Nacido como un brazo armado, “Los Zetas” se independizaron para formar su propio imperio criminal a través del miedo. Diversificaron sus actividades delictivas y lograron convertirse en el objetivo prioritario de las autoridades estadunidenses, mismas que hoy los califican como un cártel en declive a causa de la neutralización de sus líderes y fracturas internas.
Eran los últimos años del siglo XX y los primeros del nuevo milenio cuando comenzó una guerra protagonizada por el Cártel del Golfo y “La Federación”.
“La Federación” fue un grupo que concentraba a varios líderes del narcotráfico como Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ismael “El Mayo” Zambada, Ignacio “Nacho” Coronel, Juan José Esparragoza, “El Azul” y los hermanos Beltrán Leyva.
El poderío criminal de esta asociación provocó que el Cártel del Golfo formara un grupo de respuesta que fuera la primera línea de su organización en dicha guerra.
Por ello, Osiel Cárdenas Guillen, líder máximo del Cártel del Golfo, ordenó la creación de “Los Zetas”, un brazo armado integrado por desertores del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafe), del Ejército Mexicano.
El primer líder de “Los Zetas” fue Arturo Guzmán Decena, “El Z-1”, asesinado en 2002 en un restaurante en Matamoros, Tamaulipas, durante un enfrentamiento con miembros de la Secretaría de la Defensa (Sedena).
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Al año siguiente, otro golpe se efectuaría contra el Cártel del Golfo y “Los Zetas” cuando fue detenido y extraditado Osiel Cárdenas Guillen.
Esto provocó una reestructuración en la organización criminal colocando a Antonio Ezequiel Cárdenas Guillen, alias “Tony Tormenta”, y hermano de Osiel, como líder del Cártel del Golfo, mientras que Heriberto Lazcano, «El Lazca», quedó al frente de “Los Zetas”.
Durante los siguientes años, la relación entre “Tony Tormenta” y “El Lazca” comenzó a deteriorarse debido principalmente al poder que “Los Zetas” alcanzaron dentro del Cártel del Golfo. Aun así, ambas organizaciones continuaron juntos contra “La Federación”.
No fue, sino hasta el 2010, cuando “Los Zetas” se separaron del Cártel del Golfo convirtiéndose en una organización criminal independiente, incluso iniciando una rivalidad entre ambos.
Con su educación militar, “Los Zetas” aplicaron prácticas de tortura y asesinato contra sus rivales antes vistas. Se caracterizaron por decapitar y desmembrar cuerpos para esparcirlos en lugares públicos, así como realizar “el pozole”, es decir, disolver cadáveres en ácido o derretirlos en contenedores de aceite.
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“Los Zetas” también fueron pioneros en expandir otros sus actividades ilegales más allá del narcotráfico: secuestro, tráfico de personas, robo de combustible y derecho de piso.
Varios son los actos que muestran tanto la expansión del crimen y la brutalidad de “Los Zetas”.
Por ejemplo, las masacre de San Fernando, Tamaulipas, en 2010 cuando ejecutaron a 72 migrantes, quienes habrían sido secuestrados por “Los Zetas” y sus familiares no pagaron el rescate.
También el atentado contra el Casino Royal en Monterrey, Nuevo León, el 26 de agosto del 2011, cuando incendiaron el lugar dejando un saldo de 52 muertos y 10 heridos. El móvil del crimen habría sido el nulo pago de una extorsión por parte de los dueños del casino a “Los Zetas”.
Entre sus actos sanguinarios no podía faltar la masacre de Allende, Coahuila, en 2011, un ataque tan brutal del que no hay claridad sobre el número de víctimas, aunque se habla de hasta 300 muertos.
Los motivos de esta masacre fue una traición de tres miembros de “Los Zetas”, Mario Alfonso “Poncho” Cuéllar, Héctor Moreno Villanueva y José Luis Garza Gaytán, quienes con entre 5 y 10 millones de dólares del cártel huyeron a Estados Unidos para formar parte del programa de testigos protegidos de la Administración para el Control de las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).
Por ello, “Los Zetas” durante un fin de semana ingresaron a Allende, Coahuila, donde vivían los traidores, cerraron los accesos y mataron gente sin discriminación: Hombres, ancianos, mujeres, niños. Esto en cooptación del gobierno local y estatal.
Los cuerpos fueron abandonados en narcofosas o “cocinados” para luego tirar los restos en ríos de la zona. Incluso, las “cocinadas” se hicieron dentro del Penal de Piedras Negras, también en Coahuila, del que después se supo era controlado totalmente por “Los Zetas”.
