Noche funky en el foro Emergente. A las siete de la noche la Banda Bastön tiene programado reventar ahí la noche izcallita. Son las seis y media de la tarde y estoy en mi casa, en mi cuarto, forjando los porros que mis amigos y yo nos fumaremos mañana sábado, en Peña de Lobos. Escucho mientras tanto el Luces Fantasma (2017), última producción de la Banda Bastön, y pienso que es un material salvaje.
Reto importante el que tenían los Bastones frente a su nueva producción; el Todo Bien fue esperado por todo su público durante años, y después de los primeros sencillos: “1,2,3”, y el banger “Me Gustas”, las expectativas no hicieron sino explotar. Todo bien es un clásico, un disco de culto; y es en buena medida el responsable de seguir atrayendo a nuevos escuchas. Un álbum que tiene dentro de sí años de arduo trabajo, gemas del rap, kilos y kilos de vinil…
De hecho yo conocí a la Banda Bastón hace un par de años, en un bar, cuando pusieron el vídeo de “Me Gustas”. Desde entonces había seguídole la pista a los de La Baja Sur; y terminaron de encantarme después de su participación en el documental de Kyzza Terrasas Somos Lengua (2016).
Pero Luces Fantasma se encuentra en un nivel distinto. La banda misma lo ha definido como una amalgama de transparencias que en conjunto forman algo sólido y con color: tienen algo de razón: los tracks sueltos son etéreos, y funcionan como entidades aisladas; pero juntos, en el orden específico del tracklist, adquieren otra significación: digamos que “No me porto bien” funciona perfecto en el dance floor, pero seguido del skit “Memorias”, y de “Sólo como amigos”, adquieren una forma de viaje, de transición: de narrativa.
Luces Fantasma parece ser un disco de madurez; en palabras de Feli Dávalos: un examen de grado, un testimonio de la mayoría de edad de la banda. Y es que la Bastön está llegando a sus dos décadas de vida; y con ellas, a la conquista de los grandes escenarios. El día de mañana, en la quinta edición del festival Ceremonia, los Bastones se adueñarán del escenario. Toda la Homegrown Mafia tendrá presencia en el festival, representada por, además de los Bastones, Simpson a Huevo y Bruno G. Podrán opinar lo que sea: pero no hay otra agrupación de hip hop en México que haya alcanzado dichas alturas. Hace un par de años abarrotaron con toda la Mafia el Lunario del Auditorio Nacional, para celebrar sus 16 años. Algo que nunca antes había sucedido. Los Blues Brothers del hip hop, los llama Eduardo H G.
El porro que tengo entre los dedos está casi listo, y de mis bocinas sale “Hasta la muerte y después”, con ese intro terrorífico. Instrumentalmente, Luces Fantasma es una delicia. Todos los bajos estuvieron a cargo de Rah Díaz, el actual bajista de Suicidal Tendencies; y la ingeniería se la rifó Joe The Butcher: peso pesado del hip hop. El hombre ha trabajado con Stetsasonic, Schoolly D, Jazzy Jeff, y Cypress Hill. El track en particular que estoy escuchando está rifado con Konnan el Bárbaro y Smoky. Tiene mucho de cinemático: la historia que se desarrolla ahí es harto conocida por cualquier mexicano, pero en los raps del Muelas y la prod del Zupremo, se vuelve nueva y fresca.
Son las siete y media y la noche en el Emergente no tarda en empezar. No me he bañado. El track que sigue tiene por nombre “Barriobajeros”, y así como lo voy escuchando, creo que se convierte en mi favorito: el trap flava que le imprime Yoga Fire es suficiente. De hecho estoy pensando que Luces Fantasma es, o debería ser, otro clásico. No tiene las complejidades líricas ni acústicas del Todo Bien, pero es tan estético como las pinturas de Miles Davis. De hecho, no dejo de pensar en Miles Davis mientras escucho el material. Toda la gama de colores que desplegara el trompetista en sus trabajos plásticos, está impresa en el trabajo de los Bastones. Cada canción se resinifica con la siguiente, y no hay un solo error.
La banda ha declarado que el proceso de producción de Luces fue distinto que el de materiales pasados. En éste se dedicaron a grabar y a producir rola por rola, y así se mandaba a los ingenieros. Se nota el grado de detalle, cada pista es un diamante pulido. Satatik Selekta, MLKMN, Álvaro Díaz, Alemán, MKN Makena y Denisse Gutiérrez se encuentran entre los feats. ¡Coño, a este disco deberían de darle un grammy!
