México: de las reformas al estancamiento educativo

29 abril, 2019

Varios son los cambios por los que México ha pasado en materia educativa desde el 2000, cuando comenzó a ser aplicado en las escuelas el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), el cual es aplicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ODCE).

Para el país estos últimos 19 años en materia educativa han significado cambios constitucionales y creaciones de instituciones impulsadas por las distintas administraciones federales anteriores: durante el sexenio de Vicente Fox la acción más importante fue emprendida en el 2002 con la creación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).

Mientras que con Felipe Calderón se aprobó en el 2011 la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB), la cual estaba enfocada en impulsar la formación integral de todos los alumnos de preescolar, primaria y secundaria a fin de fortalecer el “desarrollo de competencias para la vida y el logro del perfil del egresado, a partir de los aprendizajes esperados.”

Mismo modelo que fue sustituido en el 2013 con la aprobación de la Reforma Educativa impulsada por el ex presidente Enrique Peña Nieto, la cual mantuvo como eje principal la evaluación obligatoria y con consecuencias para los profesores. En tanto que Modelo Educativo tenía un enfoque con las competencias para “aprender a aprender”.

Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador vio la semana pasada en la Cámara de Diputados la aprobación de su Reforma Educativa. La cual contempla la sustitución del INEE por el Centro para la Mejora Continua de la Educación, cuyo consejo directivo estará integrado por siete miembros, además de un consejo consultivo conformado por académicos y padres de familia.

Aunado ello, por primera vez el artículo tercero de la Constitución señala que la impartición de la educación será de manera obligatoria desde nivel prescolar hasta nivel superior: “La educación preescolar, primaria y secundaria conforman la educación básica; esta, la media superior y la superior serán obligatorias».

Sin embargo, desde el 2000 hasta el 2015, que fue aplicada la última evaluación PISA, lo único que no ha cambiado es que México sigue permaneciendo en el último lugar de entre todos los países a los que la OCDE ha evaluado.

En la primera evaluación del 2000, la materia que tuvo más relevancia en la prueba fue la “lectura”, la cual a todos los países a los que se les aplicó tuvieron una media de desempeño de 494 puntos, de los cuales los alumnos mexicanos obtuvieron 422 puntos. Sin embargo, en el 2009 cuando este examen fue aplicado nuevamente no existieron grandes avances debido a que el promedio nacional fue de 425 puntos.

En esta misma situación en el año 2003 y 2012 la materia que tuvo mayor peso en la prueba fue matemáticas, de la cual el promedio de buen desempeño fue de 499 y 496 puntos, respectivamente. De los cuales los alumnos mexicanos obtuvieron 385 y 413 puntos.

Asimismo, las evaluaciones enfocadas mayoritariamente en Ciencias fueron aplicadas en el 2006 y 2015, en la que los estudiantes mexicanos lograron una puntuación de 410 y 416. Cuando el promedio fue de 498 y 493.

El desempeño de México en esta evaluación ha sido catalogado por la OCDE como una situación en la que el país siempre ha sido y sigue siendo decepcionante, con un rezago de 2.5 años en el aprovechamiento escolar de los alumnos.


Un sistema que se tambalea

En la actualidad, 30.7 millones de alumnos se encuentran matriculados en las 244 mil escuelas que existen en el país, los cuales son atendidos por 1.5 millones de docentes. Siendo la educación básica el sistema más grande al contar con el 83% de total de la matrícula, es decir, 25.4 millones de alumnos que asisten a 226 mil planteles.

Mientras que la educación media superior esta conformada por 5.2 millones de alumnos que estudian en 18 mil escuelas.

De acuerdo con el reporte la Educación Obligatoria en México. Informe 2019, elaborado por el INEE, en el país la cobertura educativa en niños de 6 a 11 años de edad es prácticamente universal, siendo a los 12 años cuando la tasa de asistencia comienza a disminuir principalmente entre la población en condiciones vulnerables.

Según el informe, del total de los niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza registran entre los 12 a 14 años una asistencia del 77.5%, sin embargo, cuando están entre los 15 y 17 años disminuye en un 48.4%.

Esto sin tomar en cuenta que se estima que 4.8 millones de mexicanos de entre los 3 y 17 años de edad no asisten a la escuela, según datos de la Encuesta Intercensal 2015.

Sumado a esto, el 45% de las escuelas de educación básica carecen de drenaje, el 20% no cuenta con una red de agua potable y el 5% tampoco tiene energía eléctrica.

Ante esto, el INEE señala que, si bien el Gobierno ha priorizado el fortalecimiento de la calidad de la educación en programas y estrategias enfocados en la construcción, rehabilitación y equipamiento, ésta no cuenta con un plan equitativo que se ocupe con mayor fuerza de la localidades rurales y rezago social.

“La política de INFE carece de un eje articulador que permita potenciar sus efectos, puesto que las lógicas internas implícitas en su diversidad conforman un intricado esquema de objetivos, unidades responsables, criterios de selección, niveles educativos y componentes de atención diversos.”

En la última evaluación PISA que fue aplicada por la OCDE a México en el 2015, se indicó que el problema del sistema educativo del país es que no se encuentra enfocado al mérito, es decir, premiar el esfuerzo de los alumnos.

Según el INEE en el nivel básico el 49% de los alumnos que egresan del sexto de primaria alcanzan el nivel I de desempeño y solo el 3% alcanza el nivel IV.

En este mismo sentido, pero en Matemáticas el 59% de los alumnos de sexto primaria alcanza el nivel I y el 8% el nivel IV. Mientras que los de secundaria alcanzan el 65% y el 5%, respectivamente.

Según el informe del INEE, los obstáculos que siguen presentándose en el sistema educativo nacional es que el acceso, la cobertura y el logro educativo no están plenamente garantizados, además de que la acción del Estado no ha sido suficiente para el desarrollo de sistemas robustos de información.

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