiones herméticas y cerradas que poco a poco han caído en el vil juego del poder represivo, haciendo faltas a la libertad individual con la violencia como medio principal.

Los norcoreanos viven “otra realidad”, una que los ha mantenido aislados del mundo entero.

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