Luna, ¿por qué me sigues?,
¿Qué he hecho yo para ser el afortunado a quien alumbras durante la fría oscuridad?,
¿Cuál fue el mérito para que siempre me acompañes cuando no está el sol e incluso cuando aún lo está?
Lo único que hago es mirarte.
Mirar hacia arriba, mientras todos miran hacia abajo.
Velar muchas de tus noches junto a ti.
Y en la ocasiones que logro cerrar los ojos, soñar al ritmo de tu marea nocturna.
Eres lo primero y lo último que, como haz de luz, atraviesa por mi ventana.
Eres quien hace de mi oscuridad una luz brillante.
Cambias tanto, pero siempre eres la misma.
Me encantas cuanto estás completa,
Me pones feliz con tu sonrisa cómplice y menguante,
Me siento incompleto entre tus cuartos menguantes y crecientes,
Y te extraño indiscutiblemente cuando no te veo, aunque sé que ahí estás.
Tu elegante azul ocasional me saca de orbita,
Tu ligero color carmesí me regresa a aquellas noches de verano inolvidables,
Pero tu constante radiar lúcido es lo que me hace mirarte cada una de mis noches, nuestras noches.
No, no quiero que te vayas, aunque depende de ti, pero si te vas a quedar por lo menos quédate cerca, pese a que te siento lindante y te veo siempre, para mi aún estás muy lejos.
