Poner a Oaxaca de vuelta en el mapa: una charla con Dos Letras, el chico del infierno

26 diciembre, 2017

Dice Mike Díaz que para ser parte del movimiento hip hop hay comprar tu equipo, grabar, ecualizar, masterizar tu grabación… pintar tu art book, organizar tus eventos, crear tus flyers, editar videos y crearte tus loops; que, aunque toques, en este movimiento no existen las puertas: que uno lo hace todo por sí mismo y en todos los temas. Es verdad. Quizá en ninguno de los submundos, como en el del hip hop, funciona mejor el mandamiento del do it your self.

Para un melómano como yo, que asiste desde afuera al eterno ciclo de creación/destrucción de exponentes musicales, que incluso ha acontecido al debut y despedida de sus meros carnales en el mundo del boom bap: hace doce o trece años con el micro en la mano y los pantalones tumbados, hoy de traje y corbata y con una pila de recibos para pagar; es fácil advertir el camino natural que seguirán las aspiraciones de muchos jóvenes. Fácil advertir en dónde falta trabajo, dónde, de plano, no crecerá ninguna flor.

En una cultura musical como la nuestra, donde lo efímero y lo rapaz conviven cara a cara, es moneda común observar cómo el pez grandote devora al pez chiquito, aunque éste sea el portador de la palabra y la luz. Lejos, empero, de aplicar juicios de valor, lo que intento explicar es que, aunque la balanza no siempre esté en el centro, una cosa es cierta: todos tienen su historia; y la impresión que causó en mí el trabajo de los aquí descritos, bastó para emprender la presente tarea.

“Allá afuera hay muchos tiburones, hermano, por eso queremos estar aquí, hacer nosotros todo y hacerlo bien”, me dijo Vi Lohe en el estudio de Proyecto Marte, mientras escuchábamos lo último de Sean Price. Ahí en Proyecto Marte trabajan multitud de raperos, pero el núcleo está compuesto por Vi Lohe, como cabeza; Luzock, como el productor en jefe; Montebel y Dos Letras como los MC’s estrellas.

 

Sobre Proyecto Marte hablaremos a profundidad en otra entrega, baste lo escrito arriba como primera impresión de nuestro protagonista: el hombre fuerte de Puerto Escondido, Oaxaca. Su nombre es Carlos Vázquez y tiene 23 años, y a causa de su gusto adolescente por rayar pinches paredes, la pandilla le ganó el mote de Dos Letras. Este diciembre el hombre estrenó su primer disco: siete cortes infernales que dibujan su vida en la costa, y para diseccionarlos, me senté a charlar con él en el estudio de Marte. Así fue nuestra conversación:

LM: Háblame de la anatomía de Hellboy, ¿de dónde viene su punch? ¿Qué te inspiró para darle vida a este trabajo?

Dos Letras: Pensé que estaría bueno calar algo en el trap. Esa madre ya se estaba poniendo de moda, y me gustó. Y como ya tenía algunos temas grabados, que eran más estilo West Coast, pues me aventé a hacer algo como eso. Los primeros temas que grabé ¡sonaron bien chidos! Entonces pensé, sí, tengo que hacer el disco completo. Estuve un rato intentando trabajar este proyecto. Lo tuve un rato en Apothheosis Mvsic, de hecho, lo grabé completo ahí, y ahí se cortó y se masterizó, pero al final sale como un material independiente que está trabajado con varios productores, entre ellos Luzock aquí en Proyecto Marte.

LM: ¿Cómo fue su proceso creativo?

DL: Pues lo escribí en una temporada en que me encontraba muy mal conmigo mismo… me sentía una mala persona, de ahí que el disco se llame así, Hellboy: chico del infierno. Me encontraba en medio de una encrucijada: habían matado recientemente a mi hermano, mi hommie del alma, y quería seguir haciendo música, pero algo que sonara mejor, algo que me llenara a mí, entonces me desahogué en la página.

Con la muerte de mi amigo en mente escribí el tema de “Hunter”. Fue algo muy doloroso porque yo me había venido de regreso a D.F de Puerto, parta trabajar en mi proyecto, y él se vendría conmigo… sólo estaba esperando tener dinero para darle a su mamá. Pero en una pelea lo golpearon hasta que murió, y pues así fue.

“Superstar” era un tema que ya tenía escrito, y que quería que fuera el principal del disco porque apenas estaba entrando el trap a México. Si Hellboy hubiera salido en tiempo habría sido de las primeras piezas de trap en este país. Quizá de todos modos no se me hubiera reconocido, y ahora pues es lo de menos, pero en su momento era un gran motor para mí.

