Marcos SáenzManga: Comic de origen japonés. Anime: animación japonesa, muy frecuentemente basada en manga. Para muchos, esta simple definición sirve para encajar a dos de las más populares expresiones de cultura provenientes de Japón. Pero el manga y anime son más que simples caricaturas y dibujitos, la complejidad de las historias y su desarrollo ha hecho que su fama alcance lugares de todo el planeta. Eso incluye a Death Note, que tiene un sinnúmero de fanáticos, por eso no es sorpresivo que una de las empresas más populares de generadores de contenido decide crear una versión del popular manga, pero…
Antes que nada, hablemos de manga. Deaht Note es creado en el 2003 por el ilustrador Tsugumi Ohba y el escritor Takeshi Obata para la revista Shōnen Jump, publicación popular dedicada a nuevos mangas en Japón. Del 2004 al 2006 se publica una compilación de doce tomos con la historia completa. Lo atractivo de Death Note son dos cosas: los personajes. La relación entre los antagonistas, Kira y L, ha llegado a compararse a la de Batman y el Guasón o Dr. Moriarty y Sherlock Homes, dos mentes astutas que luchan a nivel psicológico y físico por ver quién tiene la razón. La segunda cosa atractiva del manga es la libreta misma, porque quien no querría tomar venganza contra todos los que nos han hecho la vida de cuadritos y de paso acabar con los malos.
Cuando un manga es exitoso, por lo regular es llevado a la animación, o anime. El anime de Death Note es creado por los estudios Madhouse en 2006, en un principio tendría solo 12 capítulos de duración, pero la historia fue extendida hasta los 37 episodios. La historia es la misma, Light, un adolecente de preparatoria, genio intelectual, busca un desafío que lo saque de su aburrida vida. En ese entonces encuentra la death note y entra en contacto con Ryuk, un dios de la muerte, que le cuenta que los nombres que ponga en la libreta serán las personas que mueran. Light, usando su intelecto superior, crea un plan para eliminar a todo el mal del mundo, creado a Kira, el dios de la justicia. Es aquí cuando inicia su duelo intelectual con L, otro joven genio dedicado a investigar los crímenes mayores, que busca develar la identidad de Kira y detener los asesinatos.
El anime y el manga sufren de una falla, como lo mencione antes la trama es una guerra psicológica entre Kira y L, que poco a poco se hace demasiada compleja. Para evitar que los fanáticos se alejaran de ella, los autores aligeran el tono de la narración. Este es el pecado de Netflix, intentar hacer más ligth una obra buena que ya ha sido diluida. La versión americana, dirigida Adam Wingard, es una mala lectura de la Death Note original; la productora crea “teen movie” al estilo Destino Final. Deja de lado el combate de intelectos entre Kira y L y nos otorga una serie de personajes sosos, sin el carisma que tienen en el manga y anima mismo que cautivo a millones de adolescentes. Ni la buena fotografía y los efectos medianamente buenos salvan a esta adaptación, que carece de carácter.
La versión de Netflix de Death Note, junto con otros fallidos proyectos de adaptación como Ghost in the Shell y Dragon Ball, nos deja ver que ni los creativos y productores saben “leer” la esencia del manga y anime. Se crean producciones rimbombantes, pero carentes de una trama sólida, que termina ser odiada por fanáticos y crítica y aleja a las audiencias en general. Mi recomendación es que lean y vean las versiones originales japonesas, y si ven una versión hollywoodense en cartelera, acérquense a ella bajo su propio riesgo.
