El jueves, una noticia acaparó la atención de los medios y no por el éxito, sino por un fracaso del Estado mexicano. El Ejército y la Guardia Nacional quisieron detener en Culiacán a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín «El Chapo» Guzmán, pero tuvieron que suspender el operativo debido a que fueron rebasados por el narco… y cuándo no.
“Se tomó una decisión difícil, pero humana”, argumentó días después el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Porque la noche de ese día solo dijo “mañana hablamos” y se tomaron toda la noche para intentar explicar por qué negociaron de esa forma con el narco.
¿Se acuerdan de la amnistía a delincuentes? Es parte de ese trato, aunque lo niegue toda la administración. Y todo porque “no puede valer más la captura de un delincuente que la vida de las personas”, por lo que seguirán libres unos cuantos más.
Peor aún, López Obrador se comparó con los gobiernos anteriores que, dice, “se colgaban medallas” agarrando delincuentes “famosos”.
De tal manera que ni la flamante Guardia Nacional, que está para protegernos y preservar la seguridad, ni el Ejército tienen reacción ante el poderío del narco mexicano.
Años han pasado y caen cabecillas que dejan su poder en manos de otro. Es por excelencia el crimen organizado y jerarquizado. Una fuerza inevitable y poderosa.
Aquí no cabe la declaración del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, que jura que no pasara “otro Ayotzinapa”, por lo que ahora sí harán una investigación exhaustiva sobre la violencia que azotó a Culiacán por más de 4 horas.
Aseveró que se evitó una crisis de violencia y muerte. Lo dice por lo que sucedió en Sinaloa, porque diariamente mueren cientos de mexicanos a causa de la inseguridad. Pero eso no lo quieren ver.
“Esto no va a ser otro Ayotzinapa, se los digo con claridad, aquí se van a esclarecer las responsabilidades con toda precisión, apego a la ley y toda transparencia”, aseguró Gertz Manero.
Ese jueves la comunicación fue nula, ni López Obrador sabía qué pasaba, ni el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, pudo dar detalle alguno al respecto.
Y porque a todos se nos olvidó, Jesús Ramírez Cuevas, vocero de presidencia, tuvo menor participación; ni un comunicado al respecto pudo lanzar. Es, sin duda, una de las primeras derrotas del gobierno de la Cuarta Transformación.
Violencia innecesaria
Por cierto, Ramírez Cuevas confesó que la mañana del martes utilizaron gases lacrimógenos en la puerta Mariana del Palacio Nacional ¿Por qué? Alcaldes del PRI, PAN y PRD (dicen que otros de Morena) intentaron ingresar al recinto por la fuerza.
El argumento de Ramírez fue que, como realizan obras en Palacio, lo mejor fue dispersarlos con el gas lacrimógeno para evitar un accidente.
Justamente eso que no hicieron contra los anarquistas infiltrados en las marchas pasadas, o cuando agredieron a policías en el mismo recinto, sí lo hicieron contra alcaldes de la oposición. ¿La 4T contra quiénes estará?