Que crueles esas noches aquellas
Todas y cada una de ellas
Donde la única caricia
Era la de la suave brisa fría
Esa corriente tenue e incierta
Que atraviesa la ventana entreabierta
Por donde miras la opaca luna
La acompañante de mi soledad oportuna
Es inútil lamentarse,
Tras tantas noches repetidas,
Y de lo más sencillo acostumbrarse
A las interminables miserias vividas
Me tomó un par de años
Abrir la ventana y sacudirme los daños
Aún solo,
No sabía lo que iba a encontrar
Otro camino, quizá
Una distinta manera de merodear
Caminando, corriendo
Arrastrado y trotando
No me detuve hasta hallar
Algo que nunca supe buscar
En un instante me detuve
Algo estaba haciendo mal
Había andado de aquí para allá
Cuando sólo tenía que detenerme a mirar
Los dos pies en la tierra
Y mi cabeza en los aires
Entonces apareciste tú
Con aquella sonrisa de sueños delirantes
Una pequeña parte del universo
Que viaja a velocidades impensables
A la par que traspasa los años y mi verso
Aquel momento donde piensas
Que durante la oscuridad de brisas
Nunca fueron realmente solitarios
Pues ella era la luna pálida que te rodeaba con sus brazos
Desde que te vio sin que la miraras
Te siguió sin que la notaras
No hubo más noches solitarias