Las rolas románticas, como “Dile” y “Soy de la calle”, pues son más espontáneas, reflejan más bien mi vida en la costa. Son rolas que a mí me gustan mucho porque me exigen un estilo diferente de cantar, de jugar con los matices de voz. “Dile” de hecho es un tema que ha conectado muy bien con la gente, y es la que me ha traído más público hasta ahora. La he cantado ya en varios lugares y siempre tiene muy buena respuesta. Antes incluso de sacar el disco o de grabar la canción, subí un a capela y se compartió muchísimas veces.

LM: ¿y “Modo violento”?

DL: Ésa es una rola más como para el antro. Antes yo estaba muy metido en eso de los clubes, y ahí formé mucho mi oído. Esa canción la escribí pensando en ese ambiente: quería una pieza que pudiera conectar con un público así, o que pudiera sonar bien en una playlist de un lugar como esos. Quizá no en el momento estelar de la noche, pero sí en un warm up.

LM: Ahora que ya está el material afuera, ¿cómo lo ves? ¿Ha cambiado a tus ojos? ¿Lograste tu cometido?

DL: Sí, a título personal me siento muy satisfecho con el trabajo. Creo que es un buen comienzo. Una de las cosas que más me han gustado fue trabajar con varios productores. Algo que vi es que, si dejas que el track pase por varias manos, cada productor le da su toque especial y el producto final llega más alto. Aquí en Marte trabajamos un bonus track, que se llama “Prip”, lo produjo Luzock y quedó bien verga.

LM: ¿Con qué otros productores lo trabajaste?

DL: Fueron varios, por ejemplo, el nicaragüense Eli Avellan, en “Dile”; está Tower en “Homeboy” y “Brrr”. Pero el principal fue K Road de Apothheosis Mvsic, él fue el responsable de darle el sonido final, en cuanto a cortes, máster y todo. Y Luzock, como te digo, que participa en el bonus track. En cuanto a feats, sólo tengo uno. Es con Ari Carrillo y Khetzzy Boy de Raprimal Boyz. Fue una participación que trabajamos durante casi tres meses, por lo mismo de que no estoy mucho tiempo en D.F, entonces no siempre hay tiempo para grabar. Pero lo armamos y el resultado final me dejó muy satisfecho. La voz de los arreglos es de Ignis Mortem.

LM: Regresemos al principio: ¿dónde naciste y cómo empezaste en la música?

DL: Yo nací aquí en la Ciudad de México, pero muy pequeño me fui a Puerto Escondido, Oaxaca. Yo crecí allá, entonces toda el alma mía es de Puerto. Allá empecé a escribir mis primeas rimas, y allá formé con amigos mi primer grupo, que se llamó Armada 954, y empezamos a rapear y a meternos entre los grupos locales. Ya cuando acabé la secundaria me regresé al D.F. Ellos siguieron haciendo música y yo estuve parado un rato. Eso me presionó a buscar aquí un lugar dónde seguir haciendo lo mío. Así fue como caí con Brade, en su estudio From Hell. Él era de la escuela de Zaque, Eric el Niño y Tino cuando estaba en el Sonido Líquido. Como un año después llegué a Apothheosis.

LM: ¿Cuántos años tenías en ese entonces?

DL: Tendría como 15 o 16 años. Iba en la prepa, güey… Ya como a los 18 me regresé a Puerto y allá empecé a trabajar como locutor (horas después, mientras bebemos cerveza, Dos Letras me da una demostración de sus habilidades de locución. Me cuenta que tenía tres programas, el primero de los cuales era de corte infantil y hacía la voz de Micky Mouse. A ver, hazle, le dije: y le sale igualito. Después tenía un programa de banda, y por la noche uno para las señoras, donde ponía música de los cincuenta y sesenta).

Entonces me hice muy amigo de Ariana Puello, porque ella vive allá. Entonces nos hicimos muy amigos, y ella me empezó a jalar a algunos shows. Aunque no tenía mis letras y cantaba sólo un par de rolas con ella, eso me metió poco a poco. Fue cuando me quise venir otra vez para acá, a los veinte años, ya para meterle candela bien machín. Logré armar en Apothheosis un disco que por una u otra razón nunca salió, o salió a medias. El Omerta, que se convirtió en un EP de cuatro temas. Salieron sólo esos cuatro después de un año de trabajo.

LM: ¿Recuerdas tu primera experiencia en la grabación?

