Fue como una mañanera, pero con invitados de honor al frente. El Segundo Informe de Andrés Manuel López Obrador fue más de lo mismo. Si no lo vieron, no se perdieron de nada en su participación de 45 minutos, donde pronunció 3 mil 811 palabras y mencionó siete veces la corrupción.
Está bien, podemos destacar algunos puntos de su gestión en estos casi dos años. El más brillante fue el convenio con Astra Zeneca para desarrollar la vacuna contra el Covid-19. Y otros, como la no contratación de deuda, peso con menos altibajos, el aumento al salario mínimo y el acuerdo entre educación y las televisoras son los detalles a favor.
Lo malo de López Obrador es quererse colgar de triunfos ajenos. En específico, el tema de remesas, que es puramente gracias a los paisanos que se solidarizan y mandan a sus familiares. Que en el fondo significa que más mexicanos prefieren ir a buscar oportunidades en Estados Unidos que quedarse en un país con cientos de miles de desempleados como México.
También pudo decir que se firmó el T-MEC entre Estados Unidos, México y Canadá, pero el tratado se desarrolló al final del sexenio de Enrique Peña Nieto, con un excepcional trabajo de Jesús Seade como negociador. Andrés Manuel solo llegó a firmar la base.
El peor de los méritos que se reconoce es que bajó el delito a negocios y a transporte público en los últimos meses. ¡Claro! Si estábamos guardados en casa, ¿quién iba a subirse a una combi para que lo asaltaran? ¿Y los negocios que tuvieron que cerrar? Ya ni contar los que no pudieron volver a abrir por falta de apoyos gubernamentales.
En fin, el segundo informe ciertamente tuvo otros datos que no son la realidad de México. O es el país ideal en la mente de Andrés Manuel López Obrador, o nos quiere vender una versión que (no) debemos aceptar.
Cortinas de humo
Porque para el presidente es más importante seguir aferrado a acabar con la corrupción, enjuiciar ex presidentes o rifar el avión presidencial, les comento que nada de eso es real. El avión nadie se lo gana y el juicio a los ex mandatarios técnicamente está mal planteado.
Pensar que juntar firmas y pedir una consulta para saber si se les mete a la cárcel es hacer justicia, es una idea errónea. Eso es hacer política digna de campaña electoral.
Es válido convocar gente a plasmar su firma, pero quien tiene que determinar su eficacia para una consulta es la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y será quien tenga la última palabra.
Si se da el visto bueno, entonces se le ordena al Instituto Nacional Electoral (INE) llevar a cabo la consulta.
Pero eso no determina el encarcelamiento de los ex presidentes, cuidado. Para eso, cualquier ciudadano, con pruebas y voluntad, debe ir a denunciar a la Fiscalía General de la República (FGR) para que se haga una investigación sólida sobre ciertos hechos determinados. Así ya se puede actuar sobre quienes resulten responsables.
Así que no permitamos otra vez que nos vendan cortinas de humo, las consultas ciudadanas no meten a prisión a nadie.