¿A qué le tiras cuando aceptas un trabajo?

Ganarse el pan de cada día ahora requiere más sudor de la frente. La búsqueda dura días, semanas o quizás hasta años. La preparación profesional no importa cuando lo que se busca es a aquel que venda su alma al precio más bajo. La competencia es fuerte y los necesitados muchos. Trabajar en México se ha convertido en un infierno necesario, en un edén de miseria.

Los Godínez en México, como se le denomina a los oficinistas que laboran en empresas o dependencias del gobierno, parecen estar cada vez más identificados con ese mote, palabra que ahora usan con frecuencia para referirse a ellos mismos, como si fueran un simple trabajador, ni más importante ni imprescindible para su jefe.

“Godínez” es un apellido que procede de los godos, grupo germánico que invadió España. A la par de este este hecho, se creó el apellido formado por el sufijo “ez” que significa “hijo de”. De modo tal que un Godínez es un “hijo de Godín”, o, hijo de un bárbaro. Aunque también posee otro origen relacionado con un personaje del Chavo del 8. Un niño de camisa amarilla, overol y gorra verde quien muestra desinterés en las clases y hacía todo cuestionamiento hecho por el Profesor Jirafales.

Ahora bien, si el salario mínimo es de 80 pesos por día, tan solo alcanza para cubrir aproximadamente un 80 por ciento de la canasta básica, quiere decir que los mexicanos medio comen o comen lo necesario. Ahora comprendo el porqué de la fama de los tupper y la emoción que ocasiona usarlos. Si la comida hecha en casa resulta costosa, imaginen el precio de comer en un restaurante a diario.

Para un universitario el dicho “el que es perico donde quiera es verde”, no se acerca a la realidad que refleja México, con sus pocas oportunidades para este sector de la población. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el desempleo en egresados de educación media superior y superior es de 48%. La baja generación de empleos calificados solo sepulta los sueños de miles de mexicanos. Estudiar no es suficiente, nunca lo ha sido.

Por eso se acepta lo que hay. Así sea algo totalmente diferente a tus conocimientos y capacidades, a tus pasiones y deseos. Lo importante es tener los bolsillos llenos y el estómago (casi) lleno. No queda más: el mexicano pone, Dios dispone, llega el jefe y todo lo descompone.

Burlarse de sus desgracias siempre será la cruz de la parroquia de cada mexicano. Así, ser Godín representa más sacrificio que ganancia, más infelicidad que plenitud.

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Periodista con gusto por la antropología. Escribo hasta que las palabras se me agoten. Amante de la fotografía, los viajes y las letras. Busco contar historias que vayan más allá de un "érase una vez". He colaborado en sitios como Notimex, A21, Contacto en Medios y el GACM.

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