El Atila del sur: el natalicio de Emiliano Zapata Salazar

10 agosto, 2017

“Campanas de Villa Ayala

¿por qué tocan tan dolientes?

es que ya murió Zapata

y era Zapata un valiente”.

(Armando List)

Cada 8 de agosto se cumple un años más del nacimiento de Emiliano Zapata Saazar y, aunque es difícil imaginar a una persona de esa edad, la historia de este personaje ha trascendido por años, impregnada de mitos y leyendas, divulgadas por aquellas personas que en su momento se resistieron a darlo por muerto.

Fue el estado de Morelos quien vio nacer al hombre que sembraría los ideales del agrarismo mexicano y encarnaría la lucha milenaria que, tanto indígenas como campesinos sedientos de justicia, habían buscado por años.

Los orígenes del Caudillo del Sur

Emiliano Zapata Salazar nació un 8 de agosto de 1879 en el poblado de Anenecuilco, fue en ese lugar donde aprendió a valorar y trabajar el campo gracias a la instrucción de sus padres, Gabriel Zapata y Cleofas Salazar.

A la par de recibir la educación primaria, Emiliano conoció los gajes de la agricultura y la ganadería, encontrando en esta última su mayor pasión, especializándose en el cuidado y la crianza de caballos.

Con sólo 16 años de edad, Zapata quedó huérfano de padre y madre, situación que lo orilló a ganarse el pan trabajando en las haciendas que rodeaban su comunidad; gracias a su vasta experiencia, logró hacerse de gran prestigio como caballerango en las tierras morelenses.

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Miliano, como era llamado de cariño, se convirtió en un hombre cabal; aficionado al juego de cartas y las peleas de gallos, portaba con orgullo su característica vestimenta: pañuelo de seda, pantalón y chaqueta de charro con botones de plata y su prominente sombrero que hacía juego con su abultado bigote.

Conocido por mujeriego y sus gustos sofisticados, Emiliano podía beber una botella de coñac con las personas más influyentes de Morelos, así como sentarse con los peones a degustar su comida favorita; tacos de cecina o longaniza con salsa roja, y su predilecto atole de maíz, siempre acompañado de un buen trozo de pan.

Emiliano Zapata y la revolución mexicana

Aunque el modo de vida de Emiliano Zapata era diferente al del resto de los peones, siempre tuvo presente el sufrimiento de los campesinos de Anenecuilco, quienes desde 1607 reclamaban las tierras que les habían sido concedidas por el virrey de la Nueva España, Luis de Velasco, que posteriormente les fueron arrebatadas por la hacienda del hospital.

Debido a las leyes implementadas por el gobierno de Porfirio Díaz, la renta de parcelas resultó demasiado excesiva y los campesinos ya no podían sembrar para comer, de esta manera, el 15 de abril de 1906, los pobladores de Anenecuilco decidieron enviar una carta al gobernador Manuel Alarcón, con la finalidad de darle solución al conflicto.

No obstante, las negociaciones fueron infructuosas y las tierras siguieron bajo el dominio de las grandes haciendas, sin embargo, los representantes de Villa Ayala y Anenecuilco, vieron en Emiliano Zapata la figura que buscaban para agotar los últimos recursos y obtener sus tierras de regreso, de esta manera, el 12 de septiembre de 1909, Zapata fue elegido representante de Anenecuilco para seguir en pie de lucha.

Para 1910, ante las nulas negociaciones y en medio del movimiento antirreeleccionista, Zapata por medio de la fuerza repartió las tierras en los pueblos de Moyotepec, Villa Ayala, Chinameca y Anenecuilco, el resultado fue un saqueo violento y encarnizado que estremeció a la dictadura que se encontraba en declive; en su momento, el mismo Díaz afirmó: “estuve tranquilo hasta que se levantó el sur”.

En un principio, Zapata se mostraba ajeno a la lucha maderista, sin embargo, tras la proclamación del Plan de San Luis y su apartado agrarista que exigía la restitución de tierras despojadas, Emiliano no dudó en respaldar a Francisco I. Madero en su lucha, conformando un pequeño ejército con apenas 70 hombres.

Con la adhesión de Pablo Torres Burgos, Rafael Merino y Emiliano Zapata al Maderismo, el 10 de marzo de 1911, el estado de Morelos se convirtió en pieza clave para derrocar la dictadura de Díaz, tras el asesinato de Torres Burgos, Miliano fue designado jefe supremo del movimiento revolucionario del Sur.

Sus campañas fueron bastante exitosas, su mayor hazaña fue la toma de Cuautla que duró del 12 al 19 de mayo; el ejército del sur, conformado en su mayoría por campesinos, arrasaba de una forma despiadada con todo lo que encontraba a su paso, de tal manera que, el ahora General Emiliano Zapata Salazar, se ganó el sobrenombre de “El Atila del Sur”. -haciendo alusión a Atila, rey de los hunos “el azote de los dioses”, quien perturbó al imperio romano durante su época de mayor esplendor.

Las rupturas del Atila del Sur y el surgimiento del Zapatismo

Tras la expulsión de Díaz del país y la inminente llegada de Madero a la silla presidencial, Zapata se encontraba a la espera de una respuesta a sus peticiones, sin embargo, cuando se llevó a cabo la sucesión presidencial, el gobierno maderista dejó a un lado las demandas agrarias, causando un gran descontento en el Sur del país.

