La muerte merodeo por su vida, la combatió de frente pero le ganó la batalla con el único propósito de ver de nueva cuenta a su hija.
El plagio y una navaja en el cuello: el día que nunca olvidará
Maribel trabajaba como todos los días en su óptica y a su vez cuidaba de María José, su bebé de tan sólo 11 meses que fungía como el motor de la familia Monroy Enciso.
Era el 21 de septiembre de 2010, nunca lo olvidaría, cuando en el inmueble ubicado en Tecámac, Estado de México, todo cambió para Maribel y su esposo Iván.
Un hombre llegó al consultorio con el propósito de encargar unos lentes, de los cuales una semana antes se habría hecho valoración visual en el mismo lugar.
Cuando Maribel le permitió el acceso al sujeto, este cierra las puertas del consultorio. El hecho provoca un temblor en todo su cuerpo, en su mente sólo está María José, a quien voltea a ver como para registrar aquellos enormes y brillantes ojos.
El intruso, con navaja en mano, comenzó a golpear a la mujer. Amenazando con su vida y la de su hija, le ordenó que colocara a María José en la silla para bebés. Aterrorizada y pensando en el bienestar de su bebé, cumplió sus exigencias.
Tras dejar a Marijó en el asiento, el sujeto le cortó el cuello con la navaja a Maribel. Tras el ataque ella no sintió dolor, sólo un hilo caliente recorriendo su garganta y en su mente sigue su hija, pero su cuerpo no resiste se desvanece y comienza a desangrarse.
Ya en el suelo, intentó buscar a su hija, lo único que pudo ver fue a aquel hombre con María José en sus brazos saliendo del consultorio.
Después de unos minutos Maribel reaccionó, con sus últimos esfuerzos salió de la óptica a pedir ayuda, sin poder decir nada, intentó llamar la atención hasta que al fin algunas personas se acercaron a ayudarla, a partir de ese momento ya no supo más.
A Maribel la intervinieron quirúrgicamente con una traqueotomía, pese a que los médicos dieron pocas esperanzas de vida, en una semana reaccionó. Al volver en sí, lo primero que pidió fue información de Marijó, con la esperanza de que estuviera en casa o con algún familiar, pero escuchó las palabras que menos quería oír en ese momento: “no la encontramos”.
La captura del culpable, una coincidencia
Inmediatamente, Maribel dio su declaración por escrito en el hospital. Mientras estuvo en la clínica, nadie hizo nada por encontrar a María José, no existió la Alerta Amber, nadie acudió con la familia desesperada en aquellos minutos que valían oro.
Un mes después de los hechos es detenido un sujeto acusado de violación contra una menor de 14 años, sin embargo, autoridades se dan cuenta que es el mismo que atacó a Maribel y le robó a su hija. La captura se da por casualidad.
Hasta ese momento se da a conocer que el agresor se llama Geyser Crespo García, quien, sobre el ataque y robo a la familia Monroy Enciso, dice haber asesinado a María José y tirar el cuerpo en un canal de aguas negras, una práctica muy común en los delitos de homicidio y violación en el Estado de México.
Al darse las declaraciones del inculpado, buzos de la marina realizaron una búsqueda en el lugar descrito, donde encuentran dos cuerpos de adultos, ninguno de alguna menor, menos de un bebé.
Pese a no dar con el cuerpo, las autoridades mexiquenses dieron como verdades únicas las declaraciones de Crespo García. Mientras que a su vez pidieron a la familia Monroy Enciso no se acercarse a los medios.
Comienza la búsqueda y con ella la tortura institucional
Desde que denunciaron el robo de su hija, Maribel e Iván fueron testigos de las trabas en las investigaciones.
¡No se desespere, estamos trabajando!, era las palabras que los elementos del ministerio público del Estado de México le decían casi automáticamente a Iván.
Cada que visitaban las instalaciones de justicia mexiquense, la familia Monroy Enciso era torturada psicológicamente, «siempre las mismas preguntas a mí y a mi esposa, que cómo la agarro el agresor, con qué mano, cuántos pasos dio”.
La inacción de las autoridades mexiquenses hizo que los padres de Marijó pidieran ayuda de la Procuraduría General de la República.
«Ellos (PGR) sí trabajan, ya están en Tecámac haciendo las investigaciones, pero me comentan que no pueden entrometerse mucho porque el caso lo lleva el Edomex y hay poco intercambio de información».
Maribel e Iván no se quedaron con los brazos cruzados, por lo que crearon una página de Facebook llamada “Buscando a María José Monroy Enciso”, con el fin de difundir el caso de su hija, así como tener un contacto directo con posible información del paradero de la misma.
No obstante con el paso del tiempo, dicha página comenzó a ayudar a personas que se encontraban también buscando a hijos, familiares o amigos, siendo un semillero de difusión de menores desaparecidos.
Pasaron casi seis años de los hechos, y aún con la incógnita real del paradero de María José, para que llegara un primer triunfo, por lo menos para la tranquilidad de Maribel e Iván: el 12 de abril de 2016 la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) sentenció por 82 años de prisión a Geyser Crespo García por los delitos de violación, violación equiparada, privación de la libertad, robo a casa habitación, portación de arma prohibida y ataque peligroso.
Siete años después surge una nueva esperanza
Sin embargo, el pasado 2 de agosto apareció un rayo de luz que alumbró totalmente la vida de la familia Monroy Enciso.
