La empatía es la capacidad de meterse en la piel de otra persona, de sentir lo que ella siente, de ponerse en su lugar, de ver a través de sus ojos. Si somos capaces de sentir empatía podemos establecer vínculos afectivos con quienes sufren, alegrarnos por el amor de los demás, sentir placer al ver triunfar a otro, comprender la ira de un amigo y el dolor de un desconocido.
-«Muchos cuerpos, una misma alma» (2006), Brian Weiss
Desde el pasado 6 de julio no ha dejado de circular en redes sociales un video que eriza la piel.
Narrar lo que ahí se vio sería verter sal en la sangrante herida que permanece abierta, que una y otra vez sangra, supura.
No pude terminar de ver el video, el dolor era demasiado. Ser testigo de un feminicidio me da vergüenza, me limita, me hace sentir impotente.
Documenté el feminicidio de la mujer desconocida, “la chica de la grúa”, como le llamaron en la mayoría de los medios de comunicación.
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Cuando vi el video pensé en su familia, si tendría hijos, hermanos, padres. Imaginé su dolor al identificarla en las redes y en la televisión. Una vez más me lamenté de ver como algunos medios, pasaban una y otra vez el dolor, el crimen, para obtener más rating, likes, vistas. Esas mismas reproducciones son el dolor que han tenido una y otra vez los padres de esta joven mujer.
Las cosas no pararon ahí. Durante los últimos días, se han dado a conocer otras versiones (la mayoría especulativas) de lo que sucedió. Medios de comunicación “serios” se han dado a la tarea de indagar quién era ella, de dónde venía, qué hacía ahí. Pero lo ideal sería investigarlo a él, saber quién era, con quién se relacionaba, no solo rascar sin permiso en la vida de una mujer y, también, de una familia.
Quiero hacer un paréntesis. Cuando empezamos en este espacio con la narración de la vida de mujeres y niñas que nos han sido arrebatadas, fue con la finalidad de que quienes nos favorecen con su lectura sientan el amor, los sueños, las vidas que arrancan; para que abracen el dolor y no esperen a exigir justicia cuando les arrebaten a su hija, madre, hermana; no esperar ser la próxima para llorar junto a las miles de familias que son asesinadas junto con sus mujeres. Lo hemos hecho solamente con ese fin, que las conozca, las dignifique, las deje de responsabilizar a ellas.
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Sin embargo, tenemos una regla que solo se rompe cuando de niñas o bebas se trata y que son asesinadas por sus madres o en complicidad con ellas, y por quienes no hay quien grite justicia.
Las historias de vida de las mujeres adultas y algunas niñas que usted ha leído semana a semana, son narradas por las familias directas. Es decir, los padres, hermanas, hermanos, hijos e hijas. Nunca sin el consentimiento de ellos, que son las únicas voces autorizadas para hacerlo.
Por eso, el fin de semana pasado tuve contacto con los padres de Leti, quienes me hicieron saber, con voz enérgica y clara: “no queremos medios, no queremos que esto se convierta en un circo, no queremos que vulneren a quienes quedamos en pie para buscar justicia. Queremos que nos ayuden, sí, pero a buscar al asesino de nuestra hija”.
Cuando tuve de frente a estos padres, les hice saber que las cosas serían como ellos lo pidieran. Desde entonces me mantengo cerca de ambos para ayudar a que la justicia y verdad lleguen, nada más.
De hecho, está columna no iba a mencionar el asunto. Solo iba a acompañar a los padres en este doloroso infierno, como lo hemos hecho otras tantas veces, callados y conteniendo su desconsuelo.
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Sin embargo, junto con la familia, nos vimos en la necesidad de hablar, porque hay mucho que cuidar en el entorno familiar, pues las consecuencias son a corto y largo plazo. Porque los hijos de Leti no tienen por qué saber explícitamente cómo es que le arrebataron la vida a su mami.
Sí, el único medio de comunicación que tuvo y ha tenido comunicación con el padre de la víctima es El Universal, a través de Rebeca Jiménez. Ella fue respetuosa con el sufrimiento de esta familia y desde el primer momento estuvo atenta a la identificación de la víctima. Redactó su nota y respetó lo que se solicitó: cautela, respeto, solo mencionar el nombre de pila, Leti, e informar que ya había sido identificada.
Tristemente, la mayoría de los medios “tomaron” su información y se la adjudicaron. Pocos le dieron crédito; otros, valiéndose de no sé qué artes, bajaron fotografías del perfil de Facebook de la víctima y exhibieron a sus hijos (menores de edad).
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Algunos buscaron la falta de profesionalismo de la Fiscalía Regional de Cuautitlán, que era la que tenía la carpeta de investigación y toda la indagación, para filtrar información delicada que vulnera a su familia. Afortunadamente, desde el 17 de julio, la carpeta ya se encuentra en la Fiscalía de Feminicidios, a petición expresa al Fiscal General del Estado de México.
Esta historia es diferente al resto, porque la voz de la ausencia es la petición de los padres: “PAREN YA ESTE DOLOR”.
Se han publicado las fotos del levantamiento y algunas de Leti que, aunque “estén públicas en una red social” (como me dijo algún medio), no deben ser tomadas sin autorización de la familia.
También circulan notas que hablan de “gusanos” en el cuerpo de Leti. “Mentiras, mentiras y notas amarillistas”, me hace saber profundamente dolida la madre de la mujer. “¿Cuándo van a parar? ¿Cuándo van a detener el dolor? ¿De verdad no piensan en las familias? ¿De verdad no piensan cuánto lastima que las exhiban así?”.
La foto que hoy acompaña está historia no es el rostro de la víctima, es la solicitud expresa que los padres hicieron en la Fiscalía para que se deje de usar la información de la carpeta, para que se dejen de usar las imágenes de su hija, viva o sin vida.
La petición es clara. “Ayúdennos a que se ubique al asesino, ayúdennos y ayúdense porque él está libre, nuestra hija ya no va a regresar, pero hay muchas más en peligro y este asesino tiene que pagar por lo que le hizo a nuestra hija, por favor Frida, tú, solo tú sé nuestra voz, su voz. Déjennos elaborar nuestro duelo, permítannos llorarle, sin morbo, sin amarillismo”.
Leti no es la “chica de la grúa”, Leti no estaba llena de gusanos, Leti, no subió sus fotos a sus redes para que fueran usadas cuando la asesinaran. Leti hoy ya no está, y la mejor manera de ayudarla y ayudar a sus padres es compartiendo la imagen de la recompensa de la Fiscalía del Estado de México, para encontrar a quién asesinó a su hija que, como todas, tenía una vida.
¿Nos ayudas?
julio 2019
¿Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo de una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio? Búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.
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