La idea es entrevistar a los músicos antes de que salgan a tocar. He preparado una lista de preguntas más o menos relevantes: ¿Cuál fue su mayor reto en la composición de Luces? ¿Qué fue lo que más les gustó, qué lo que menos? ¿Cómo ha sido el proceso de maduración de la banda? ¿Cuál es su relación con la tecnología? ¿Gustan de la música en streaming, en mp3? ¿Dónde se aventó el Zup sus primeros beats? ¿En dónde Muelas tiró sus primeros versos? ¿Cuáles son las perspectivas de la banda para el futuro? En 2015 estuvieron en Nueva York, ¿cómo fue su experiencia allá? ¿Qué hay con la internacionalización de la banda?
Repaso las preguntas en mi cabeza mientras estoy en la regadera, y recuerdo los pasos que siguieron los de la Baja. Desde mediados de los noventas cachaban todo el hip hop que podían, que les venía de la frontera. Ahí toparon el Mucho Barato, de Control Machete (que por cierto está cumpliendo 20 años). Aunque entonces no tenían noción de que atrás de la música había una cultura, un movimiento, el spit y el boom bap los movieron a finales del 99 a la Ciudad de México, donde captaron todas las tocadas funkies del Rocotitlán y el Chopo. Alrededor de estos años armaron “El país de las maravillas”. Ya desde entonces se hacen de un respect, y conocen al DJ Aztec, a los Asesinos Líricos, y a lo que sería la Vieja Guardia: su crew.
En 2003, cuando ya había entrado la furia del rap español a México, y había un hervidero de bandas, oficialmente le entran a la Vieja Guardia y a todos los cotorreos con el Mc Luka y los Caballeros del Plan G. Alrededor de estos años conocen a Eptos Uno y al Tkila, puliendo sus armaduras en el freestyle.
Para cuando aparece el Volumen II de la Vieja Guardia, Bastön interviene con dos tracks: “Máquinas Cobardes” y “Nadie te ve”. En 2005 entran a Mantequilla Récords, en donde empezarían a trabajar el Todo Bien; y aparecen en el Vieja Guardia All Stars con sus canciones más icónicas: “Veneno para las estrellas”, “Temporada de huracanes”, “Cuidado con el perro” y “Olvídalo Bonita”.
Alrededor de 2007 y 2010 se graba y se regraba el Todo Bien, para tener grandes atrasos y “tragedias”. En el 2012 acaba Mantequilla Records, y la Bastön, ya con el disco hecho, busca su mezcla, ingeniería y distribución. El disco se publica un año después. A partir de entonces iniciaría el éxito a gran escala de los Bastones, y su conquista de los grandes públicos: apariciones en televisión, tocadas en el Festival 212 RMX 2013, Festival NRMAL 2014, Festival Vive Latino 2014, Carnaval De Bahidorá 2016 y el Hip Hop Sound Fest 2016 en la Ciudad de México.
Dos años antes, en el Lunario, sería su mítico concierto XVI, ya con la publicación de su vinilo celebratorio (¿hay mucho rap mexicano en vinilo? No se te olvide preguntar) y ahora, en pleno 2017, la publicación de su segundo álbum y su participación en el Ceremonia. ¡Larga carrera la de los Bastones!
Cuando entro al Emergente ya está todo abarrotado de pandilla, son casi las nueve de la noche y el DeeJay Harry Pee ya está calentando la pista. Mientras espero a Tamara, mi chica, me pido un mezcal blanco y un curado de tinto. Entonces un grito de emoción me saca de mis cavilaciones y observo que vienen llegando el DJ Zupreeme, Gogo Ras y Ramses Meneses. La emoción me embarga.
Hasta donde tengo entendido, la Bastön ha estado tres veces en Izcalli. Una en 2011, otra en 2014 (a unas cuántas cuadras de aquí, en Timilpan), y la última en 2015, en el extinto Buchaca Fest. Pero no creo que hayan sido las únicas: Gogo Ras, long time friend de los Bastones, de hecho vio sus primeros raps aquí en Izcalli, a donde vino a mudarse en 1985.
Su grupo VLP, con quienes editó el súper clásico y referente nacional “No me confundas”, lo armó con raperos de Tlalne. Esa mezcla urbana de cumbias, huarachas y salsas con el beat del rap, que patentaron Gogo y los VLP, bien puede decirse que nació aquí, en tierra izcallita. De hecho, cuando Ras viene entrando, la banda lo reconoce y lo saluda con cariño. Se toman fotos con él, y con Ramsés y con el Zup. Todos menos yo, que estoy buscando a Manu, para que me apoye a concretar la entrevista. Él, mientras sirve tragos y se ocupa de todo, me informa amablemente que sí, que vamos a hacerlo.