Emiliano Zapata se negó a dejar las armas y el 28 de noviembre de 1911 proclamó el Plan de Ayala, documento con el cual pedía la destitución de Madero acusándolo de traidor, además de exigir la repartición inmediata de tierras a los campesinos, el pliego se resumía a liquidar el latifundismo y se sintetizaba en dos palabras, “Tierra y Libertad”.

Tras el episodio de la decena trágica, El Atila del Sur siguió combatiendo contra el gobierno usurpador de Victoriano Huerta, a la par, continuaba con la repartición de tierras y demás labores con el fin de beneficiar a la población, abrió una empresa papelera, creó un banco agrario y fundó escuelas para que niños y adultos pudiesen estudiar.

El ejército libertado del Sur, se convirtió en un poderoso escuadrón constituido por campesinos, trabajadores y algunos militares que desertaron de las filas federales, su indumentaria era peculiar: se encontraban desde hombres con traje de charro hasta personas vestidas con calzón de manta y huaraches, por otra parte, su armamento se abastecía de palos y machetes o en el mejor de los casos, escopetas de chimenea.

Cuando el 26 de marzo de 1913, Venustiano Carranza Garza, promulgó el Plan de Guadalupe, Emiliano Zapata encontró cabida para que el Plan de Ayala fuera implementado; de esta manera, Norte, Sur, Noroeste y Noreste combatieron a muerte hasta derrocar al gobierno golpista de Victoriano Huerta.

De forma inesperada, Carranza mostró desinterés por atender las demandas del Plan de Ayala y las peticiones de Villa en el norte, Zapata nuevamente se sentía humillado, parecía que el Sur nunca depondría las armas.

La muerte de un héroe y el nacimiento de una leyenda

El 1° de octubre de 1914, se convocó a la convención de Aguas Calientes, donde los jefes revolucionarios arreglarían sus diferencias para crear en conjunto un proyecto de nación; era la última oportunidad para que Villistas y Zapatistas reivindicaran su lucha, no obstante, Carranza rompió con la convención, debido al rechazo de los jefes revolucionarios a sus aspiraciones presidenciales, y en su lugar respaldaron la candidatura de Eulalio Gutiérrez Ortíz.

Tras el apoyo mostrado en la Convención, Villa y Zapata acordaron una reunión el 4 de diciembre del mismo año, ahí formalizaron su alianza con la firma del pacto de Xochimilco, dos días después, un ejército conformado por 50 mil hombres ocupó la ciudad de México, la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur hicieron estremecer al país.

Pese a la alianza del pacto de Xochimilco, el movimiento constitucionalista triunfó con el respaldo de la mayoría de los jefes revolucionarios, de esta manera, el 1° de mayo de 1917, Venustiano Carranza se convirtió en presidente constitucional de la República Mexicana.

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Durante el gobierno de Carranza, Villistas y Zapatistas libraron feroces batallas en el país, en el norte, Villa combatía al efectivo Ejército Noroeste comandado por el general Álvaro Obregón, mientras que, en el centro y sur, Zapata combatía a las despiadadas fuerzas federales de Pablo González.

Este último fue quien convenció a Jesús María Guajardo para llevar a cabo el plan que terminaría con la vida del Atila del Sur; Guajardo contactó a Zapata para establecer una alianza militar; en un principio, Emiliano rechazó la oferta, sin embargo, debido a la escasez de armamento decidió entrevistarse con el general carrancista.

«Muy señor mío.Le manifiesto a usted que en vista de las grandes dificultades que tenemos Pablo González y yo, estoy dispuesto a colaborar a su lado, siempre que se me den las garantías suficientes para mí y mis compañeros, y a la vez, mejorando mis circunstancias de revolucionario, que en esta ocasión, como en otras, se trata de perjudicarme sin razón justificada.»

Como muestra de subordinación, Guajardo, asesinó a 50 hombres que habían desertado de las filas Zapatistas, además de ofrecerle parque y armamento, le regaló el As de oros, último caballo que montó el general Emiliano Zapata Salazar.

La cita para formalizar su encuentro fue la mañana del 10 de abril de 1919, Emiliano Zapata entró por la puerta principal, ahí, las tropas de Guajardo le esperaban para rendirle honores, ante el toque de trompetas un pequeño grupo se dio paso entre los cadetes disparando a quemarropa al general Zapata y sus acompañantes, el jefe del Ejército Libertador del Sur cayó abatido por nueve tiros.

La noticia se dio a conocer de manera inmediata, su cuerpo fue trasladado a Cuautla donde cientos de curiosos se reunieron para observar por última vez al General Zapata, la vida de aquel hombre que desde pequeño luchó por mitigar el sufrimiento sistémico de los campesinos, había terminado, empero, la leyenda del Caudillo del Sur nacía para quedarse en la memoria del pueblo mexicano por siempre.

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Egresado de Comunicación Política y Ciudadanía en la UNAM, amante del Metal y la música folclórica, me gusta conocer historias para compartirlas, enamorado del trabajo en comunidad.

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