Más de la mitad de los mexicanos que salieron a votar escogieron a Andrés Manuel López Obrador como presidente para el próximo sexenio. Dicen por ahí: “Pídelo tantas veces hasta que la vida te diga ‘ten, no estés chingando’”. Por tal razón la izquierda ha triunfado después de décadas de lucha.
Andrés y su perseverancia que iguala la del mexicano común –un ciudadano trabajador, luchador incansable para darle prosperidad a su familia–, lideró 12 años de campaña en los que aprendió qué debía hacer.
Manuel llamó a los mexicanos a la reconciliación, a poner por encima de los intereses personales, el interés superior, el interés general. Un México de todos, en palabras claras.
López, contrario al discurso constante de la amnistía, refirió que quien la hace la paga. Como cuando en la familia se arreglan los problemas en la sobremesa, sugiere no ir a dormir sin resolver algo, al menos.
Obrador es un mediador que sabe qué decir en distintos lugares. Aprendió a no atacar a los demás para que lo voltearan a ver, supo que el cariño se demuestra con acciones.
Para los mexicanos, la jornada electoral fue en paz, incluso los días posteriores. Reconcilió y unió a sectores que se polarizaron por años y aunque mantenga a sus detractores, si a él le va bien, a México también.
Todos, sin embargo, despertamos el 2 de julio con los mismos problemas, los ricos se hicieron más ricos y los pobres siguieron siendo pobres. La vida la construimos día a día cada uno de los que emitimos el voto por él u otro candidato.
El futuro de México está en manos de quienes participen con el nuevo presidente, él ya dio posturas que siempre se van a cuestionar. Pero su búsqueda por la felicidad del mexicano es inquebrantable, envidiable para sus detractores.
Mejor aún, en el marco de la pluralidad se cumplió la premisa del candidato: juntos, sociedad y líder político, hicieron historia. Hoy la transición empieza su camino y los resultados se verán a partir del 1 de diciembre.
Candidato con mucho tesón y entrega por sus sueños, un ídolo entre multitudes porque quedó a su nivel, lo que contribuye a un empoderamiento para los pobres y los necesitados.
De sus principios e ideales no ha dudado en más de una elección. Ya ganó y con esos argumentos va a poner al país en alto, aseguró en su primera intervención como presidente.
México es la familia de Andrés Manuel López Obrador, quien sin intención de comparar, quiere evocar un Padre de la patria que todo lo da por el país. Así empieza la que bautizó como “la cuarta revolución” para el pueblo nacional.
No hay nada más por decir y queda esperar a que ocupe la silla presidencial.