No fue una vez, probablemente fueron dos, tres, cuatro, cien o mil veces las que llegué a escuchar, en algún rincón del más podrido bar rocanrolero y en las maravillosa inmensidad del Foro Sol que “esa banda nada más pega porque son ‘morras’, las vienen a ver por bonitas”.
Bueno, puede ser que hasta yo, en mi estupidez, llegué a decirlo, pero con el paso del tiempo me arrepiento de no haber sido capaz de reconocer el talento de quien asaltaba las tarimas o se reproducía en mis audífonos por primera vez.
Es un maldito problema el que tenemos arraigado bien dentro del cráneo, mismo que ha pasado de generación en generación y no parece que se nos vaya a quitar muy pronto (así que propongo trepanarnos a todos para sacarnos esa parte del cerebro).
Las Odio, una banda entre las mejores exponentes del garage punk en la capital española -fundadoras del movimiento infraunderground-, han cantado a esta y otras injusticias, discriminaciones, violencias o acosos en su propia escena musical, aunque retrato de todas las del mundo.
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Ágata Ahora, Alicia Holgado, Sonsoles Rodríguez, Paula JJ han pateando las espinillas del establishment musical desde su primer disco ‘Futuras Esposas’ (2011). Es punk en esencia, pero se atreven a juguetear todo el rato con el funk, el garage, el a go-go, el surf, el rock o el pop. Por si no te basta, es también irónico desde el título y la portada.
Fue en su debut donde reclaman, sin la más mínima pizca de miedo, su posición como artistas dentro del mundo rocanrolero y exigen dejar de ser tratadas como las grupis del cuento.
Yo no soy la novia
No soy la amiga
No soy la prima
Ni la vecina
Deja de buscarme
no estoy en la lista
Mira mi pulsera
¡Yo soy la artista!
Y le tiran un tremendo puñetazo en el rostro a los curadores festivaleros alrededor del mundo: “Los chicos guitarristas desbordan los carteles, ellos son artistas, tienen lo que quieren”.
Hasta acá puedo escucharte decir, bien clarito: “Pues es que ni hay bandas de mujeres, las que hay no son tan buenas, además ni es cierto, he visto varias en el Vive Latino”.
Pamela Escamilla, periodista de Slang, hizo un minucioso estudio de la representación femenina en la industria musical, especialmente sobre la igualdad en los más populares festivales de rocanrol en México.
El resultado es lamentable. Salvo el 67% de bandas o artistas musicales conformadas por una combinación mixta en el festival Grrrl Noise (con 0% de bandas únicamente de hombres), ninguno de los otros más 30 eventos roza, siquiera, el 50%.
Entonces los culpables no son únicamente las gentes del público, también lo son los empresarios, los curadores, las marcas, las disqueras, los foros, los medios de comunicación y un largo etcétera. Ninguno más que otro, todos al cien, todos por igual.
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‘Autoficción’ (2019), el segundo disco de Las Odio, es un material mucho más crudo, cargado completamente a la protesta. “Lo quiero todo”, “Fieras”, “Meritocracia”, “Las odio” y “Derecho a la pereza” ya nos dan, desde sus títulos, unas puñaladas en el machismo, en la inseguridad, en los complejos.
Estás muy rabioso, no entiendes por qué
me hacen tanto caso, crees que es porque soy mujer
nos ves en la radio, en la tele también
quiénes son Las Odio, comentas en internet
Qué menudas guarras, no saben tocar
son cuatro payasas, sólo buscan destacar
Te veo muy frustrado, ¿por qué estás afectado?
Pero tampoco son una banda de mensajes pasivos. El activismo lo llevan en la sangre, son combativas de verdad, promotoras de la cultura, luchadoras por las causas justas, pero sobre todo, coherentes en actitud y mensaje.
No sé cuánto tiempo nos va a tomar aceptar que tantas y tantas bandas, solistas, compositoras o cantantes mujeres son igual de capaces que la clásica construcción de proyectos de vatos existente desde hace muchísimos años, pero el odio hizo que ellas tuvieran el doble de preparación, así como una idea más clara de cómo evolucionar sonidos, refrescar escenas o hacerse de una personalidad tremendamente original.
Hoy por hoy, el mejor y más creativo rocanrol lo hacen las mujeres, le pese a quien le pese.