El Hoyo
Foto: Netflix

“El Hoyo”: contagio económico y social, más redención

16 junio, 2020

La mitología griega cuenta que cuando Pandora abrió la caja prohibida, todos los males y calamidades se esparcieron por todo el mundo. Entre ellos iban las enfermedades, epidemias y pandemias, contagios bruscamente propagados por individuos y sociedades –ahora países y continentes– y prácticamente todo el mundo.

Sin embargo, debajo de dicha caja permaneció la esperanza para cualquier vicisitud, como pueden ser la inteligencia, la espiritualidad y el avance científico, así como tecnológico. Para los padecimientos, todo tipo de vacunas preventivas, curas y paliativos.

En esta primera mitad del 2020, no hace falta hablar más de la pandemia del coronavirus, del dichoso Sars-Cov2 que nos ha robado días, semanas, meses y a miles la vida, sueños, ilusiones. Las noticias bombardean un día y otro también un sinfín de datos hasta la locura, hasta no comprender cómo es que la humanidad llegó a este punto imaginablemente de no retorno.

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Sin embargo, la cultura y literatura nos habla del eterno retorno. No se diga de la espiritualidad en sus distintas modalidades, como las religiones.

El eterno retorno es una concepción filosófica del tiempo postulada por el estoicismo. Planteaba una repetición del mundo en donde éste se extinguía para volver a nacer. Bajo esta concepción, el mundo era vuelto a su origen por medio de una conflagración donde todo ardía en fuego. Una vez quemado, se reconstruía para que los mismos actos ocurrieran una vez más en él.

Para Nietzche, la idea del eterno retorno lo veía más como una motivación ética y un desafío existencial. Una motivación para evolucionar la forma en que conducimos nuestras vidas, sin remordimientos hacia el pasado y sí reconocer que aún como se ha vivido esta vida, desear volverla a vivir.

“El Hoyo”, con o sin spolier

En este preciso momento histórico, en el cine hispanoparlante la película El Hoyo. Galder Gaztelu-Urrutia, el director de la cinta que se volvió rápidamente en un filme de culto al grado de reconocérsele como “la película de la pandemia”, reconoce que en ella hay una crítica a la vida terrenal, al capitalismo actual, donde la distribución de la riqueza es desigual y el acceso al único bien de valor, la comida, corrompe y provoca avaricia por lo mundano y banal. Donde también el socialismo es reflejado como un totalitarismo con visión única y la violencia como método para imponer su criterio.

Asimismo, claramente se puede observar una referencia a la lucha de clases y la ausencia de lo que el marxismo define como conciencia de clases, donde los individuos no entienden que  están en la misma condición social pese a estar en niveles diferentes y no creen en la justa distribución de la riqueza.

El Hoyo

Todo lo anterior, contagios de un virus social que saca la podredumbre del modelo económico y social que permanece hasta nuestros días.

Como humanidad, para quien no ha visto el filme, espiritual o religiosamente hablando, puede entenderse, es libre albedrío, que llegar al fondo, al hoyo es una especie de “víacrucis”. En contraparte, arriba, está Dios y lo que ofrece es toda la naturaleza. Y la redención del personaje central, similar a Jesucristo como luchador social “de izquierda” que renuncia a su privilegio para cambiar la realidad de ese mundo donde está atrapado, el hoyo, lo busca por medio de la bondad, el renacer de la esperanza. Eterno retorno.

Más sobre cine “contagioso”

Ahora con la nueva realidad, nueva esperanza. El cine también nos da la oportunidad de hacer paralelismos interpretativos. Me vienen a la mente varias películas que sirven de ocasión que nos recuerdan lo frágil que es el humano a la enfermedad.

Poco convencional y también poco comercial, el director canadiense David Cronenberg basó sus primeros filmes en la enfermedad, donde lo biológico toma un papel central.

Su película Shivers (1975) habla de un contagio colectivo en una torre de departamentos, el cual provoca una cachondez entre los infectados, unos deseos sexuales incontrolados. 

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Otra es Rabia, película de 1977, también habla de un contagio colectivo nivel epidemia donde los enfermos, como zombis, van esparciendo el virus a mordidas.

Y mexicana, El año de la peste (1979) de Felipe Cazals y guion de Gabriel García Márquez, que habla de un contagio muy cercano al AH1N1 o al covid-19, neumonías atípicas y un desenlace sombrío.

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