Emily Sherlyn

Columna Rota: Emily Sherlyn, nueve días de lucha

9 agosto, 2019

Estamos tan acostumbradas a gritar la violencia que viven nuestras mujeres: Que las niñas no entran en nuestras frases.

 

El cubículo 09 de Pediatría, Hospital General de las Américas. Un cuarto con aproximadamente ocho camitas, niñas y niños enfermos y otros más que han sufrido percances que los tienen en un hospital.

Del lado derecho, al fondo, el pequeño cuerpo de una beba, la que nos llevó a asistir a ese lugar que es ya apabullante visitar.

Pero ahora íbamos a verla a ella, a tocarla, hablarle y esperar que los médicos nos dijeran algo que nos diera la esperanza de que la nena iba a vivir.

Emily Sherlyn. Un año siete meses. Edema Cerebral Severo, Síndrome de Kempe, una forma grave de maltrato infantil causada por una sacudida violenta de un bebé o de un niño. El síndrome del niño maltratado puede presentarse incluso con una sacudida de solo 5 segundos.

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Las lesiones ocasionadas por sacudir a un bebé, en la mayoría de los casos, ocurren en niños y niñas menores de 2 años, pero se pueden observar en niñez de hasta 5 años.

Cuando una beba o un niño pequeño es sacudido, su cerebro rebota contra el cráneo. Esto puede ocasionar hematoma cerebral, contusión cerebral, inflamación, presión y sangrado dentro del cerebro.

Además, presentaba, sangrado en tubo digestivo, con desgarros en el ano, indicativo de violación.

Eso era lo que se leía en el expediente médico.

Aún con todo lo que dolorosamente leímos, me acerqué a la pequeña después de lavar mis manos para no contaminarla de algo externo que pusiera en peligro su -de por sí- ya delicado estado.

Cuando entré al cuarto, la madre de Emily salía en compañía de un médico que le habló de la donación de órganos, su semblante era tranquilo.

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Emily Sherlyn fue llevada de urgencias el 3 de julio de 2019. Lizbeth, su madre, argumentó que ignoraba lo que le sucedía a su beba; hizo saber a las autoridades que ese día salió a comprar leche, no tardó más de veinte minutos fuera, pero al regresar al cuarto donde vivía, Emily Sherlyn ya estaba con los ojos en blanco y no respondía al llamado de la madre.

Fue entonces que vio a Jonathan Morales Alonso con la bebé en la cama y a su pequeña, desnuda de la cintura para abajo.

Al cuestionarlo, él le dijo no saber qué había sucedido con la menor y se fue del lugar.

Los médicos de inmediato recibieron a la pequeña, que se encontraba en estado inconsciente y las autoridades del Hospital notificaron de inmediato a la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, luego de la valoración que arrojaba violencia contra la niña.

Como en la mayoría de los casos de estas pequeñas, no conocemos la historia a detalle ante la falta de información de quienes, se supone, deberían cuidarla. Lo que investigamos es que el hospital pidió a la madre que acudiera a denunciar lo que sabía al Centro de Justicia Para la Mujer de Ecatepec.

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Lizbeth así lo hizo. Notificó lo que observó cuando llegó al cuarto que compartía con su pareja e hijo de éste, por lo que en 24 horas las autoridades solicitaron la orden de aprehensión, la cual fue otorgada.

Jonathan fue detenido 48 horas después. Intentó sobornar a las autoridades, por lo que además de ser detenido por violación de la pequeña, le agregaron cohecho (intento de soborno a las autoridades).

Aquel 5 de julio que acudí al hospital, lo hice con la esperanza de encontrarla viva. Luego de lavar mis manos, tomé la suya, estaba fría. Con mi dedo pulgar acaricié su manita, le hablé: “Sherlyn, vas a estar bien, nena, no vamos a permitir que no tengas justicia”.

Una serie de aparatos rodeaban la cama que la albergaba, intubada, un respirador, canalizada para la administración de soluciones y medicamentos (sondas), una gasa cubría la craneotomía que le fue realizada luego de ingresar al Hospital, la cual liberaba la presión del daño que tuvo en el cerebro. Sus ojos cubiertos con gasa para evitar fueran lastimados por la luz.

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Le hablé una y otra vez, la esperanza emergió cuando escuché que un “tic, tic” surgía del electrocardiógrafo. Tal vez tenía la ilusión de que en algún momento abriría sus pequeños ojos y estaría otra vez sana, sonriente, esperando que la vida cambiara.

Jonathan y Liz no tenían más de tres meses de vivir juntos. Cuando Liz se embarazó, el padre de la bebé la engañó, se fue a Querétaro y le dijo que lo buscará ahí. Ella lo intentó, pero jamás lo localizó.

Lizbeth se refugió en el Estado de México, cuando trabajaba conoció a Jonathan y casi de inmediato se fue a vivir con él y Emily.

Liz es una joven mujer de no más de veinte años, que buscó estabilidad para ella y su pequeña, sin imaginar que poco tiempo después perdería a lo único que tenía, su beba.

El 12 de julio, a las diez de la mañana me enteré que la pequeña de piel blanca, cabello castaño obscuro, ojos medianos vivos, boca pequeña, una bebé que no sabía que sería asesinada dejó de existir. Su enorme resistencia sobrevivió nueve días.

Una vez más la indiferencia, una vez más la insensibilidad, una vez más la decisión de un sujeto que, engrandecido, decidió acallar el normal llanto de una bebé, que bravucón y amparado por la intimidad del hogar, viola, arranca, despoja la vida de un ser que no puede esperar más que cuidados de quienes están cerca de ella.

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Tenemos documentados más de setenta feminicidios infantiles en lo que llevamos de este 2019, aún no aprendemos que debemos de detenernos ante los cómodos justificantes “no es mi problema”, “no puedo meterme”, “van a decir que soy una metiche”, “es mi hija, no te metas”, o sacar nuestro dedo inquisidor para señalar a las madres de que no se fijan a quién acercan a sus vidas.

Lizbeth, la madre de Emily, desapareció luego del funeral de la bebé, aunque el 15 de julio, vía WhatsApp, acordamos vernos el día 17 del mismo mes para escribir la diminuta historia de vida de la niña, esto ya no sucedió, pues me envió un mensaje diciendo que se había alejado del domicilio donde se encontraba. Desde entonces se ignora su paradero.

Jonathan no tarda en ser vinculado a proceso ahora por feminicidio, la licenciada Martha Michel Vázquez Díaz, buscará que así sea.

La impotencia, dolor e incapacidad de parar el sufrimiento de nuestras bebas continúa. Hoy esperando que no existan más Lupitas, Mónicas, Samanthas, Kimberlys, Claudias, Valerias, Camilias, Emilys, Teresitas asesinadas.

Deseando con todo el corazón que hoy no despierte para encontrar una nota roja que nos haga saber que una nena más fue arrancada por la impunidad y que hoy suma una menos.

 

¿Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo, de una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio?  Búscame, ayúdame a visualizarlas y a contar su historia. Voces de la Ausencia.

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