El mismo año de ambas masacres, en 2011, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, colocó a “Los Zetas” como el objetivo principal en el combate contra el narcotráfico, calificándolos de una «inusual y extraordinaria amenaza a la estabilidad de los sistemas políticos y económicos internacionales».
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A la vez que la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) colocaba a “Los Zetas” en 16 estados del país: San Luis Potosí, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Colima, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Campeche, Tabasco, Yucatán, Quintana Roo y Morelos.
El 2012 fue el año en el que comenzó la debacle de “Los Zetas” con el asesinato de “El Lazca” durante un enfrentamiento con elementos de la Marina en Coahuila. La muerte de Lazcano dejó muchas dudas, pues el cuerpo fue robado y el único registro que quedó del abatimiento fue una foto del capo.
Con la caída de “El Lazca”, la familia Treviño Morales se hizo del liderato del grupo criminal, siendo los primeros integrantes de peso en “Los Zetas” que no tenían un antecedente militar.
Los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño Morales ingresaron al mundo del narcotráfico de la mano de Osiel Cárdenas Guillen.
El primero en ocupar el liderato de “Los Zetas” tras el asesinato de Lazcano fue Miguel Ángel Treviño Morales, «El Z-40».
Bajo su jefatura se unió con el cártel de los Beltrán Leyva, quienes se habían separado de “La Federación” debido a una supuesta traición de «El Chapo».
Sin embargo, a Miguel Ángel no le duró mucho la corona, pues en julio del 2013 fue detenido en Anáhuac, Nuevo León, cerca de la frontera con Tamaulipas.
En su lugar quedó su hermano, Omar Treviño Morales, «El Z-42», hasta que fue aprehendido el 4 de marzo del 2015 en San Pedro Garza García, Nuevo León.
Ambos hermanos Treviño Morales son señalados como principales orquestadores de la ya mencionada masacre de Allende.
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Para 2015, la DEA identificaba plenamente la presencia de “Los Zetas” en ocho entidades del país: Coahuila, Nuevo León, Zacatecas, Guanajuato, Veracruz, Puebla, Tabasco y Campeche.
Por ello, Juan Francisco Treviño Chávez, alias «Kiko», sobrino de “El Z-40” y “Z-42”, se hizo del liderato de “Los Zetas”.
Anteriormente, y como jefe de plaza de Monterrey, fue señalado por el atentado contra el Casino Royale. También había sido detenido en 2012, pero liberado al poco tiempo por orden de un juez.
Además, Treviño Chávez es hijo de Juan Francisco Treviño Morales, alias «El Kiko Ozuna», hermano mayor de la sanguinaria dinastía Treviño Morales.
El liderato de “Kiko” no fue bien visto por los miembros fundadores con pasado militar y sus aliados, quienes pelearon por el liderato del grupo criminal provocando una fractura dentro del cártel.
Por un lado están «Los Zetas Vieja Escuela» formada por los fundadores desertores del Ejército y sus socios.
Del otro lado está el Cártel del Noreste nombrado así por el mismo «Kiko», formado por la familia Morales Treviño y sus aliados.
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«Kiko» no se hizo de mucho tiempo en el liderato del cártel pues fue detenido por segunda y definitiva ocasión en 2016, en territorio estadunidense, por elementos de la DEA, así como sentenciado el pasado 25 de julio.
Tras su detención, Juan Gerardo Treviño Chávez, alias «El Huevo», quedó como líder máximo del Cártel del Noreste, considerado por la DEA como el último líder de «Los Zetas» identificado en libertad.
En cuanto a «Los Zetas Vieja Escuela», el último de los líderes fundadores fue aprehendido: José María Guízar Valencia, alias el «Z-43», en febrero pasado en la Colonia Roma, delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México.
Así, en 2018, un documento de la Procuraduría General de la República (PGR) en posesión de FrojiMX coloca a “Los Zetas” únicamente en Tamaulipas.
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Desde las tierras tamaulipecas, el cártel trafica cocaína, heroína, metanfetamina y mariguana a Estados Unidos.
Pese a que su bastión es Tamaulipas, “Los Zetas” mantienen presencia en otros estados, sobre todo para el robo de combustibles. Tal es el caso de Veracruz y Puebla.
Incluso, Roberto de Los Santos de Jesús, «El Bukanas», considerado el mayor líder huachicolero de la región, es de extracción zeta, por quien existe una recompensa de 5 millones de pesos.
Para la DEA, “Los Zetas” son un cártel en declive, pues han perdido fuerza y terreno tanto en México como en Estados Unidos a causa de la neutralización de sus líderes y fracturas internas.
Lejos están de ser la sanguinaria y poderosa organización criminal que aterrorizó al país los primeros años del nuevo milenio.