Sin anunciar su llegada
Avanza con su andar liviano,
Como quien acaricia el camino,
Dejando aquel dulce aroma a su paso.
El olor te da un precedente
Del sabor de aquella boca de grana
Que vuelven loco al más cuerdo
Y endereza al aturdido.
Tan fuerte el efecto de sus labios
Que sin probarlos caes en cuenta
Pues su sonrisa devuelve
El equilibrio al universo.
En sus tenues brazos
Pasa el calor hogareño de una noche invernal
De donde nacen bellos escritos
Que cuida celosamente como viejo perro guardián.
Las palabras que ella impregna
En sus resguardadas hojas
Son pocas y atinadas
A lado del mar de prosa que en su pasar inspira.
Más canciones tiene ella
Que la luna de octubre
Más muertos –de amor– ha provocado
Que las guerras en los campos.
No te dejes confundir
Por sus caricias pasajeras
Que el amor anhelado
Dice tener destino escrito.
Que confusa es
Aquella despistada mujer
Que se atreve a decirse mía
A sabiendas que quien es suyo soy yo.
Pero si me preguntas quien es,
La envidia me corrompe
Así que sólo podría
Decirte su corto nombre: Aura.