DL: Fue en Puerto. En la secundaria mis amigos escuchaban música de cholos, que era lo que a mí me gustaba. Un día alguien sacó una pista que venía en algún disco, y empezaron a jugar a que eran raperos, y pues yo también jugaba, echaba las rimas. Un día me dije, ¿por qué no escribo una de las cosas que dije? Así empecé a escribir. Me di cuenta de que estaba bien, de que era bueno. Un día alguien me dijo, mira Carlos, ahí en la esquina hay un cuate que canta rap en un cyber. Y pues fui a preguntarle cómo era que grababa sus rolas, cómo tenía pistas o qué. Así llegué con Dragón. Ese cuate bajaba sus pistas de internet; me dijo que había también programas para hacerlas. Me clavé tanto que empecé queriendo hacerlo todo yo desde el cyber, grabando con un micrófono de diadema (se ríe). Yo me volaba las clases por andar queriendo rapear. Este cuate me decía: haz lo que quieras, yo no te voy a cobrar, pero si te veo que estás en el chat te voy a quitar la máquina. Cuando tuve mi primera canción la grabé ahí con él, cuidando que los camiones no nos hicieran mucho ruido. Así empecé a rapear.

LM: Háblame de los discos que más te influyeron… o un top cinco de tus discos fundacionales

DL: Para nada es lo que pudieran pensar. Yo no crecí con la idea del pinche Wu Tang, ni nada de eso. Yo crecí con las rolas que venían en los compilados, en los discos piratas de los puestecitos. Venían Cartel de Santa, Akwid, Mr. Sancho… música así, música cholera.

De hecho, fue la música cholera donde escuché cosas cantadas sobre un instrumental en lugar de raps, como en la canción de Mr. Sancho de “en la fiesta, fumando yezca”, y para nada se oye aputarrado como algunas mamadas que cantan ahora.

Pero mi top fue Cartel de Santa, con su volumen II; Akwid y su Radio Compa, Mr. Sancho y su disco de éxitos, y desde luego el Mucho Barato, de Control Machete. Y lo que sí fue una bombota para mí fue Molotov. Escuchando Molotov fue cuando me di cuenta de que el rap era lo que yo quería escuchar el resto de mi vida.

 

LM: Para cerrar: el otro día en tus redes leí que tenías el propósito de poner a Puerto Escondido de vuelta en el mapa…. Háblame de eso…

DL: No, no sólo Puerto Escondido, sino a todo el estado de Oaxaca. A mí me interesa mucho que se conozca la música de mi estado, porque, aunque hemos tenido grandes exponentes como Alto Estatus, Nobody MC, Oaxaca Subterráneo, Mare Advertencia Lirika, pues no hay mucha gente que los conozca, ya sea por el centralismo de México, o porque no hay quién esté hablando de ellos. En su momento Alto Estatus fue algo muy chido para nuestro estado. Pero se deshicieron porque no vieron genere de esto, yo supongo. Estás hablando de que hace siete años no veías a un Eptos Uno patrocinado por Universal.

Y actualmente sí tenemos mucho hip hop, hay freestylers, grafitti, pero no hay un evento grande, no hay mucho público. A mí me interesa aportar en ese sentido; a que se conozca lo que trabajamos en Oaxaca. Por ejemplo, las marcas que a mí me patrocinan que son Wax Clothing y Veneno Long Boards, nos pueden ayudar después a llevar hip hop allá. Si les va bien, si la banda ve sus productos y le gustan y los compra, cuando se haga un evento de aniversario de la marca, podemos llevar a fulano o fulana de tal, ¿ves? A mí me gustaría ayudar a eso, a expandir la escena oaxaqueña del rap.

El cariño que el chico del infierno tiene por su barrio oaxaqueño se deja ver en la placa que trae tatuada en el rostro: una X, y una P y una E, de Puerto Escondido. Y debajo del mentón, la placa de su pandilla: Young Killaz, nombre que adoptaron Montebel, Big Ram y el resto, cuando se presentan juntos.

A los miembros de Proyecto Marte los conoció después de una amarga experiencia en otro sello, a donde también llegaron a trabajar Luzock, Vi Lohe y Motebel. El infructuoso trabajo ahí les dejó la lección de que, si querían hacer algo valioso con su música, tendría que ser en solitario, con sus propios medios. Do it yourself. Vi Lohe pondría los medios, y todos los demás el trabajo. En medio de tales sacrificios fundaron Proyecto Marte, que se encuentra en el piso más alto de una casa roja, de cinco. Su logotipo describe esencialmente lo que pretenden: llegar a la cima estelar.

Dos Letras ríe casi todo el tiempo, o está haciendo reír a los demás. Cuando terminamos la entrevista me da la mano y sale del estudio subiéndose las bermudas negras y me dice que va a ir por una caja de cervezas. Lo veo salir despreocupado, mientras observo a Dracksman trabajar en la computadora. No habla con nadie, no mira a nadie. ¿Hacemos la entrevista, pues? Me pregunta Vi Lohe… Arre, pues, y entramos.

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