“El Tatos”, el secuestrador que se adueñó de las cárceles del Edomex

1 noviembre, 2017

El 27 de mayo del 2007, en un operativo conjunto, la Procuraduría de la capital y del Estado de México detienen a 10 miembros de una banda de secuestradores y homicidas.

“El Banda” y “El Cesarín” eran los líderes de la organización criminal. Entre la decena de detenidos se encontraba un joven de 20 años llamado Luis Alberto González Nieto y conocido como “El Tatos”.

Antes de ser detenido, González Nieto vivía en la colonia Providencia, en la delegación Gustavo A. Madero.

Creció bajo el yugo de su abuela. Su mamá lo abandonó y su padre lo visitaba en muy contadas ocasiones.

En la escuela le decían «Ñoño» en referencia al personaje de El Chavo del Ocho, esto a causa de la obesidad temprana de Luis Alberto. 

Los estudios nunca se le dieron a tal grado que apenas llegó al sexto año de primaria, prefirió abandonar el colegio. En lugar de eso se dedicó a vender en un tianguis todos los sábados. 

Tres años antes de su detención, cuando tenía 17 años, le dispararon. «El Tatos» estuvo meses en el hospital y prácticamente lo daban por muerto. Salió de milagro.

La vida le dio otra oportunidad y no la aprovechó. Desde el 2007, “El Tatos” deambula sin sentencia por los penales mexiquenses. En 10 años ha estado en 12 de las 21 cárceles de la entidad.

De acuerdo con Maribel Cervantes, secretaria de Seguridad del Estado de México, un amparo interpuesto por la defensa de González Nieto es lo que lo tiene en el limbo judicial. Detenido, con órdenes de aprehensión en la Ciudad de México y varias causas penales abiertas.

Mismo amparo que lo había mantenido alejado de los penales federales de máxima seguridad.

Detención de «El Tatos». Foto: Reproducción.

Sin embargo, durante esta década dentro de los penales mexiquense, “El Tatos” no perdió el tiempo. De pasar a ser un delincuente de medio pelo, pasó a ser el amo y señor del sistema penitenciario.

Luego de llegar a un penal, González Nieto se hacía de una banda con la cual amenazaba a demás reos para que sus familias les depositara dinero o bienes inmuebles, si estos se negaban o las familias tardaban en realizar el pago, “El Tatos” y sus cómplices torturaban a los presos, grababan los flagelos y se los hacían llegar a los familiares.

Así, incitaban a las familias a hacer los pagos, con el miedo de que su familiar encarcelado fuera brutalmente asesinado.

La red de tortura y extorsión de “El Tatos” se realizaba bajo el conocimiento de las autoridades penitenciarias, sin que estos hicieran nada al respecto. Incluso, si llegaban a realizar alguna queja o denuncia, el destino de los reos involucrados se tornaba aún más gris.

Neza-Bordo, Chiconautla, Otumba y Almoloya de Juárez, son los penales de los que se tiene conocimiento, donde “El Tatos” implementó su red criminal. Sin embargo, pueden ser más.

El poder de «El Tatos» se reflejaba también en sus privilegios, mismos que compartía en sus redes sociales, en las cuales se jactaba de fumar marihuana y tener posesión de armas de alto calibre. 

El poder de «El Tatos». Foto: Facebook

Las torturas

El imperio de Luis Alberto González Nieto se encontraba bajo las sombras, hasta que una serie de videos difundidos por la Agencia MVT expuso las barbaries de la organización criminal en el penal de Neza-Bordo.

Los dos primeros vídeos fueron difundidos por dicha agencia el pasado 26 de octubre. En el primero “El Tatos” está dentro de una de las celdas de la cárcel del Bordo de Xochiaca, en Nezahualcóyotl.

El líder criminal viste únicamente el pantalón color naranja del uniforme de la penitenciaría, porta además una playera, gorra y lentes de marcas famosas como Convers y Ray Ban.

Junto a él, uno de los presos con quien dialoga. «El Tatos» le pregunta que cuando le van a pagar, mientras espera respuesta, el líder criminal le quema el pecho, la cara y la espalda con un encendedor y un aerosol. Un tercer preso cuida que el interno torturado no huya.

