Eran las 8:30 de la noche del 25 de diciembre de 2016, Belén Mirallas caminaba por las calles de Playa del Carmen en Quintana Roo, proveniente de Argentina, la joven se encontraba en el paraíso turístico mexicano como parte de sus vacaciones decembrinas.
La argentina seguía su rumbo cuando un hombre se le acercó y comenzó a hablarle. El sujeto le contó que trabajaba como guía de turistas en el lugar, que hacía tour en motocicletas, incluso le relató que se encontraba separado de su pareja y que tenía una hija.
Luego de contarle un poco sobre su vida, el desconocido intentó entablar una conversación con Belén preguntándole si tenía novio. La mujer le contestó que sí, que mantenía una relación de seis años con su pareja y que regresando a Argentina pretendía casarse, sin embrago, eso no era cierto, lo mencionó con la intención de que el sujeto desistiera.
Pese a ello, el individuo continuó insistiendo, por lo que Mirallas, en un intento más de desafanarse de la manera más amable posible, le dijo que lo disculpara pues tenía que hacer una llamada.
Dicho eso el sujeto dejó seguir su camino a Belén. Ella, tras dejar atrás al desconocido, llamó por teléfono a uno de sus amigos.
Ya con la conversación telefónica avanzada, el incómodo incidente había desaparecido de la mente de la joven argentina, quien en ese momento quedaba de acuerdo con su amigo para definir cuáles serían los planes de la noche.
Fue en ese momento cuando el sujeto volvió, sin que Belén se diera cuenta, y la atacó por detrás, tirándola al piso, donde intentó violarla, sosteniéndole el cuello y le tapándole de la boca, mientras le decía “cállate, perra”.
Por suerte, Belén había aprendido defensa personal en varios de los campamentos a los que había asistido, por lo que puso resistencia. Logró liberarse de una mano, le apretó la tráquea. Éste respondió con un puñetazo en la cara, sin embargo, ella no dejó de presionar su cuello, lo que provocó el suficiente daño como para dejarla y comenzar a correr para perderse entre la oscuridad de la ciudad y la playa.
Tras el ataque, Mirallas se encontró con personal de seguridad con quien intentó encontrar a su agresor, sin éxito.
Sin embargo, durante la búsqueda del sujeto encontraron unas tijeras justo en el lugar donde fue atacada, lo que hizo pensar a Belén que su victimario no sólo quería violarla, también asesinarla.
Después de la búsqueda, Belén quiso hacer su denuncia ante las autoridades mexicanas, con quienes tuvo una pelea, pues estos insistían en preguntarle si no había sido un intento de asalto y no de violación como ella aseguraba.
Belén Mirallas relató lo que sufrió en costas mexicanas a través en un video publicado en su cuenta de Facebook personal, el cual tiene casi 2 mil reacciones, más de 2 mil 400 compartidas, 379 comentarios y 164 mil 807 reproducciones y contando.
“Yo gustaba de viajar, ahora solo quiero quedarme en mi casa […] disfrutaba de mi propia compañía, ahora no puedo estar sola”, lamentó Mirallas.
“Yo estoy bien, pero las mujeres en general no lo están. Nos están matando”, concluyó así la joven argentina.
Belén tuvo suerte y lo sabe, incluso en su relato señaló que, pese a saber artes marciales, tuvo más fortuna que preparación; pues su destino no era ser únicamente violada, sino asesinada.
En México, en los primeros tres meses del año se han denunciado 3 mil 75 violaciones, mientras que durante todo el 2016 se registraron 12 mil 940 casos, según información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)
La misma instancia señala que desde el 2012 hasta marzo del 2017, en México se han denunciado 69 mil 27 casos de violación, lo que significa que en el país ocurren en promedio 36 ataques sexuales al día, es decir tres violaciones cada dos horas.
En los últimos cinco años, sin falta, el Estado de México ha encabezado la lista de las entidades donde se registran más violaciones, con un promedio de 2 mil 100 casos al año, seis al día.
Pese al gran número de denuncias, en el país sólo 3% de los ataques se castiga, de acuerdo con la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), incluso, el organismo señala que de 2010 a 2015 se habrían cometido más de dos millones 900 mil ataques sexuales en el país, pero el 94% no fueron denunciados.
El mismo CEAV asegura que en México los delitos sexuales no se miden con la misma vara, pues no existe una ley homologada o general para este tipo de ilícitos, por lo que cada entidad define a su criterio las sanciones que se aplican e incluso si algún tipo de agresión se castiga o no.
Y la violencia contra las mujeres no queda ahí, pues no todas las féminas se libran de un ataque como lo hizo Belén, incluso este termina en la muerte de la víctima.
Desde el 2012, más de 10 mil mujeres han sido asesinadas en México, de los cuales sólo el 19% se han tipificado como feminicidios, según una investigación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), en colaboración con la plataforma CONNECTAS y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés).
