“La corrupción socava las instituciones democráticas al distorsionar los procesos electorales, pervierte el imperio de la ley y crear atolladeros burocráticos, atrofia los cimientos del desarrollo económico de los países, menoscaba la calidad de vida, permite el florecimiento de la delincuencia organizada…”, así lo indicó la Organización de Naciones Unidas en la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción, firmada en 2004.
Y cada año, el de 9 de diciembre, se celebra el Día Internacional contra la Corrupción, el fin de ello es incentivar a que los distintos países en el mundo lleven a cabo medidas para el combate frontal a esta problemática, y con dicho contexto se decretó un día mundial para ello.
Esto, no podemos negar es uno de los males que más les preocupa a los mexicanos. El 88% de ellos manifestó que este fenómeno es “frecuente o muy frecuente” en nuestro territorio, según la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2015 que realizó y dio a conocer el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
De acuerdo al ranking mundial que realiza anualmente la organización Transparency International, en la que mide el índice de Corrupción, de 176 países, México ocupó el sitio 123; de 100 puntos posibles, nuestro país obtuvo 30.
Los Estados peor evaluados en esta materia son Siria, en el lugar 173, Corea del Norte en el 174, Sudán del Sur en el 175 y el último lugar aparece Somalia con el puesto 176.
En contraparte, el lugar número 1 fue para Dinamarca; el segundo puesto fue para Nueva Zelanda y el tercero lo ocupó Finlandia.
Corrupción como un fenómeno de incentivos
“En México, este tema está basado en incentivos, más allá de dejarlo al simplismo de que es algo cultural”, comenta el Director de Anticorrupción del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Max Kaiser.
Quien ha opinado que esta problemática obedece a un “asunto cultural”, es el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que ha reiterado este discurso en distintas ocasiones; incluso, durante el Foro Económico Mundial, llevado a cabo en 2015, instó a reconocerlo de este modo, y construir una cultura ética en la sociedad mexicana.
“Una empresa que ha dado sobornos aquí en México lo hace por que hay incentivos, y tal vez eso no lo haría en otro país. Por ejemplo, en Estados Unidos, si lo hace allá podría convertirse en una empresa aborrecida en el área donde se busque desempeñar, basado en las leyes locales”, relató en entrevista para W Radio, Kaiser, quien también es asesor en Naciones Unidas en temas del combate a la corrupción.
Además, el fenómeno se expande si el medio lo alienta o lo premia. Cuando se combina corrupción e impunidad el tema se expande. El segundo paso es que se hace sistema, todo un órgano y toda una institución comienza a hacer lo mismo, utilizar la corrupción para hacer cualquier trámite, proceso, licitaciones o compras.
El tercer paso, es la corrosión en la capacidad de la institución para proveer un buen servicio. Si su área es proveer de salud, deja de darlo del modo óptimo, añadió el también miembro de la ACAD (Anti Corruption Academic Initiative) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
“Tal es el caso de un servidor público que nota que su compañero de enfrente no le pasa nada, a pesar de que ya se ‘voló una lana’, y con eso ya cambió de casa, de coche, y no le pasa nada, el servidor público copia esa conducta y se va replicando en otros más”, comentó para el programa radiofónico de Martha Debayle.
¿Qué hacer para combatir la corrupción?
Una de las estrategias que refiere el investigador, es como ciudadanos decir “no” a estas prácticas. Aún existe la percepción de si sólo uno lo hace, será excluido de alguna forma social, debido a que es una práctica cotidiana en ciertos sectores.
El segundo nivel de combate a la corrupción es denunciar, y tercero es organizarse.
“Supongamos que un constructor en la Ciudad de México no quiere sobornar para obtener los permisos necesarios para su obra. Puede comenzar por decir ‘no’, posteriormente denunciar quién solicitó tal soborno y organizarse con otras constructoras que también les hayan requerido ese pago. Es más difícil tratar de intentar cerrar y clausurar sin justificación a un grupo”, refirió.
“En México vemos un día tras otro a empresas y servidores públicos que contiene actos de corrupción, uno tras otro, y no les pasa nada. Tiene que ver con que no tenemos un Estado diseñado para ello, que implica cuatro factores: detectar, investigar y aprender de todo eso para prevenir”.
Éstos son los pasos que han hecho los países mejor calificados en la lista de Transparency International. Estados que han invertido en una estructura investigadora y que aplica sanciones jurídicas, y que, socialmente son países que aborrecen la corrupción, destacó el investigador.
El reto de acabar con dicha problemática sigue vigente, por ahora se ha conformado el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), aunque su operación no está completa. Aún o se ha nombrado a un fiscal, aunque ya cuenta con un Comité de Participación Ciudadana conformada por cinco ciudadanos, expertos en el tema y apartidistas, cuya tarea es vigilar las tareas del Sistema, el cual ya opera, aunque sin presupuesto para una oficina donde sesionar, ha señalado en distintas ocasiones su presidenta, Jacqueline Peschard.
La Función del SNA urge en un país donde vemos noticias tras noticias casos de desaparición de recursos públicos que terminan en empresas fantasmas y no en el combate a problemáticas como la pobreza, y en el cual la corrupción consume hasta el 10% del Producto Interno Bruto, según una estimación del IMCO.