Miroslava Breach salió de su casa como un día cualquiera, para llevar a su hija a la escuela, pero encontró únicamente la muerte, una muerte cobarde, por sorpresa cuando se encontraba dentro de su auto, como quien dispara por la espalda, como a su colega Manuel Buendía, quien en palabras de Miguel Ángel Granados Chapa fue el primer asesinato de la narcopolítica en México, hace ya 33 años.
¿Las razones?, hacer su trabajo y hacerlo bien.
Breach abordó temas delicados, políticos y de seguridad en su mayoría, en todos los lugares donde iba de corresponsal regularmente para el diario La Jornada. En uno de sus últimos trabajos, Miroslava dio a conocer como el narcotráfico le quitaba sus tierras a centenares de familias en Chihuahua con la inacción del gobierno. Como consecuencia recibió amenazas y a la larga su muerte. Esto es claro ante el cartel dejado por el homicida con la leyenda “lengüona”.
El asesinato de la periodista Miroslava Breach fue el más reciente, pero ¿será el último? En un país donde la violencia es el pan de cada día en los titulares de los diarios, en la radio, la televisión, hasta el internet, aquellos que informan lo que para unos debería ser ininformable arriesgan la vida.
Breach fue la tercera periodista asesinada en menos de un mes.
México se ha convertido en uno de los países más inseguros para ejercer el periodismo. De 1990 a 2015, la Federación Internacional de Periodistas (FIP) reportó un total de 120 periodistas asesinados.
El año pasado, 11 periodistas y profesionales de la comunicación fueron asesinados, lo que ubico al país en el tercer lugar mundial en materia, de acuerdo con cifras de la misma FIP.
Por encima de México, sólo están Irak y Afganistán, en donde se registró un mayor índice de homicidios, con 15 y 13, respectivamente. Al contrario de estos últimos dos países, México es considerado como una democracia y no tiene un conflicto armado reconocido internacionalmente, por lo que los números registrados son preocupantes.
Pero, ¿democracia?, una democracia sin periodismo libre no existe.
Estamos hartos de los mártires. El periodista debe aparecer en primera plana firmando la nota, no siendo el protagonista de ella. Duele que en México te maten por hacer tu trabajo, pero duele más que no se haga nada al respecto. La impunidad incita a la repetición.
Sin embargo, esos asesinos no saben que siempre habrá alguien que acepta los riesgos pensando que será el último.