La víctima le reitera insistentemente que sus familiares le van a depositar el dinero, y pide a “El Tatos” que no lo siga quemando, que lo deje en paz. González Nieto responde: “¿cuándo van a depositar? ¿Qué te hago si no depositan?”.

La da un ultimátum: “si el viernes no depositan, te voy a quemar todo, y te voy a dar unos piquetes”.

En el segundo video, al menos tres sujetos, entre ellos «El Tatos», abordan a un reo dentro de una celda.

Aparentemente la víctima acababa de concluir una llamada con sus familiares para solicitarles que hagan un depósito a los criminales.  

De repente llega “El Tatos”, con un palo en la mano. Al ver venir a González Nieto, el reo suplica “sí lo van a hacer, sí van a pagar, sí van a hacer el depósito, ‘Tatos’, aguanta”.

Sin embargo, antes de decir palabra alguna, el líder criminal arremete contra el preso a palazos hasta que el palo se rompe. Eso no evita que el castigo termine y continúa golpeándolo. A “El Tatos” se suman dos de sus cómplices, quienes golpean a la víctima.

Pero eso no sucede, a pesar de que la víctima cae al piso, lo siguen golpeando, incluso aparecen dos sujetos más, presuntos cómplices de “El Tatos”, quienes también se van a golpes y patadas contra el joven, luego lo maniatan, le detienen una mano para golpearla salvajemente con el palo, luego la otra.

La tortura cesa, le ordenan al reo que llame a su familia al día siguiente y que regrese a su celda, se encierra y no diga nada.

Al día siguiente la agencia difundió un tercer video más brutal que los anteriores.

En la grabación la víctima ya aparece golpeado y bañado de sangre. Lo torturan, patean, le dan puñetazos, golpes en la cabeza con la palma de la mano, en las costillas, en la espalda.

Luego lo sientan, le ponen un cinturón al cuello y lo ahorcan. Suben el volumen a un reproductor de música, a su vez que acercan un aparato con un cable blanco, pelado de las puntas, con el que le dan toques eléctricos.

La música alta es para que no se escuchen los gritos del reo sometido. ¿La razones?, los mismos victimarios lo precisan: no ha pagado las extorsiones.

Finalmente, le colocan a fuerza un pasamontañas en la cabeza, lo voltean y le comienzan a arrojar líquido encima. Este líquido lo ponen a hervir previamente, es agua con azúcar, lo cual no sólo quema, sino que el azúcar caliente se mete por los poros al quemar la piel y provoca un dolor insoportable.

No bastándoles con el líquido, lo siguen golpeando y dándole choques eléctricos. «El Tatos» cierra la tortura: con un aerosol y encendedor le quema la cara, el pecho, la cabeza.

La complicidad penitenciaria

Erik Rosas Navarro tenía 34 años, había sido sentenciado ocho años y ocho meses por robo con violencia, sin embargo no cumplió ni la mitad de su pena.

Un supuesto intento de fuga que nunca existió colocó a Erik en el pabellón que se conoce como «La Fortaleza», que es el área de máxima seguridad del penal de Neza-Bordo.

Ahí conoció a «El Tatos», quien comenzó a acosarlo, luego a torturarlo, hasta que logró extorsionar a su familia.

Familiares y amigos de Rosas Navarro hicieron varios depósitos a una cuenta del Banco Azteca, incluso entregaron escrituras de bienes inmuebles.

Hartos de la situación, la esposa de Rosas Navarro denunció los hechos ante el director del penal, Luis Arias González.

Nueve días después Erik apareció muerto en su celda. Lo peor: El médico certificó la muerte de Erik Rosas Navarro «por asfixia mecánica», causada por el miso, es decir, para las autoridades penitenciarias se suicidó.

La familia de Erick recibió un cuerpo totalmente golpeado, con quemaduras de segundo y tercer grado en cara, pecho, plantas de los pies y genitales.

«El Tatos» pasó de secuestrador, a líder criminal en el Edomex. Foto: Reproducción.

El cobijo de las autoridades penitenciarias hacía “El Tatos” se evidencia aún más con su “club de la pelea”.

