Columna Rota: Marichuy, la vida de una joven estudiante arrojada a la impunidad

3 diciembre, 2018

Elideth Yesenia Zamudio es una mujer que imprime fuerza a su vida, es madre de cuatro hijas a quienes enseñó que en la vida debes luchar siempre por lograr lo que buscan ser.

Yesenia no se considera una víctima, siempre ha sido feminista, tiene la convicción de que las mujeres no necesitamos a nadie para ser felices y poder vivir una vida de amor, respeto y dignidad. Así era MariChuy, la tercera de sus hijas, llena de fuerza, independencia y dignidad.

Conocí a Yesenia el año pasado, llena de impaciencia porque diéramos a conocer la verdad de lo sucedido a su hija, hechos en los que por lo menos seis personas están involucradas cuando decidieron callarse, amparados en la impunidad, y la complacencia del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Y la total falta de sensibilidad de las autoridades de la Ciudad de México, sí, esa donde no pasa nada.

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Los gritos que la impunidad omitió

María de Jesús Jaimes Zamudio nació el 5 de abril de 1996, era estudiante en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura Unidad Ticomán, del IPN. Tenía 19 años y vivía cerca de la escuela, compartía departamento con dos compañeras, era una joven estudiante llena de proyectos, su promedio era de los mejores.

Yesenia la describe como desconfiada, dedicada a sus estudios y selectiva con la gente de fuera, pero siempre cariñosa con su familia; contagiaba su risa, su entusiasmo por vivir, se acaba de inscribir al gimnasio porque además era una mujer atlética.

Al filo de las 4 de la mañana del 16 de enero de 2016, Elideth recibió una llamada: “Mari sufrió una caída y va rumbo al hospital”. De inmediato se trasladó al departamento donde vivía su hija, al ver que no había nadie, inició la incesante búsqueda de su pequeña en los hospitales cerca de la zona.

“Era lo lógico” pero no, Mari había sido trasladada al Hospital de Balbuena. Al preguntar por alguna persona con las características de su hija, le dijeron que no estaba ahí, que solo había una mujer de mucho mayor edad que estaba en calidad de desconocida.

“Entré a verla, era mi amada Mari”, de inmediato le dijeron que tenía muerte cerebral, que ya no había nada que hacer, tenía fracturas, una en la pierna que ni siquiera le habían suturado, “su papá y yo decidimos trasladarla al Hospital Álvaro Obregón, en Balbuena estaban dejando morir a mi niña”.

La noche del 15 de enero de 2016, Marichuy fue invitada por G (Un compañero de la escuela y un profesor) a cenar y luego al karaoke; dos mujeres más formaban parte del grupo, algo no le gusto a Mari, testigos en el lugar narraron que se quería ir a su casa, sin embargo, el profesor y G no se lo permitió, más tarde la subieron a una camioneta y se dirigieron a la casa de la estudiante.

En el trayecto ella trató de bajar varias veces pero tampoco se lo permitieron, pretextaron que era por su seguridad.

Al llegar al domicilio, testigos declararon que Marichuy gritaba que la dejaran en paz y forcejeaba tratando de defenderse. Subieron al departamento y la jovencita siguió gritando, tristemente las dos romies con las que compartía apartamento jamás salieron de sus respectivos cuartos.  Rosa, una vecina de las estudiantes, al escuchar los gritos subió para ver qué sucedía, “ella vio al profesor y a G en la sala, de inmediato llamo a la policía.

Lo que sucedió después fue la “caída” de Mari desde el quinto piso, llamaron a la ambulancia. El paramédico, declararía después ante el ministerio público, que había unas 20 personas observando mientras Marichuy convulsionaba.

Ninguna dio el nombre de la joven, nadie de esas crueles almas, se ofreció a acompañarla al hospital.  De los acompañantes no se supo más nada. De todo esto Yesenia se enteró más tarde cuando inició sus investigaciones.

El 24 de enero en el Hospital Álvaro Obregón, ocho días después MariChuy, perdió la vida consecuencia de las múltiples fracturas que tenía:

“Desde un principio me dijeron que se había suicidado, Frida, Mari no habría hecho eso, yo no sabía qué hacer, estaba buscando a la gente con la que había salido, preguntando con los vecinos, qué había pasado esa noche, me llene de dolor al ver que ninguna persona sintió un poco de empatía con mi hija, nadie hizo nada por ella esa noche, solo Rosa”.

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¿Yesenia, qué has investigado este tiempo, qué sucedió esa noche?

“Sé que luego de que la arrojaron mi hija cayó parada, tenía las uñas llenas de piel de quienes la proyectaron herida, a mi niña Marichuy la vieron convulsionar. Estaba semidesnuda, su ropa estaba rota se la habían querido arrancar; los botones reventados por los forcejeos; ella, descalza, hasta hoy no sé cómo le quitaron las altas botas de agujetas que llevaba puestas.

En la habitación desde la cual la aventaron, había mechones de su cabello tirados. ¿Quién la sujetó por el cabello, al grado de arrancarle el cabello? Las botas tiradas, y llenas de yeso, como si la hubieran arrastrado. Los peritajes concluyen que fue arrojada contra su voluntad por la ventana”.  

Semidesnuda, humillada, golpeada y arrojada desde su ventana. En el departamento se encontraba uno de sus profesores en el Instituto Politécnico Nacional, y un alumno compañero de ella, además de las dos romies. Aun así, la unidad de feminicidios de la Ciudad de México, mantiene el caso como “homicidio doloso”.

Justicia y dignidad

Han pasado más de dos años desde que Mari fue arrojada por la ventana.  Elideth ha puesto quejas en Derechos Humanos, le han cambiado en tres ocasiones al Ministerio Público, todo se ha quedado estancado, en medio de la insensibilidad de un gobierno que se va, y la zozobra ante la respuesta de las nuevas autoridades.

 “No, no soy víctima Frida, no pedí estar aquí, estoy llena de dolor que he convertido en rabia, y no voy a parar hasta que la justicia llegue a mi niña, ellos siguen haciendo su vida el compañero que se encontraba en la casa de Marichuy se dedicó a rumorear que ella se había “suicidado”.

El profesor sigue dando clases. Nadie le debatió haber estado en la habitación de una alumna, otro de los supuesto compañeros de Mari, También se dedicó a esparcir los rumores de que se había suicidado.

A mi Mari, a ella le quitaron todos sus sueños, quisieron hacerla pasar como inestable cuando mi hija solo quería triunfar, casarse, tener hijos, y ahí, en ese grupo de gente está la verdad, y yo la quiero”. Concluye la madre.

*Para evitar entorpecer el proceso, nos reservamos los nombres de los involucrados.

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Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.

P.D. El apoyo que se otorga desde FridaGuerrera a cada familia, es sin fines de ningún tipo, el único objetivo es dar a conocer las historias de algunas mujeres que nos asesinan a diario, solo ayudar con acompañamiento a que llegue un poco de justicia.

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