Ni perdón ni olvido, Ayotzinapa: A tres años de la verdad histórica

29 septiembre, 2017

“Para no olvidar, la memoria necesita ser reactivada;

en este sentido, las fechas de conmemoración

nos recuerdan la historia,

momentos familiares, desastres o tragedias.

Si olvidamos, perdemos la identidad”

Gilbeto Giménez

México, 26 de septiembre de 2014, poco antes de la media noche, por medio de las redes sociales se denunciaba un ataque armado perpetuado por elementos de la policía municipal de Iguala, Guerrero, hacia los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Isidro Burgos. Inmersos en la incertidumbre, al día siguiente se dieron a conocer detalles de uno de los episodios más escalofriantes de nuestro país.

Durante la madrugada del 27 de septiembre, 43 estudiantes normalistas desaparecieron y cinco fueron asesinados presuntamente por la policía local, quienes también atacaron a un autobús que transportaba a los jugadores del equipo de futbol Avispones de Chilpancingo, ultimando a dos tripulantes y a una mujer que transitaba a bordo de un taxi por el lugar de los hechos. La foto del cuerpo desollado de Julio César Mondragón -quien evidenciaba rastros de tortura- retrataría ante el mundo este ominoso acontecimiento.

La desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural, Isidro Burgos, frenaría el proyecto de nación encabezado por el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien, después de la firma del histórico Pacto por México y la aprobación total de las reformas estructurales, había alcanzado el mejor nivel de aceptación, después de su cuestionado arribo presidencial.

 ¡Nos faltan 43¡, fue la consigna que se convirtió en el estandarte de uno de los movimientos estudiantiles más grandes en la historia mexicana, sumando a la sociedad civil y la opinión internacional, quienes reclamaban el esclarecimiento total de los hechos ocurridos en aquella fatídica noche de Iguala.

Por otra parte, las irregularidades de las investigaciones realizadas por el gobierno federal, propiciaron la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por medio del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), además, aunando el escándalo de La Casa Blanca de Peña Nieto, el gobierno actual recibiría fuertes críticas y golpes de los cuales no se ha podido reponer.

Ayotzinapa, el comienzo de la caída de un gobierno. Foto: Cuartoscuro

Ayotzinapa: El recuento de los hechos

Con motivo del cuadragésimo sexto aniversario de la matanza estudiantil de 1968, un grupo de jóvenes procedentes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, ubicada en la región homónima, partieron hacia la Ciudad de México con la finalidad de participar en la marcha conmemorativa del 2 de octubre, para ello tomaron dos camiones y se dirigieron al municipio de Iguala con la intención de botear y abordar otros autobuses que les permitirían trasladarse a la ciudad, sin embargo, tras tener un choque con los policías de Iguala, estos pidieron apoyo de la policía de Cocula, quienes interceptaron a los estudiantes y arremetieron contra ellos.

El resultado del enfrentamiento fue el deceso de seis personas, mientras que 24 fueron heridas de gravedad, aunque el dato más escalofriante es la desaparición de 43 jóvenes, de los cuáles sólo se ha confirmado la muerte de dos estudiantes, -Jhosivani Guerrero de la Cruz y Alexander Mora Venancio-, del resto aún se desconoce su paradero.

Las investigaciones señalaron como culpables al alcalde de Iguala, José Luis Abarca y a su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, quienes tras disgustarse por el boteo de los normalistas en el municipio, decidieron darle órdenes a la policía de someterlos, posteriormente se dio a conocer que ambos tenían nexos con el cártel Guerreros Unidos”, quienes habían participado en la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.

Tras darse a conocer grabaciones donde se veía que los normalistas eran trasladados en patrullas municipales, las primeras indagaciones concluyeron que los policías entregaron a los estudiantes al grupo delictivo «Guerreros Unidos«, quienes habían confundido a los jóvenes con integrantes del grupo antagónico “Los Rojos”, que presuntamente querían asegurar un cargamento de droga en la localidad.