Un cuarto video, también difundido por Agencia MVT, muestra un espectáculo: dos reos pelean entre ellos.

Lo que pareciera una riña convencional, se trata de una “función de box” para “El Tatos” y tiene como invitados al jefe de seguridad del área y por lo menos cuatro custodios más.

El destino de “El Tatos”

Luego de darse a conocer los vídeos, Luis Arias González, director del penal de Neza-Bordo fue destituido.

“El Tatos” fue trasladado al penal de Chiconautla, donde los reos realizaron un motín por, entre otras cosas, su llegada; lo que provocó que fuera llevado a un penal federal, el 14 de Gómez Palacio en Durango.

Este Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) no es cualquier cárcel, es una especial para secuestradores, considerado una fortaleza con tecnología de punta, inaugurado apenas en 2014.

Cefereso 14 de Durango. Foto: Repruducción

Las celdas comprenden tres metros de largo por cuatro de ancho, son individuales. Cuentan con una cama rígida, un sanitario y lavabo, así como un escritorio, banco y repisa, todo en acero inoxidable.

Además de cuatro ventanas pequeñas que permiten la entrada de luz natural y una apertura de no mayor de un centímetro.

Así son las celdas. Foto: Reproducción.

En Cefereso número 14 de Durango ha sido el hogar de secuestradores como Daniel y Aurelio Arizmendi López, «Los Mochaorejas», recluidos por mutilar las orejas de sus víctimas para presionar a sus familias a pagar grandes cantidades de dinero.

También recibió a Marcos Tinoco Gancedo, «El Coronel», considerado uno de los secuestradores más sanguinarios del centro del país, operaba en Morelos, Estado de México, Hidalgo y la Ciudad de México.

Sin mencionar a Abel Díaz Lucas, «La Marrana», secuestrador que operaba en Guanajuato, Guerrero, Estado de México, Morelos, Querétaro, Puebla, Veracruz, CDMX, Michoacán y Oaxaca.

Ahora, el penal arropará a su más reciente criminal: Luis Alberto González Nieto, “El Tatos”.

El nido de los secuestradores. Foto: Reproducción.

El infierno carcelario del Edomex

El caso de “El Tatos” refleja las condiciones en las que se encuentran las cárceles del Estado de México.

Sobrepoblación, amenazas, esperas sin respuesta, carencias de abogados y demás conductas ilegales, todo bajo el resguardo de la corrupción, es el día a día que sentenciados y presuntos culpables viven en los centros penitenciarios mexiquenses.

Así lo señala la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Las irregularidades que engloban los penales del Estado de México, señala la encuesta, entorpecen la cotidianidad, el proceso penal y hasta la inserción social de los reclusos.

La primera traba y la más visible es la sobrepoblación. Cinco de los 37 centros penitenciaros del país con mayor sobrepoblación tienen sede en el Estado de México.

Los Centros de Prevención y Readaptación Social (CPRS) de Tlalnepantla, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Santiaguito y Chalco, están entre las cárceles con más densidad poblacional.

La sobrepoblación es tal que el 82.6% de los presos comparte su celda con más de cinco personas.

Cárceles en México: centros de exterminio

Además, sólo el 14% de los encarcelados pudo contactar a un abogado cuando fue presentado ante el Ministerio Público.

Asimismo, 26.7% de los reos mexiquenses recibió presiones o amenazas como principal motivo para declararse culpable.

En cuanto al tiempo que pasa entre que se encarcela al presunto culpable y se le dicta sentencia, en los CPRS de Tlalnepantla, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Santiaguito y Chalco, entre 42% y 51% de los reclusos esperan más de un año.

Dentro de las instalaciones carcelarias en el Estado de México, más de la mitad de los encarcelados fue víctima de al menos una conducta ilegal.

Para que funcione todo esto, debe de existir algo que los respalde y eso es la corrupción.

El ENPOL precisa que en las prisiones de la entidad, 57% de su población ha sido víctima de actos de corrupción en al menos una de las etapas relacionadas con su reclusión.

La preocupante realidad de los presos y las cárceles en México

 

 

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