Cabe señalar que para que un feminicidio sea catalogado como tal, el delito debe presentar características determinadas, las cuales varían por entidad. Por ejemplo, en el Estado de México, el código penal señala que la muerte de una mujer es feminicidio cuando la víctima presente signos de violencia sexual, que se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, que existan antecedentes de violencia, que haya existido entre la víctima y el agresor una relación sentimental o de confianza, amenazas previas, que la víctima haya sido incomunicada o que el cuerpo de la víctima haya sido expuesto.
En la investigación llamada Feminicidios Ocultos, se solicitó a cada una de las Procuradurías y Fiscalías de los 32 estados, el número de homicidios dolosos violentos contra mujeres, así como las especificaciones de la causa de la muerte.
Las autoridades estatales reportaron que de enero de 2012 a junio de 2016 habían sido asesinadas en forma violenta en todo el país 9 mil 581 mujeres, pero sólo mil 887 de esos crímenes fueron tipificados como feminicidios.
Al menos 7 mil 694 mujeres que fueron asesinadas a balazos, descuartizadas, violadas, asfixiadas o golpeadas hasta morir no fueran reconocidas como víctimas de feminicidios.
En el análisis de datos se identificó que algunas Procuradurías o Fiscalías reportaron menos crímenes de los que en realidad ocurrieron, pues estas mismas instancias informaron al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) 10 mil 203 homicidios de mujeres en todo el país en el mismo lapso, es decir mil 648 homicidios menos.
Con dichos datos se puede decir que en México cada día son asesinadas entre 6 y 7 mujeres.
El Estado de México ocupa el primer lugar nacional en homicidios de mujeres, con 396 casos ocurridos en 2015. Sin embargo, Guerrero es la entidad con la mayor tasa de crímenes de género, con casi 12 casos por cada 100 mil mujeres.
Pese a las cifras alarmantes que van en aumento, las autoridades parecen no ver lo que en realidad está pasando. Estos no juzgan con perspectiva de género y al tener un caso de posible feminicidio prefieren sentenciar los casos como homicidio doloso.
Para la abogada Karla Salas Ramírez, las mujeres asesinadas con las características penales aplicables a la figura del feminicidio y que no son reconocidos como tal, entran directo al saco de la Impunidad.
En algunos Códigos Penales, cuando un sujeto que comete un crimen en estado de emoción violenta sufre una conmoción tan intensa que provoca un desorden del comportamiento, la pérdida de su capacidad reflexiva y de sus frenos inhibitorios, lo que desencadena un delito del que prácticamente él no fue responsable. De esta manera la justicia trata de justificar los crímenes violentos.
En entrevista con MCCI, Salas explica que antes de que existiera la palabra feminicidio, las autoridades usaban los llamados “crímenes pasionales” para disminuir tanto el impacto social que la muerte de una mujer a manos de su pareja provocaría, así como reducir la pena de los victimarios.
“Había entidades federativas en las que un feminicida podía alcanzar una pena de tres meses. Las víctimas tienen un grado de responsabilidad porque no es que el sujeto que las amara las quisiera matar, sino que él no aguanto la infidelidad, la deshonra que generó esta mujer y entonces él simplemente no pudo controlarse, así que las asesinó”, indica la abogada.
Lo mencionado por Karla es una justificación vigente aún en la ley y sólo los estados de Baja California Sur, Estado de México, Hidalgo, Quintana Roo y Tabasco especifican que la reducción de la pena no es aplicable cuando se trata de un homicidio cometido contra un cónyuge, concubina, concubinario o persona que tenga o haya tenido una relación de noviazgo.
Por más que los gobiernos estatales y municipales, así como el federal, mantengan un discurso de cero tolerancia a los delitos de género, en los hechos la situación real se expone.
Incluso, la Alerta de Genero, un mecanismo de protección de los derechos humanos de las mujeres que consiste en un conjunto de acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia contra la mujer, se ha aplicado sólo en algunos municipios de siete de las 32 entidades del país.
Sin embargo, diversos organismos no gubernamentales afirman que dicha alerta se ha aplicado con fines políticos.
“La necesidad de una justicia real ha llevado a que los mismos familiares y amigos de las víctimas tomen las investigaciones en sus manos; ya no solo convocando a marchas, sino también buscando la evidencia que la autoridad no solicita de inmediato, recreando los últimos minutos que vivieron las mujeres antes de ser asesinadas, pedir grabaciones de las cámaras de vigilancia de las calles y en algunos casos buscando dónde se oculta el aparente responsable”, señala la periodista Valeria Duran en la investigación Feminicidios Ocultos.
Y concluye: “Los feminicidios en México aumentan, aunque oficialmente permanecen en la sombra”.
Ser mujer en un mundo dominado por los hombres es todo un reto, más si se vive en un país tradicionalmente machista como lo es México, donde las agresiones sexuales, los feminicidios, la trata de personas, acompañados de otros delitos que no distinguen género como el secuestro, la extorsión y el robo, son el pan de cada día.
La violencia de género es un problema grave en todo el país, que se empezó a expandir sin que nos diéramos cuenta, bajo la ausencia no sólo de las autoridades, sino de la sociedad en general, hasta al punto que hemos llegado.