Inmediatamente, cientos de estudiantes salieron a las calles a exigir la aparición con vida de los 43 normalistas, presionando al gobierno de hacer todo lo posible por aclarar la situación, como resultado, el entonces procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, tomó el caso y en su momento se logró el encarcelamiento de 59 cómplices, donde figuraban: policías municipales de Cocula e Iguala, miembros de la agrupación «Guerreros Unidos», e incluso la detención de José Luis Abarca y su esposa, prófugos de la justicia.

Después de cuatro meses de incertidumbre y de protestas que abarrotaron las plazas más importantes del país, la tarde del 7 de noviembre de 2014, el procurador Jesús Murillo Karam, mediante una rueda de prensa, dio a conocer los avances de su investigación, en la cual se informó que, luego se ser entregados al grupo «Guerreros Unidos» los 43 normalistas de Ayotzinapa fueron asesinados e incinerados en el basurero municipal de Cocula.

Ante los cuestionamientos de periodistas y la sociedad civil, el procurador intentó dar carpetazo al caso con la famosa “verdad histórica”; lejos de calmar a la opinión pública, las manifestaciones se intensificaron y se pidió apoyo internacional para darle solución al caso, con la esperanza de encontrar a los estudiantes desaparecidos.

Iguala, la barbarie. Foto: Narciso Cuevas

Con el paso del tiempo, la verdad histórica se derrumbó tras darse a conocer nuevos resultados, de acuerdo con el procurador, los normalistas fueron calcinados en la media noche, sin embargo, informes meteorológicos reportaron una fuerte lluvia en la zona, lo cual imposibilitaría la cremación de tantos cuerpos, además, en la madrugada de aquel 27 de septiembre, la madre de Jorge Aníbal Cruz Mendoza, -uno de los 43 desaparecidos- recibió un mensaje a la 01:16 am que decía “Mamá me puede poner una recarga me urge”.

Aunque diferentes medios de comunicación y funcionarios del gobierno hicieron todo lo posible por darle legitimidad a la “verdad histórica”, -incluso con la realización de la película “La noche de Iguala”-  los resultados fueron en vano, por su parte el Grupo de Expertos Independientes de la CIDH decidió abandonar el país debido a la falta de apoyo por parte del Estado mexicano, no sin antes concluir en que Los estudiantes de Ayotzinapa no fueron incinerados en el basurero de Cocula.

CIDH, el derrumbe de la verdad histórica. Foto: Germán Canseco/Proceso

“La verdadera noche de Iguala”

Tras el enojo de la sociedad y la intención de darle carpetazo al asunto, dos años después de los hechos, la periodista Anabel Hernández publicó un libro denominado “La verdadera noche de Iguala”, en el cual se presentaba una exhaustiva investigación que cambiaba por completo la versión oficial.

Ante la constante negativa del secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, por investigar a los militares del 27 batallón de infantería, la investigación periodística asegura que el ejército estuvo monitoreando los movimientos de los estudiantes durante la noche y la madruga del 27 de septiembre, ya que, tras una llamada de un capo, el coronel José Rodríguez Pérez mandó a recuperar las cargas de heroína que se encontraban en los camiones tomados por los normalistas.

De acuerdo con la periodista, uno de los principales motivos de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, fue el atestiguamiento de la descarga de la droga en los autobuses que previamente habían sido tomados.

Sin embargo, aún existen diferentes interrogativas sobre lo ocurrido, Anabel Hernández asegura que, en las investigaciones de Jesús Murillo Karam, la mayoría de los detenidos son inocentes, incluyendo a algunos policías y al propio ex alcalde de Iguala y su esposa. Además, muchos de estos “convictos” fueron víctimas de tortura y demás violaciones a sus derechos humanos para confesar su “culpabilidad”.

Han pasado ya tres años desde la desaparición de los ahora 41 estudiantes de Ayotzinapa, tres años en los que el gobierno ha usado todos los medios para tergiversar el movimiento de los padres que no cesan la búsqueda de sus hijos, además de apostar al olvido y la indiferencia de la sociedad, la cual sigue reclamando justicia y espera ansiosamente el castigo a los culpables, ya que “Ayotzinapa somos todos” y “si olvidamos, ellos ganan”.

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