Absuelta y gratificada con la libertad recuperada, Elba Esther Gordillo reapareció puntual en el primer día de clases. Pasó asistencia ante líderes sindicales y se presentó ante los medios como inocente de los cargos que la encerraron en 2013.
Cual alumno desorbitado y enemigo del sistema, la ex lideresa del SNTE dijo en sus primeras intervenciones que la Reforma Educativa se derrumbó.
Además, acusó de persecución política contra ella y traición de alguna parte del magisterio, pero sin confirmar aún si volverá a la cabeza del sindicato de maestros.
Se compadeció con los docentes por su ausencia, trató de asemejar empatía, pero después se descubrió que heredó una fortuna mayor a 373 millones de pesos por parte de su madre, maestra rural en Chiapas.
La herencia incluye 143 millones 750 mil pesos en efectivo y un paquete accionario de Comercializadora TTS de México, de hecho.
Empero, ya con la libertad en sus brazos no ha quedado esclarecido qué pasó con los más de mil 978 millones de pesos que presuntamente lavó y los cargos por delincuencia organizada.
Incluso en la conferencia llevada a cabo en un lujoso hotel de Polanco tuvo el contraste de felicidad con protestas por parte de casi treinta personas con cartulinas muy vistosas.
Entre los mensajes se leía: “Fuera Elba Esther”, “En tus cirugías plásticas están nuestras cuotas, “Tu lugar es la cárcel” o “Con unos zapatos tuyos mis hijos comen un año”. Increíblemente tendrían razón.
Pero eso no detiene a la nueva “mafia del poder”; podemos decir que un error judicial tiene a Elba Esther fuera de la cárcel, pero si sumamos la idea de cancelar la Reforma Educativa, propuesta por López Obrador frente a Peña Nieto en su encuentro, la lógica pone a la ex lideresa en privilegio.
En cambio, el todavía presidente no tuvo de otra más que argumentar que son “nuevas ópticas” por el cambio de gobierno. Vaya, hasta nervioso parecía luego del encuentro que llevaron a cabo en Palacio Nacional.
En esa reunión con el resto de ambos gabinetes, entrante y saliente, derivó que se respetará la decisión de consultar a los mexicanos para saber dónde quieren el Nuevo Aeropuerto. Porque López Obrador fue claro (¿?) al decir “el pueblo no es tonto, es más tonto el que piensa que el pueblo es tonto”.
De decidirse en Santa Lucía y si hay un error en la operación del espacio aeronáutico, no será responsabilidad de Andrés Manuel, sino resultado de la consulta popular. Algo así como dicen en las iglesias los domingos: “Lavarse las manos”.
No obstante, defenderá la participación ciudadana porque significa darle vida a la moribunda democracia del país.
¿Pero por qué no consultar a la nación sobre el Tren Maya que destruirá un ecosistema? Parece que lo que él propone no tendrá errores ni corrupción, pero lo que empezó la actual “mafia del poder” es cuestionable y pésimo para México.
En ese caso, el gran pastor de la nación no tendrá contrapesos que equilibren sus decisiones, mismas que pueden sacudir la estabilidad del país.
Queda aguantar a Andrés Manuel y sus consultas públicas de lo que se le dé la gana, porque para eso llegó a la presidencia.