El “muro de la paz”, las vallas que el gobierno de AMLO colocó alrededor de Palacio Nacional para evitar daños al inmueble durante la marcha feminista del 8 de marzo, no fue gratis, costó varios cientos de miles de pesos del erario.
Desde las primeras horas del 5 de marzo, un grupo de personas comenzó a colocar vallas alrededor de Palacio Nacional, en el corazón de la Ciudad de México.
Para antes de que saliera el sol, el inmueble donde el presidente Andrés Manuel López Obrador da sus conferencias, despacha, come y duerme, quedó resguardado; como si los vastos militares que rodean el recinto no fueran suficientes para protegerlo.
El amurallado Palacio Nacional tenía un motivo: tres días después, el 8 de marzo, miles de mujeres se reunirían en el marco del Día Internacional de la Mujer para exigir justicia ante los crímenes de género que no hacen más que ir al alza.
El contexto no era cualquiera. También exigían el retiro de la candidatura de Morena por la gubernatura de Guerrero a Félix Salgado Macedonio -respaldado por el presidente-, quien tenía sobre sus hombros señalamientos por delitos sexuales contra al menos tres mujeres.
Las feministas parecen ser el único movimiento que logra preocupar al presidente. Por ello, López Obrador no escatima en gastos cuando protegerse de ellas se refiere.
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De acuerdo con la Dirección General de Recursos Materiales y Servicios Generales de la Oficina de la Presidencia de la República, el costo de las vallas colocadas en Palacio Nacional fue de 786 mil 500 pesos.
Así lo señalan documentos de la Oficina de la Presidencia de la República obtenidos por FrojiMX, vía transparencia.
“Derivado de una búsqueda exhaustiva, amplia y razonable de la información en los registros, archivos físicos y electrónicos que obran en la Dirección General de Recursos Materiales y Servicios Generales, se informa que el costo de las vallas fue por la cantidad de $786,500”, se lee en la respuesta a la solicitud de información.
¿EL MURO DE LA PAZ?
La primera reacción de las feministas ante las vallas fue hacer de estas un antimonumento con el nombre de las víctimas de feminicidio. No fue sorpresa cuando dijeron que los nombres de las mujeres y niñas asesinadas no cabían en el enorme amurallado.
Al día siguiente de ser colocadas, el vocero de la Oficina de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez Cuevas, dijo que las vallas eran “para cuidar el patrimonio de todos los mexicanos y evitar la confrontación”, luego le puso nombre: “el muro de la paz”.
El pdte. @lopezobrador_ da garantías a las manifestaciones del 8M. El cerco de Palacio Nacional es para proteger y no para reprimir; para cuidar el patrimonio de todos los mexicanos y evitar la confrontación. Es un muro de paz que garantiza la libertad y protege de provocaciones
— Jesús Ramírez Cuevas (@JesusRCuevas) March 6, 2021
Unas horas antes de que iniciara la marcha del “#8M”, el presidente secundo las palabras de su vocero: “se puso una valla para evitar la violencia […] no queremos heridos, no queremos que nadie se afecte, tenemos que cuidar a las mujeres […] si no ponemos la valla, hay que poner a granaderos, mujeres u hombres, frente a frente”.
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Aún así, durante la marcha el “muro de la paz” se convirtió en el centro de los hechos de violencia.
Detrás de las vallas, uniformados lanzaban gas lacrimógeno y humo, mientras que las manifestantes regresaban los artefactos y golpeaban el muro. La imagen de una joven regresando una bomba de humo salida de atrás del “muro de la paz” se convirtió en un símbolo de la marcha. “La Reinota”, la apodaron.
El “muro de la paz” no fue suficiente. Incluso partes de él fueron derribadas por las manifestantes. Quizá hubiera sido más fácil combatir la violencia de género que ha crecido en el actual gobierno.
Entre 2018 y 2020, todos los delitos relacionados a la violencia de género han ido en aumento, según datos oficiales.
Las denuncias por crímenes sexuales aumentaron un 26.2%, los casos de mujeres víctimas de trata de personas incrementaron un 26.1%, las denuncias por violencia familiar aumentaron 22.11% y los casos de violencia de genero se dispararon un 79.6%.
Los feminicidios aumentaron un 6.8%, mientras que los asesinatos de mujeres -que no fueron considerados como feminicidios- incrementaron 1.1%.
Por su parte, las llamadas de emergencia por violencia contra la mujer aumentaron un 51% y las realizadas por crímenes sexuales un 14.4%.