Innumerables mensaje colapsaron el buzón de su página de Facebook con una noticia agria, que se convertiría en agridulce para Maribel e Iván.
Dos días antes, el 31 de julio, la Procuraduría de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes de Sonora recibió un reporte de emergencias con la denuncia de un caso de violencia física a una menor.
Por lo que autoridades sonorenses llegaron al lugar señalado donde encontraron una menor de siete años en condiciones críticas: varias heridas en todo el cuerpo, mayormente en la espalda, pies y rostro, así como un serio cuadro de anemia y hepatitis.
German Isaac «N» y Karina Melissa «N», identificados como lo padres adoptivos de la menor, fueron detenidos, mientras que la niña fue llevada a la del DIF.
La condición de adoptada y la edad, más las fotos difundidas por las autoridades, hicieron que mucha gente que conocía el caso de Marijó, creyera que la niña rescatada era la hija de Maribel e Iván, por lo que dieron aviso a través de la página.
La familia Monroy Enciso, con ayuda de las autoridades, acudió a Sonora para realizarse una prueba de ADN con la menor a fin de definir si realmente se trata de su hija desaparecida.
Al respecto, Teresa Ulloa, miembro de la Comisión Nacional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe que interviene en el caso, confirmó que las muestras de ADN fueron entregadas en Hermosillo el jueves por una fiscal de la Unidad Especializada de Investigación de Tráfico de Personas Menores y Órganos y se mantendrán a la espera de los resultados.
Además, detalló que el procesamiento de la muestra de ADN puede tardar de uno a tres meses, por lo que la historia que acabaría con el viacrucis de Maribel e Iván aún tardaría.
Sin embargo, existe una discrepancia en el caso de la menor rescatada por las autoridades de Sonora: una señora identificada como Lizbeth González, tía de la niña, aseguró que su madre biológica es pariente lejana de la familia.
Aun así, la esperanza no muere para los Monroy Enciso, por ello, en lo que salen los resultados del examen de ADN, siguen con su difusión constante a través de Internet.
Los resultados
Tras las semanas de espera, la familia Monroy Enciso dio a conocer los resultados de las pruebas de ADN realizadas a la menor rescatada.
Lamentablemente los resultados fueron negativos. En una publicación en Facebook, los familiares reconocieron además que la niña no presentaba los rasgos particulares de su hija.
Edomex: la tierra que se lleva a los niños
Casos como el de María José son muchos en el país, sobre todo en el Estado de México, donde la desaparición de menores es constante.
Desde hace más de 4 años se implementó la Alerta Amber, en el Estado de México, la cual funge como una forma de difusión para la pronta localización y recuperación de niñas, niños y adolescentes reportados como desaparecidos.
Desde la activación de dicho programa, hasta el primero de junio pasado, se han emitido 798 alertas en la entidad mexiquense, de los cuales 692 menores han sido recuperados, 106 siguen en calidad de desaparecidos y 13 han sido encontrados sin vida, de acuerdo con la Fiscalía General de Justicia del Estado de México.
Esto significa que en los últimos 50 meses en el Estado de México se reportan un promedio de casi 16 menores desaparecidos al mes, es decir uno cada dos días.
Por otra parte, el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas del Sistema Nacional de Seguridad Pública, detalla que hasta el 31 de enero de este año en el país hay 4 mil 724 menores de edad desaparecidos desde finales de la década de 1980.
De este total, el Estado de México es la entidad con más menores de 18 años desaparecidos en todo el país con mil 28 casos abiertos.
Los datos reflejan aún más la crisis en materia en la entidad mexiquense, cuando los estados que se encuentran detrás, Tamaulipas (448) y Puebla (400), no reportan ni la mitad de los casos del Estado de México.
La justicia: un negro escenario que nunca llega
La presidenta de la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos A.C. (AMNRDAC), María Elena Solís, asegura que, desafortunadamente, el Estado de México ocupa el primer lugar en desaparición de niños y adolescentes.
Solís detalla que los municipios de Ecatepec, Chimalhuacán y Tecámac, este último de donde fue robada María José Monroy Encino, de donde más casos se registran.
Además, la presidenta de la AMNRDAC menciona una problemática institucional y sistemática en materia de desapariciones: en México no existe un banco de datos a nivel nacional para saber con exactitud cuántos casos de desaparecidos son realmente.
Por su parte, Óscar Sotomayor López, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), precisa que una de las fallas en la procuración de justicia para la localización de personas desaparecidas, es la falta de preparación del personal.
“No hay comunicación entre autoridades, hay falta coordinación, falta mucha preparación para policías y agentes del ministerio público para la integración de las carpetas de investigación”, explica el también Doctor en Derecho.
Para Sotomayor, si hay justicia esta llega de manera tardía. Explica que, en los últimos dos años, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas tiene un padrón de más de 30 mil ciudadanos extraviados y de esta cantidad, pocos casos han sido resueltos de manera exitosa, porque existen diversas fallas en el proceso de búsqueda.
El catedrático de UNAM manifiesta que una de las alternativas para que los procesos en la búsqueda de personas sean más ágiles, es la anulación de las 72 horas para comenzar la búsqueda oficial de un desaparecido.
En lo anterior coincide el ex presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Raúl Plascencia Villanueva y añade que los protocolos para la atención de personas desaparecidas tienen que cambiar.
“Ante cualquier persona no localizable, la respuesta de la autoridad debe de ser inmediata y bajo ninguna circunstancia esperar las 72 horas, es algo que ya quedó en el pasado”.