Lafricaine: De la cocina de Camerún a la mesa de México

Sus grandes ojos atrapan la mirada de aquellos que se atreven a observarla. “A cada mexicano que se me cruza le sonrío”, dice con una sonrisa, totalmente blanca y tímida. Su rostro se ilumina cuando menciona que sus platillos obtuvieron el quinto lugar de gastronomía en la Feria de las Culturas Amigas 2016; Danielle Tomta es dueña del restaurante Lafricaine, sitio que está por cumplir ocho años en México y que ofrece a los comensales un pedacito de África al alcance de una mordida.

Lafricaine es único y por eso es especial. A diferencia de otros restaurantes de comida africana en la ciudad, éste ofrece a los visitantes platillos típicos y sagrados de aquel continente, aquellos que sólo son consumidos en ocasiones especiales y por personajes de alta posición económica. Por ejemplo, el nkondré, elaborado con plátano macho verde, carne y verduras, sólo se degusta en uniones matrimoniales, o el Taro, malanga preparada con aceite de palma y carne, que es servido exclusivamente para reyes.

Danielle nació en la República de Camerún hace 37 años, país en el que dejó a su familia para cumplir el sueño de estudiar y atravesar fronteras. Llegó a México hace 12 años, gracias a una beca de estudios. Ahora, además de dedicarse a la cocina del continente considerado cuna de la humanidad, es profesora e investigadora del Instituto Politécnico Nacional (IPN), en el área de ciencias económicas.

Lafricaine surgió por un golpe de suerte. Durante su estancia como estudiante de doctorado en el IPN, se realizó una feria cultural en la que participó con un platillo camerunés conocido como “pomme pillé”, elaborado con papas, frijoles y aceite de palma, mismo que se acabó en tan sólo veinte minutos.

Ésa fue la señal, un nuevo camino se vislumbró. Después del éxito obtenido con el platillo, platicó con su esposo, Jean Njiaya, sobre la idea de abrir un restaurante que desbordara África hasta de sus paredes. Fue así como Lafricaine abrió sus puertas en 2008 al norte de la Ciudad de México, en la delegación Gustavo A. Madero.

El inicio no fue fácil. Afirma que hubo días en los que no se vendió ni un sólo plato de comida. Considera que el principal obstáculo fue el temor de comer algo diferente y exótico, y más con un público como el mexicano, que está acostumbrado a consumir hamburguesas o pizzas y que la idea de degustar un caldo de plátano, no pasa por su mente.

El local es grande y recibe a todo tipo de gente, sin distinción. Sus paredes están repletas de imágenes, las cuales reflejan la cultura del tercer continente más grande del mundo. Los colores se desbordan hasta de las mesas, que tienen plasmadas deidades y animales propios de la región. Danielle no puede evitar sonreír cuando se le menciona su lugar de origen. Es motivo de orgullo y de una plática extensa, ésa que tendrá más momentos de risa que de nostalgia. “Si vas a Camerún, quiere decir que visitaste casi todas las partes de África”, asegura.

En el fondo, yace la cocina, la cual alberga en su interior a los cocineros, originarios de diversas regiones de África. Preparar alimentos no es solamente su especialidad: son bailarines profesionales que se presentan en diversas ferias culturales a lo largo y ancho de la capital. Saludan sonrientes pero se despiden a toda prisa. La cocina debe estar lista antes de que los comensales comiencen a llegar para el almuerzo.

Danielle mira fijamente cuando habla, y es con esa misma intensidad con la que su esposo la observa. Le trae café y azúcar; contesta su teléfono cuándo éste comienza a sonar de manera insistente; ambos son altos, rebasan el 1.75 cm de estatura; su piel es oscura y su cuerpo robusto; la blusa animal print de Danielle evoca al ambiente de vida salvaje que se encuentra en las llanuras de África.

Jean Njiaya y Danielle están unidos no sólo por matrimonio y negocio sino también por su hijo, de siete años, a quien educan con tres reglas básicas: en la escuela aprende español; en casa, con su madre habla únicamente inglés y, con su padre, práctica el francés.

Es certera, no titubea ni agacha la cabeza cuando afirma que el racismo es omnipresente. Vivió durante seis años en Canadá, país conocido por su tolerancia y respeto, y ni ahí se salvó de la discriminación. Ha aprendido a enfrentar los obstáculos que representa poseer un color de piel oscuro, mismo que resalta con singular peculiaridad su amplia sonrisa y sus profundos ojos.

Más de doce mil kilómetros de distancia recorren los alimentos para llegar a su destino: México. La mayoría de ellos deben ser exportados desde África para hacer realidad el sueño de Danielle: un restaurante único, en el que la gente esté feliz y no dude en regresar.

 Lafricaine es un punto de encuentro para conocer un lugar al que sólo puedes llegar si atraviesas el océano Atlántico. En este sitio la comida no conoce de color. Qué relevancia adquiere si las manos que preparan un platillo son blancas o negras. No importa el color de la piel cuando lo que cocina es el alma.

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Periodista con gusto por la antropología. Escribo hasta que las palabras se me agoten. Amante de la fotografía, los viajes y las letras. Busco contar historias que vayan más allá de un "érase una vez". He colaborado en sitios como Notimex, A21, Contacto en Medios y el GACM.

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