Viktor Orbán: el rostro húngaro de la política antinmigrante

8 febrero, 2018

Europa se ha convertido en uno de los anhelados destinos para aquella población que huye de las condiciones bélicas de sus países de origen, sin embargo, hay gobiernos que se niegan a la política de protección y asilo, argumentado un nacionalismo exclusivista como es el caso del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán.

El político húngaro ha hecho el emblema de su gobierno el rechazo a los refugiados, en este caso, enfatizando a los de origen musulmán que atraviesan Hungría con la intención de llegar a Alemania.

Viktor Orbán, Primer Ministro de Hungría. Foto: AFP

Cabe destacar que Hungría al ser de la Unión Europea (UE) debe seguir un plan de cuota proporcional para dar asilo a la población que busca refugio en esta zona.

Desde 2015, cuando se suscitó una de las grandes crisis con un aumento exponencial de refugiados de países de Medio Oriente, en específico de Siria, el organismo europeo ofreció dar asilo a 20 mil personas, cifra que creció hasta 120 mil en 2017, para ello, estableció una cuota para los distintos países conformantes basado en la situación económica, su Producto Interno Bruto, y tasa de desempleo.

A Hungría le corresponde dar protección a mil 200 personas, lo que representa 0.02% de su población total, situada en poco más de 10 millones de personas, sin embargo, su mandatario se ha negado enfáticamente a aceptar el plan establecido por la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE), pese a posibles sanciones por ello.

El argumento central de la negativa de Orbán ha sido que “no son refugiados sino invasores” y que su calidad de migración obedece a una “cuestión económica”, más allá de otro tipo de razones.

Ejército de Hungría patrulla la zona fronteriza con Serbia para evitar el paso irregular de migrantes. Foto: EFE

“La sociedad cristiana y musulmana nunca se unirán (…) El multiculturalismo es sólo una ilusión. No queremos algo así”, declaró el Primer Ministro húngaro en una entrevista para el diario alemán Bild.

A este tipo de posturas se añaden una valla de alambrado doble de 175 kilómetros de largo que se mandó colocar desde 2015 para cercar su frontera con el Estado de Serbia y evitar el paso “irregular” por parte de las poblaciones migrantes, además del patrullaje en la zona por parte del Ejército húngaro.

La población que busca asilo, en caso de intentarlo en Hungría, permanece en unos campamentos, en los que se estima se aloja 473 personas, de los cuales 213 son niños, según cifras al 11 de diciembre del Comité de Helsinki en Hungría, una organización internacional que busca garantizar los derechos de esta población al asilo, aunque ello haciéndolo en las más adversas condiciones por el cerco gubernamental.

Campamento de refugiados establecido en la frontera de Hungría y Serbia. Foto: El País

Actualmente, detalla esta organización internacional que, Hungría sólo atiende el paso de cinco personas al día para analizar su situación y resolver si se les da asilo, por lo que las personas pueden permanecer meses en dichos campamentos resguardados sólo son lonas ante un clima que puede variar hasta los 10 grados centígrados bajo cero, según detalló en una nota periodística el diario español El País.

A esto se añaden las denuncias que hace la organización internacional Human Right Watch, sobre las detenciones arbitrarias hacia los transeúntes extranjeros por parte de funcionarios del gobierno local aunado a las devoluciones inmediatas de la personas que cruzan de modo irregular; mientras que, testimonios han revelado a esta ONG que las autoridades han realizado maltratos a estos grupos de personas tales como palizas, confiscar víveres y en algunos casos obligarlos a caminar descalzos hasta la frontera con Serbia, una vez que salieron del territorio húngaro, según reveló el Comité Helsinki en una entrevista a El País. El gobierno húngaro ha rechazado tales acusaciones.

Viktor Orbán lleva 8 años al frente del gobierno de Hungría, con miras a una reelección en abril de este año, con la estructura del partido Unión Cívica Húngara (Fidesz por sus siglas en húngaro), mismo con el que compitió por el actual cargo.

En los últimos años de su gobierno ha sido criticado por lanzar spots en la radio nacional con la leyenda “es indignante que Bruselas quiera asentar migrantes ilegales en Hungría”. En tanto, en un discurso público se preguntó, con el mismo contexto de inclusión a los refugiados: “¿En las próximas décadas, Europa seguirá siendo de los europeos?”

Viktor Orbán y Donald Trump en Cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea llevada a cabo en Bruselas en enero de 2017

A ello, se le suma la opinión a favor que expresó el húngaro ante la llegada del empresario Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, en enero de 2017, quien lo hizo a través de una campaña política que apelaba a proteccionismo y rechazo a los migrantes de los países de Medio Oriente practicantes del islam, y a los originarios de México, siendo el primer mandatario europeo en apoyarlo de forma abierta desde que éste se encontraba en campaña. Orbán también calificó como “cambio de carácter” la propuesta de Trump enfocada en la construcción de un muro fronterizo entre EEUU y México.

Lo preocupante ante este tipo de discurso es que otros gobiernos de Europa han reproducido este tipo de mensaje y emprendido medidas similares a la de Hungría, tal es el caso Eslovenia, que ha levantado un muro fronterizo con Croacia, asimismo lo ha hecho Austria con Eslovenia y Macedonia con Grecia para evitar el paso irregular de población migrante. En tanto se critica que Francia ha recibido a una cantidad de población menor de la establecida en la cuota que planteó originalmente la UE.

En el caso de Alemania, el líder del partido opositor al gobierno de la Canciller Angela Merkel, Manfred Weber, del Partido Popular Europeo ha dicho públicamente que la cuestión de los refugiados “necesita una solución final” (frase que la prensa interna calificó de aludir al nazismo). Y de forma interna, en Hungría, queda la duda de qué tan fuerte permanecerá el discurso antimigrante de Orbán de cara a las elecciones presidenciales, y si el índice de aprobación que sostenía en 2016, cercano al 46% de aprobación, sigue vigente un par de años después para darle nuevamente la victoria.

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