19S
Edificio de Álvaro Obregón 286, en la colonia Roma. FOTO: DIEGO SIMÓN SÁNCHEZ /CUARTOSCURO

19S: ¿Algún día aprenderemos la lección?

19 septiembre, 2022

Hace cinco años del 19S, (qué rápido pasa el tiempo, ¿no?) un segundo terremoto en el mes sacudía al país, arrebataba vidas y nos sumía en la tragedia, una vez más.

Tal vez recuerdo con tanta claridad el 2017 como el año de los huracanes, terremotos, socavones, asesinato de periodistas, de la detención de Javier Duarte, la publicación de la Estafa Maestra y los atentados internacionales, porque ese fue mi primer año de lleno en el periodismo, en una mesa de redacción, y esa cobertura en especial marcó a mi generación. Seguramente nos marcó a todos.

Pero más allá de querer compartirles mis memorias del 19 de septiembre de 2017 y lo que le siguió, quisiera que forme parte de la reflexión colectiva sobre cómo abordamos la tragedia, y cómo abordamos todo. 

Para todas, todos y todes, la cantidad de información era abrumadora. En el caso del terremoto del 19 de septiembre, la producción de contenido abundó: notas de servicio que buscaban apoyar a todas las personas atrapadas en algún edificio o desaparecidas, las misiones de búsqueda, la actualización de cifras de muertos y desaparecidos, los centros de acopio, cómo detectar grietas, explicaciones científicas, las condolencias internacionales, las campañas de ayuda, mascotas perdidas, los videos virales, las campañas para recolectar fondos, las historias de damnificados, la declaración de los rescatistas, de Protección Civil, de los gobernadores, el presidente… todo era importante, había que cubrirlo todo, todo.

Gobierno Federal gasta más en publicidad que en reconstrucción del 19-S

En el momento en que cubrirlo todo es urgente, ¿todo se trata con la misma seriedad? ¿todo se verifica? ¿todo debe publicarse en verdad? ¿no podemos respirar unos segundos? ¿la cobertura geográfica es equitativa o estamos centralizando?

Sé que del 19S a la mayoría de las personas les llega a la mente el caso de “Frida Sofía”, la niña que presuntamente estaba atrapada en los escombros del colegio Rébsamen, en Tlalpan, Ciudad de México. Con los ojos cerrados podría asegurar que casi todos los medios publicaron una nota al respecto, era el tema más viral, el más emotivo, el que tenía todos los reflectores que otros casos necesitaban con urgencia.

Y sin querer disculpar la terrible campaña mediática en la que caímos, había una gran justificación: las fuerzas armadas, Sedena y Marina, iniciaron el rumor que se volvió nota. Pero hubo tantas otras notas falsas que se replicaban a toda velocidad y esas, creo, son las más preocupantes porque cambiará el tema pero siguen aquí, todos los días.

Me explico: con la velocidad que cambiaba la información, la urgencia por informarlo todo y -aceptémoslo- el afán de ganar la exclusiva, era muy fácil caer en errores, dar cifras incorrectas, compartir videos virales que no coincidían con el momento y un gran etcétera. Y aunque suene como algo más pequeño, algo menos terrorífico que el caso de Frida Sofía, subestimar esto es lo que nos lleva hasta ahora. 

Con el sismo surgió una iniciativa interesante: Verificado, que consistía en hacer lo que su nombre decía. Con el tiempo comenzaron a acumularse las notas que verificaban y desmentían las muchas falsedades que surgían en un momento tan vulnerable. Y como dice mi amigue Raúl, los esfuerzos no son suficientes.

El poder sobre las víctimas

Antes de tacharme de amargada, me gustaría aclarar que Verificado y los sitios de fact check son necesarios e importantes, los leo constantemente. Pero desmentir una a una las notas falsas es desgastante y no acaba con el fenómeno porque después de los sismos siguieron las elecciones de 2018, más tragedias, una pandemia, crisis de derechos humanos, desapariciones y feminicidios y en cada uno de estos casos, la proliferación de discursos de odio, contenidos malintencionados y notas falsas sigue.

Lo mismo pasa con la centralización. El terremoto del 19 de septiembre fue trágico en la Ciudad de México, pero también lo fue en el Estado de México, Puebla, Hidalgo, Tlaxcala, Veracruz y Morelos; y 12 días antes también lo había sido en Chiapas, Oaxaca y Guerrero. La tragedia era general pero el foco estaba en la capital, siempre acá. Esa centralización ocurre de igual forma en todos los casos, durante la pandemia, la crisis hospitalaria era trágica en la capital pero también en el resto del país ¿para qué tenemos medios nacionales si lo único que importa es lo metropolitano?

Hoy se cumplen cinco años de una tragedia que cambió la vida de miles y lamentablemente el seguimiento aparece solo en este día o cuando alguna autoridad retoma el tema, y parte de esto -sin quitar responsabilidad a las autoridades- ocasiona que la información para conocer por completo los pendientes de la reconstrucción y apoyo a víctimas esté tan dispersa.

La labor de los medios nacionales que cubren la nota diaria es tremenda si tenemos en cuenta que no alcanzará nunca el número de redactores si siempre la información (y las metas de cubrirla toda) rebasa un límite en el que dar seguimiento, descentralizar, verificar todo el contenido y evitar cabezas, ángulos tendenciosos o click bait antes de publicar es imposible.

Tragedias como las del 7 y 19 de septiembre evidenciaron la necesidad de tener un protocolo para emergencia en la que como periodistas podamos cubrir la información, medir la urgencia de cada tema, comprometernos con dar seguimiento y capacitar en verificación a todas, todos y todes, sea una regla constante.

Solo así, como periodistas y trabajadores de medios podremos ofrecer información distinta y que no sea únicamente un reflejo, sin filtros, de lo que sucede en redes.

Amigas

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