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¿Y las tiendas de mascotas, qué?

17 enero, 2018

Quiero aclarar de inicio que aquí no voy a decir si es correcto o no que grandes empresas vendan animales en sus tiendas, ni siquiera mencionaré el problema de tráfico de especies exóticas porque esas son otras cuestiones.

Es una realidad que siempre se ha satanizado la existencia de la tienda +Kota en el país. Se dice que tienen a los animales enfermos y en mal estado y que, si te llevas alguno a casa, fallecen en poco tiempo. La verdad es que en todo momento traté de mantenerme al margen de la situación, porque no me constaba, hasta ahora.

Desde mediados del 2017 viví una situación parecida. En la sucursal de Parque Delta, CDMX, una vez vi una ninfa muerta en su bodega. Pero lo que ocurrió el pasado domingo 14 de enero fue más allá.

Ocasionalmente acudo a la plaza comercial Mundo E, ubicada en Tlalnepantla, Estado de México. Y en mis visitas, voy a la ya mencionada tienda de mascotas a comprar alimento para mis aves. Esa vez no fue la excepción y me sorprendió ver que, siendo domingo a las 4:30 pm, no hubiera aves fuera de sus jaulas, como es costumbre.

Le dije a mi novio que seguramente estaban en sus compartimentos habituales, a los que nos acercamos solo para descubrir que había cuatro aves muertas: dos canarios silvestres y dos ejemplares de Diamante Mandarín.

Mi novio se encargó de tomar fotografías para tener evidencia de lo que pasó en la tienda, mientras yo me acercaba al encargado de la tienda. Cabe mencionar que solo estaba una persona quien, amablemente, me preguntó en qué podía ayudarme. Sin titubear, le comenté que cuatro de sus aves estaban muertas y que le pedía sacarlos del compartimento, porque las aves sobrevivientes, en su instinto, trataban de reanimar los cuerpos ya sin vida. La reacción del empleado fue sorpresiva, le cambió el semblante, se puso agresivo y hasta bufaba.

Sin embargo, el muchacho alto y fornido se acercó a retirar a los animales de donde estaban, los tomó de forma brusca y mi pareja y yo le pedimos que no los tratara como si fueran basura, que los tratara con dignidad. Nos ignoró. Le preguntamos sobre lo que haría con ellos –temí que los tirara a un bote de basura– y nos volvió a ignorar. Se limitó a ir a la bodega, azotar la puerta y, como lo pensé, tirarlos a un bote de basura.

La intención que tuve al informarle la situación fue que las aves vivas no tuvieran problemas por seguir viendo a sus compañeritos muertos. Jamás lo acusé de ser el responsable, ni cosas por el estilo. Al contrario, le aclaré que entendía que una persona no pudiera cuidar a tantas especies sola, pero que me parecía irresponsable que no se hubiera dado cuenta de la cantidad de aves que perdieron la vida ese día. No era una, ni dos… eran cuatro.

Su silencio fue sepulcral, así que mi novio le preguntó cuál era su nombre. Ahí comenzó lo peor. Nos amenazó con “partir la madre”, pero, a la vez, recriminaba telefónicamente a uno de sus compañeros por no haber alimentado a las aves.

Sé que no soy ornitóloga, pero un ave no muere por una ración de comida que sea omitida de su dieta. Incluso, cuando un dueño le cambia la alimentación a su ave, esta tiende a comer menos, casi nada, mientras se acostumbran a un nuevo alimento, pero no mueren por no darles de comer un día. Lo que me llevó a pensar que es una situación constante la que viven los animales en esa sucursal de +Kota. Sin embargo, esa llamada no impidió que el encargado (cuyo nombre jamás nos fue revelado), nos siguiera amedrentando, pese a decirle que no lo estábamos culpando, sino que simplemente queríamos saber qué era lo que había pasado con las cuatro aves.

La actitud tan agresiva del empleado nos hizo cuestionarle si trataba de igual forma a los animales. Y yo no dejaba de pensar… si así se puso con dos adultos de 23 y 25 años, ¿cuál habría sido su reacción si un niño le preguntara por qué tenía cuatro aves muertas en los anaqueles? ¿Lo habría amenazado con pegarle? ¿Le habría gritado e insultado como lo hizo con nosotros?

No conforme con eso, salió de la tienda buscando elementos de seguridad de la plaza, quienes acudieron al lugar. Quizá le dijo que mi novio y yo fuimos a molestarlo, pero en la tienda había familias que constataban que él fue quien nos quiso agredir y todos se pusieron de nuestro lado.

Aquí hay elementos a destacar: primero, +Kota debería capacitar a sus empleados de forma eficiente para reaccionar ante este tipo de situaciones y no perder la cabeza cuando un cliente le informa que sus animales están muriendo.

Luego, si ellos tienen elementos legales para vender especies, ¿quién regula que estas se encuentren en condiciones óptimas de salud? Supongamos que me interesa comprar un ave (de nuevo, no juzgo si es correcto o no), voy a +Kota, me dicen que está sana y a los dos días fallece en mi casa sin motivo aparente. ¿Qué ocurre en estos casos? ¿Quién me da una respuesta?

Los factores de muerte de estas aves pudieron ser varios: mala alimentación, mal clima, total abandono. No lo sabremos. Y ya no sé qué me preocupa más, si la actitud del encargado, las amenazas de golpes o pensar que el destino de otros animales es el mismo en esas tiendas. Quizá lo que le dolió al empleado es que perdió, mínimo, $3,500.00 por la venta de estas cuatro aves, aunque no dudo que fuera mucho más lo perdido, económicamente hablando.

A lo que voy es que no necesitamos ser animalistas para abrir los ojos y entender que no somos dueños de nada. Si vamos a tener una mascota, la responsabilidad está ahí. Una vida depende de nosotros, por más romántico que se lea. Es real. Aunque no podemos esperar mucho si existen tiendas de animales donde no ven más allá de eso y piensan que los animales solo son mercancía y juguetes para entretener.

Ojalá algún día ellos también tengan un trato digno.

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Redactora de a ratos, creativa de siempre. Ama las plumas de las aves y cree que con ellas se puede escribir una nueva historia cada vez. Le gustan los altos vuelos porque desde arriba la perspectiva es mejor para relatar el mundo.

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