Columna Rota: Samanta, siempre niña

3 mayo, 2019

A Lupita, Loreto, Diana, Daniela, Ximena, Kimberly, Cristal, Camila, Alexa, Rubí, Esmeralda, Valeria, Valentina, Jennifer, Emily y César Emiliano. Más de trescientos nombres de 2016 a la fecha que no caben en tan reducido texto.

Cuando yo era pequeña anhelaba el “Día del Niño” por el simple hecho de que en la escuela nos festejaban, nos llenaban de dulces y era un día donde los maestros y maestras bailaban para nosotros, todo era algarabía y dicha.

Es la mejor etapa porque nada te debe preocupar, solo eres niña. Mi mamá me decía: “Tú ocúpate por estudiar”.

Ser pequeña en casa era otro tanto de magia, aunque había carencias, mis hermanas y yo éramos felices jugando, nada nos parecía mejor que pasar los viernes jugueteando en la calle: encantados, escondidas, reír y a veces preocuparte por las tareas, pero nunca porque te fueran a asesinar.

El primer feminicidio documentado de este 2019 fue el de Camila, nuestra niña de Chalco que solo salió a tronar sus ratoncitos frente a su casa a 25 pasos de quién más tarde supimos fue su asesino. El mensaje fue dantesco y alarmante porque el primer feminicidio de esté año fue el de una niña de 9 años.

Sin embargo, en lo que va de este 2019 ya hemos documentado 33 feminicidios infantiles, de los cuales 16 son con identidad reservada: Camila, Vanessa Vázquez, F.E, Daniela González Pérez, Tábata, Gisell Garrido, Joselyn M.V , Guadalupe Villaseñor Delgado, Miriam Soto Monroy, Gabriela, Daniela, María Yessenia, Romina N, Ana, Isabela Fernández, Jennifer Sánchez y Perla Jaqueline.

Bebitas y niñas no mayores de 14 años asesinadas a golpes y violadas, sin contabilizar en este vergonzante compendio a aquellas pequeñas que han sido asesinadas en compañía de sus familias, padres y madres.   

Samanta Cristell nació el 31 de agosto de 2017 en el Estado de México, su madre, Daniela, era soltera y no la había registrado porque en julio de 2018 empezó a vivir con Aarón y estaba esperando a “formalizar” su relación con él, ya que sus dos hijas, una de cuatro y Samantha le decían “papá” (sic).

Daniela vendía quesadillas de 8 de la mañana a 6 de la tarde. Aarón se hacía cargo de las dos niñas porque él no trabajaba.

El 22 de abril de 2019, policías que patrullaban en las calles de Ecatepec, se percataron de que un sujeto llevaba a una pequeña a la que iba golpeando severamente en el rostro, al empezar a observarlo con discreción advirtieron que la pequeña de un golpe certero fue estrellada contra una pared, la pequeña cayó al seco pavimento y empezó a convulsionar, fue entonces que la policía actuó de inmediato evitando que el sujeto continuará ejerciendo su violencia contra la pequeña.

La niña fue llevada a urgencias por su abuela materna y a petición de ella, Aarón fue detenido, trasladado y puesto a disposición ante las autoridades, mientras que Samanta ingresó a la clínica 76 del IMSS en estado grave.    

Ahí los médicos se percataron de lo peligroso de su estado. No era la primera vez que Samanta era golpeada por Aarón, refirió su abuelita, con quien su hija tenía viviendo 10 meses, además de que la niña presentaba visibles huellas de maltrato, equimosis en diversas partes del cuerpo, desnutrición, y para no fallar a la negligencia no estaba registrada, una vez más una pequeña nacida bajo todas las condiciones favorables a la desatención, que pocas veces se vigila e importa que genera el escenario idóneo para ser vapuleada, quemada y exterminada.

La pequeña Sam fue registrada el 23 de abril, cuando ya estaba internada con un pronóstico grave, ante la dejadez de quien se supone debería cuidarla y amarla.

Daniela no alcanzaba a comprender el grave daño que su omisión y “normalización” de la violencia generó. Para ella era normal que Aarón les diera “nalgadas” a sus niñas, además de que justificaba dicha violencia con qué “él se desesperaba con las niñas, por eso les llamaba la atención”.

El 24 de abril, Samanta no resistió más y el Traumatismo Craneoencefálico severo que presentaba con fractura y hemorragia del lado derecho del cráneo, el edema cerebral, además de la anemia aguda secundaria que padecía hicieron estragos en su pequeño cuerpecito.

Sam perdió la batalla ante la bestialidad de Aarón, la falta de amor y la falta protección de Daniela que hicieron devastaciones en ella; la niña fue asesinada ante la indiferencia de muchos que quizás advirtieron que era violentada, pero que cómplices callaron.

Perdió la batalla frente a las autoridades que deberían vigilar el bienestar de las y los infantes en este país y que seguramente hoy llenarán sus redes sociales de frases cargadas de amor para los y las niñas evidenciando con esto su falta de compromiso real con estas niñas.

Sam es de aquellas que no se ven, las que no importan, las que nacen en asentamientos olvidados por el oropel de la vida diaria de estos personajes, es de aquellas que son ignoradas por sus caras llenas de mocos “porque seguro así decidieron vivir”, esas niñas que solo son usadas cuando hay campañas para hacer la foto de la falsa empatía.

Sam es una más de las chiquillas que son parte de las estadísticas diarias de este país que solo se lamenta de vez en cuando ante la muerte, estas pequeñas que son de nadie pero que deberían ser de todas y todos. Samanta no sobrevivió ante la indiferencia de los medios de comunicación que ni siquiera tomaron nota de su asesinato.

En el Día del niño y la niña en México se celebra sangrante que a diario es apuñalado, que todos los días muere de apoco porque están asesinando a su presente y futuro.

Hoy en Voces de la Ausencia estamos recordando también a algunas de nuestras pequeñas que nunca serán adultas porque no se los permitieron, nuestras bebas que quedarán inmortalizadas en la niñez porque adultas jamás serán: la mezquindad de seres sin entrañas no se los permitió. Samanta se unirá a estos eternos tiernos rostros que solo a algunos les motiva a luchar para evitar que esto siga sucediendo.

Esta semana tal vez compartas tu foto cuando eras niña o niño porque lo amerita, y no pensarás que en este preciso momento una pequeña está siendo aterrada por los gritos de un adulto; alguna más siendo azotada porque no deja de llorar; no pensarás en esa otra que está siendo violada para satisfacer los bajos instintos de un inicuo que sin más la usará para desecharla después como si fuera la envoltura de un dulce.

Los días de la niñez tranquila se han acabado, sí, antes pasaba, pero de que las calles, escuelas y casas eran más seguras, sin duda lo eran, no es que se vean más ahora, es que generaciones atrás algo se rompió en las sociedades, algo muy grave sucedió y debemos reconocerlo para rectificar. Hoy es día de callarnos, de sentir vergüenza, de que en lugar de alardear en redes sociales vayamos a abrazar, vigilar y cuidar a aquellos niños y niñas que siguen vivas porque 28 niños y 34 niñas menores de 14 años han sido asesinados en lo que llevamos de este 2019. Y parece que a pocos nos importa. ¡Perdón Samanta!

                                                                                                                 abril 2019

Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.

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