En los últimos años, la violencia en México se ha acrecentado de manera considerable, tan solo en 2016, al cumplirse diez años de la llamada guerra contra el narcotráfico, el conteo supera los 100 mil muertos y 30 mil desaparecidos. Dentro de las víctimas se encuentran miembros del crimen organizado, policías, elementos del ejército y en el mayor de los casos personas inocentes, las «bajas colaterales».
No obstante, dentro de este contexto, diferentes profesiones se han visto amenazadas tanto por organizaciones criminales como por autoridades locales, tal es el caso del sector salud, donde médicos, pasantes y enfermeras han padecido hostigamiento, así como amenazas por ejercer o no su labor.
Durante la administración actual se han registrado 30 asesinatos y más de 70 amenazas, a raíz de esta situación, se conformaron diferentes movimientos para protestar y visibilizar la inconformidad ante la nula respuesta de las autoridades correspondientes, tal es el caso de #YoSoyMédico17 y el Movimiento Médico 22 de junio, quienes tomaron las calles para exigir justicia, sin embargo, aún no existen iniciativas de leyes que intenten esclarecer estos crímenes.
El último caso registrado fue el de la doctora Jessica Sevilla Pedraza, quien fue encontrada degollada en el municipio de Huixquilucan el pasado mes de agosto, aunque este acto fue catalogado como feminicidio, diferentes médicos manifestaron su preocupación por el aumento de víctimas relacionadas a su profesión.
El ejercicio médico en contextos marginados
Además de ser una de las profesiones más prestigiadas, actualmente, la carrera de medicina es una de las más demandadas en nuestro país, tan sólo en el concurso de selección del presente año, de 16 mil 203 aspirantes solo 268 fueron aceptados en nuestra máxima casa de estudios.
Sin embargo, lejos de retratar una labor pintoresca al estilo Cantinflas, alejado de los grandes hospitales de la ciudad, los médicos han figurado como líderes de opinión en las comunidades más apartadas de nuestro país, no obstante, esta situación ha cambiado en los últimos años debido al panorama que afronta actualmente el país.
Y es que, en un país con 57 millones de pobres, las carencias no pasan desapercibidas para el personal de salud que labora en comunidades rezagadas:
“La triste realidad es que nuestros hospitales no cuentan con lo necesario para cumplir al 100% con las normas, no es posible que atiendas en 6 horas a 30 pacientes, por ejemplo, a veces solo tienes tus manos para remediar su enfermedad”, comenta la Doctora Elisa, quien estudió medicina en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y realizó su residencia en una comunidad alejada de Michoacán.
Por su parte, Flores, perteneciente a la Facultad de Medicina de la UNAM y pasante en una comunidad indígena de San Luis Potosí, narra a FrojiMX la carencia de servicios básicos en su clínica: “el centro de salud no tiene drenaje, los desechos van hacia una fosa que se vacía cada cierto tiempo, niños, jóvenes, mujeres y adultos mayores son quienes recolectan el agua de los ojos de agua para poder ser utilizada en la clínica”.
Sin embargo, esta situación no desanima al personal de salud, quienes realizan su labor con pasión: “a veces ni siquiera los fines de semana puedes descansar, entre semana, tampoco puedes comer a tus horas, puede que desayunes a las cuatro de la tarde y comas a las diez de la noche, pero al final del día todo vale la pena, hay veces en que las personas te invitan de comer”, sostiene, Hernández, una joven enfermera que dejó las comodidades de la capital oaxaqueña para trabajar en una región del Istmo”.
No obstante, la doctora Elise menciona lo complicado de trabajar bajo estas condiciones, ya que, además del hostigamiento laboral y la tristeza de estar lejos de la familia, resulta difícil pasar por alto el clima laboral: “es duro ver a los abuelos olvidados, que no cuentan ni con 10 pesos para llegar a su clínica y ver que aproximadamente el 40% de las personas que llegan a institución no saben escribir su nombre”.
Ante esta situación, las entrevistadas coinciden en que el problema es estructural y debe tratarse con mayor profundidad, ya que, aunque las autoridades locales han hecho lo que está en sus manos por mejorar el entorno, no se ha tenido el efecto esperado:
“Se debe garantizar la salud del pueblo, mediante la seguridad de su médico, se debe acabar con la corrupción y el robo al pueblo en todos los aspectos, necesitamos compasión, empatía, seguridad y mucho dinero, la gente está tratando de sobrevivir a costa de lo que sea, hay pobreza extrema, necesitamos leyes contra este tipo de actos, desde la violencia verbal hasta la física hacia el personal de salud”, puntualizó la doctora Elise.
Con respecto al hostigamiento laboral, nuestras entrevistadas han presenciado y padecido violencia física o verbal: “cuando hice mi servicio en Putla, una señora me aventó su monedero a la cara, la reporté con el director de salud y su familia me amenazó, resultó ser de una familia con mala fama y tuve que aguantarme”, comentó Hernández.
Por su parte, la pasante Flores compartió su anécdota: “En una noche entraron dos hombres a pedir ayuda, supuestamente uno se había caído de la moto y necesitaba atención, cuando salí el hombre que supuestamente estaba herido no traía playera, me tomó del hombro y me pidió que lo ayudara, supimos que no pertenecían a la comunidad y levanté un reporte a la jurisdicción sanitaria donde sólo me dijeron que lo bueno es que no me había pasado nada”.
Ante el evidente crecimiento de casos de violencia hacia el personal de salud, registrados desde 2012, nuestras entrevistadas concluyen en la necesidad urgente de elaborar una ley que defienda a los médicos de estas agresiones, ya que México es un país caracterizado por el desempeño de estas profesiones y la violencia pone en riesgo esta loable labor.
Además, recomiendan a los jóvenes que desean dedicarse a alguna profesión relacionada con el tema de salud, no rendirse y realizar sus estudios con entrega y pasión, además de tratar estos temas en sus aulas para conformar un frente que les permita ejercer su profesión con todas las garantías posibles.
*Se cambio el nombre de los entrevistados por seguridad de los mismos