Aquel hombre calvo, canoso, con rasgos europeos y mirada tierna no es el Padre de la Patria; Miguel Hidalgo era un hombre completamente diferente al que nos dijeron.
Durante casi 200 años nos han mentido, Miguel Hidalgo no era como nos dijeron. Muy poco –casi nada– de lo relatado en las aulas mexicanas sobre el Padre de la Patria es cierto.
No solo su historia y motivos fueron alterados, hasta su apariencia física, Hidalgo no era como lo que conocemos hoy en día.
Desde las pinturas de los grandes muralistas mexicanos, los billetes, los libros de la escuela y hasta el Metro de la Ciudad de México nos han mostrado a un Miguel Hidalgo muy lejos de la realidad.
Aquella imagen de un hombre calvo, canoso, con rasgos europeos, mirada tierna y encorvado vino por órdenes de un extranjero: Maximiliano de Habsburgo.
El austriaco se convirtió en el segundo emperador de México luego que la intervención francesa se consumara.
Con un gobierno débil y de poca legitimidad, Maximiliano pensó contrarrestar lo dicho creando símbolos patrios asociados a su corona. Empezó, entonces, con el que inició todo: Miguel Hidalgo.
El emperador mandó a hacer un retrato del Padre de la Patria, sin embargo había un problema, Hidalgo nunca había sido retratado en vida.
En aquel 1865, Don Miguel tenía más de 50 años de fallecido en una época donde la esperanza de vida no era muy alentadora.
Además, en la nueva España solo los gobernantes, líderes religiosos y militares eran retratados, un sacerdote parroquial de Dolores nunca habría sido “digno” de dicho reconocimiento.
Más cuando tras su muerte –acusado de traidor a la corona española y excomulgado por la iglesia católica– y durante la guerra, cualquiera que hablara sobre él y sus ideas podría ser asesinado por la inquisición.
Puedes leer: Pancho Villa, el Centauro del Norte
Incluso, todos los intentos por tener una imagen de Hidalgo fueron sofocados, con sangre y fuego, por las autoridades realistas, según relata el historiador Guillermo Brenes Tencio en su artículo “Los Rostros de Hidalgo”.
Joaquín Ramírez, el pintor oficial de la corona, entonces “inventó” la imagen de Miguel Hidalgo, detalla Guillermo Brenes Tencio en su artículo “Miguel Hidalgo a la luz del arte: Iconografía del Héroe Nacional – Padre de la Patria mexicana”.
La versión más conocida asegura que el modelo del óleo de Ramírez sobre Hidalgo sería un botánico alemán.
Entonces, ¿cómo era realmente Miguel Hidalgo?
15 años antes de la petición de Maximiliano, el historiador Lucas Alamán describía así a Hidalgo en su libro “Historia de Méjico desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en el año de 1808 hasta la época presente”:
“De mediana estatura, cargado de espaldas, de color moreno y ojos verdes vivos, la cabeza algo caída sobre el pecho, bastante cano y calvo, como que pasaba ya de sesenta años, pero vigoroso, aunque no activo ni pronto en sus movimientos”.
En imagen, Claudio Linati en su litografía “Trajes civiles, militares y religiosos de México” de 1828 – 17 años después del asesinato de Hidalgo– expone al cura muy diferente al que lo conocemos.
Don Miguel se ve como un general, dejando a un lado el atuendo de cura, porta sombrero y una espada enorme de un costado, se muestra moreno y con nariz de gancho, pelo canoso pronunciado.
Dado el tiempo que paso entre la publicación de la litografía y la muerte de Hidalgo, es difícil determinar qué tan acercado al verdadero Padre de la Patria sea dicha imagen.
La única imagen que en vida se habría hecho de él es una pequeña estatuilla que le hicieron luego de ganar la batalla de las cruces, según aseguró el diario el imparcial en 1900, donde la calificó como “el único retrato autentico de Hidalgo que se conoce”.
De piel morena, nariz ganchuda muestra el rostro surcado de arrugas, con sombrero de copa mediano, traje solemne y botas de montar.
Dos grandes imprecisiones se suman a la errada imagen que se ha creado de Miguel Hidalgo: el primero, el estandarte de la Virgen de Guadalupe, ese que Hidalgo siempre está cargando en la mayoría de las imágenes.
También lee: El Atila del sur, Emiliano Zapata Salazar
Sin embargo el estandarte no era así, era tan grande que Hidalgo imposiblemente la podría cargar él solo. La robó de la iglesia de uno de los primeros pueblos que tomó iniciada la rebelión. Cada que se movían de pueblo, varios hombres eran los que cargaban a la Virgen de Guadalupe.
La imagen de la virgen morena, como el pueblo levantado en armas, fue importante en la batalla. Los españoles, por su parte, si cargaban una virgen maría, blanca por supuesto, más parecida a la que le pintan a Miguel Hidalgo.
La Revista Migala relata que cuando ambos ejércitos se enfrentaban, los indígenas veían el estandarte diminuto que cargaban los españoles y decían “¡Que poca virgen!, ¡Que poca madre!”, de ahí la expresión.
La otra imprecisión es la ausencia de la enorme pistola que, según el historiador Paco Ignacio Taibo II, siempre cargaba Miguel Hidalgo.
Taibo II también recrimina a la historia oficial la imagen de anciano sumiso que hacen sobre Hidalgo y no la del general revolucionario que fue, armado con su “pistolón” y arriba de caballo.
Más allá del principal general al inicio de lo que a la postre sería la guerra de independencia, detrás del cura de la parroquia de Dolores está un hombre culto.
Miguel Hidalgo hablaba siete lenguas: español; latín, como los pensadores clásicos y la biblia; italiano, como los renacentistas; francés, como los autores de la revolución francesa; así como tarasco, náhuatl y otomí, como sus feligreses.
Mientas leía y entendía las ideas más vanguardistas de su tiempo, escuchaba los lamentos y era testigo de las injusticias de los españoles a los indígenas.
Cuando tomaba los pueblos, liberaba a todos los presos de las cárceles, en su mayoría indios y pobres, les decía: “Hijos míos, sed libres su justicia no es nuestra justicia”.
Por ello, cuando las fiestas patrias se avecinan y el amor a nuestro país florece por unos días, recordemos a Hidalgo como el cura culto, moreno, ojiverde y general con ideales que buscó libertad para su pueblo y no al anciano encorvado con rasgos europeos que nos dice la SEP.