Tragos van, tragos vienen: curados, pulque natural, fresamojitos con mezcal; mezcal natural, reposado o joven; cerveza clara u obscura se sirven en el Emergente con fruición, mientras esperamos la gran tocada. Entonces llega el Muelas de Gallo, y aprovecho para preguntarle por la entrevista.
–Hola, viejo, vengo de Noisey y me latería hacerte una entrevista, si dispones de 15 minutos sin pedos t…
—Mañana me van a hacer una en el Ceremonia–me interrumpe, y antes de que pueda replicar, dice–: toma la foto.
Le digo que está bien, que no necesito la jodida foto. Sin contestar se interna entre los cuerpos y se pierde a través de una cortina negra. Hombres obesos custodiándola. Regreso con Tamara, que llegó hace como diez minutos y me espera ya con tragos y chicharrones, me dice:
–¿Qué pasó, sí te dieron la entrevista?
—No –le respondo sin rencor– Vente, vamos a acercarnos.
La Banda Bastön sale a las once de la noche, y todos suben a la pista para verlos de cerca. El punch de las bocinas se siente en el cuerpo como una vibración potente y diabólica. Algo va a pasar aquí, me digo mientras levanto las manos en el aire al ritmo de “Temporada de huracanes”. Todos agitan la cabeza y contorsionan los cuerpos. El Emergente está lleno y está saltando. Zupreeme, con los dedos embarrados de vinil, se rifa un: “¡Arriba los marihuanos a la verga!”.
Al setlist le siguen “La flor imperial”, y “Señor Malo” pero a capela. Toda la banda grita cuando Muelas tira:
Llevo tres días en un hotel con dos meseras del Chili’s
Matando más a gusto que Bruce Willis
Tomando Hennessy, quemando phillies
What more can I say? Dope dealing
Me volví guapo mientras daba un concierto
Dando conciertos fue que me volví un experto
Vivimos para odiarnos, pelearnos el respeto
Después todos los hombres somos iguales muertos
Mientras tanto, rumores vagos en la calle del mago del valle de santo
Dicen morras y vatos: Muelas está ganando desde hace rato como Oliver Atom
Ni pedo, tu escuela nos da risa, Jorge Ortiz de Pinedo, tengo muy claro mi credo
Bebo y me elevo, celebro, les tiro el cebo al cerebro,
emcees me tiran un hate luego les tiemblan los huevos
Faggets, chupan glandes
Raperos suaves, Ned Flanders
Quieren guerra, tengo pa darles
Hasta con papas y refresco grande.
Por fortuna no hay mucha gente fumando mota. Y digo por fortuna, porque fumar mota en el Emergente hace que te saquen a la verga, y uno no quiere eso. Nada de mal vibres. Nada de empujones ni sacones de onda, pura buena vibra.
La banda pide “El país de las maravillas” y se la echan; pide “No me confundas”, y Gogo se la echa; piden “Petate Funky” y se la echan. Todo el pinche repertorio… pero de hace quince años.
Entre risas el Muelas dice: “Izcalli, ¿sí saben que tenemos nuevo disco? Están pidiendo rolas de hace quince años, no mamen”. Y alguien entre el público contesta: “Sí, cabrón, pero queremos que el hip hop siga siendo fuerte, siga siendo crudo”.
Entonces entra McKlopedia para rifar “Sólo como amigos” y el resto del repertorio del Luces. La rola que más prende es “No me porto bien”: la banda la canta como un himno, y desde luego “Me gustas”, que todos creíamos que iba a ser la última, pero no: la última fue “1,2,3”.
Así entre gritos y bailes se da el concierto; todos bailan, todos se mueven y todos se saben sus rolas. La Banda Bastön está en la casa, está en el aire, y a los hommies de Izcalli les gusta que el hip hop sigua siendo fuerte, siga siendo crudo, pero también les gusta suave: y la Banda Bastön se lo dio como ya sabe.
Termina el toquín como a las doce y se sigue el Emergente con un set cachondo de reguetón. Tamara y yo lo bailamos hasta que estamos demasiado calientes y es menester partir. Antes de salir, me acerco a Manu que me dice: “Compa, me dijeron que no… de la entrevista”. No hay pedo, le digo, ¿quién quiere ser acatarrado con preguntas”. Nos reímos y nos damos las buenas noches.
Ya en casa, Tam y yo seguimos cantando “Chula”, “Quibole”, y “Me haces mal”.
—Estuvo increíble –me dice ella.
Al otro día, en Peña de Lobos, y ya con un ácido en la boca, me entero de que el Ceremonia se ha cancelado por fuertes vientos. Órale, me digo: al Muelas ya no le hicieron su entrevista.