Morir a manos de la policía, tirado en el piso, aplastado por una rodilla, humillado, sin libertad o derechos humanos y rogando en el medio de un gran sufrimiento la oportunidad de continuar tu vida, es algo que ni siquiera puedes imaginar que atraviesas en carne propia
George Floyd fue asesinado por cuatro policías (todos cómplices) que lo confundieron con un falsificador por un reporte sin fundamentos más allá del racismo. George Floyd fue sometido y asfixiado bajo la llanta de una patrulla propiedad de quién se supone, debería velar por nuestra seguridad.
Horas más tarde la gente salió a las calles enmedio de una pandemia por coronavirus para exigir justicia. Incendiaron patrullas y edificios; destruyeron comisarías, saquearon comercios.
Donald Trump los redujo a un puñado de animales y amenazó que, de no entender razones, entonces enfrentarían la furia de sus balas, claro, poniendo siempre de frente al ejército. El FBI, por su parte, ofreció a la Guardia Nacional para controlar la situación.
Música de protesta: Las Odio
La represión racial en los Estados Unidos data desde los tiempos de la esclavitud, continúo durante su abolición y se inyectó en la idiosincrasia norteamericana al pasar de los años, blindada contra luchas, protestas, guerras, muertes o hasta presidentes.
El NWA lo cantó en su álbum debut «Straight Outta Compton» de 1988. El grupo de rap creció en Compton, uno de los tantos barrios en L.A. donde pandillas como los Crips y los Bloods controlaban el negocio del crac, pero también de la muerte. La violencia estaba a la orden del día, casi que lo llevaban nacimiento; pero esa mala fama pronto se juntó con el racismo para desatar una cacería de afroamericanos.
«Fuck the police comin’ straight from the underground
A young nigga got it bad ‘cause I’m brown
And not the other color so police think
They have the authority to kill a minority…»
Música de Protesta: Conversaciones
Muchos descalificaron esta canción, este álbum y esta banda. El Gangstar Rap del NWA no era bien visto por la comunidad que creía que le daban mala fama al gremio, pues eran una representación de todos los «clichés» que la gente blanca tenía de la gente negra (un montón de pandilleros drogadictos armados hasta los dientes con deseos de sangre), pero tampoco era su ideal mezclarse donde la realidad se tapizaba de reflexiones y deseos de superación personal.
«Se trataba de protesta sólo en el sentido en que advertía a la nación de que iba a recoger lo que había sembrado», escribió Dorian Lynskey en su libro 33 Revoluciones por minuto.
Y lo que ha sembrado Donald Trump entre las clases bajas en pleno siglo XXI no es más que odio, intolerancia, violencia, sed de venganza, de sangre, de justicia, de protesta, de destrucción, su destrucción.
Fuck that shit, ‘cause I ain’t the one
For a punk motherfucker with a badge and a gun
To be beatin’ on, and thrown in jail
We can go toe to toe in the middle of a cell
Fuckin’ with me ‘cause I’m a teenager
With a little bit of gold and a pager
Searchin’ my car, lookin’ for the product
Thinkin’ every nigga is sellin’ narcotics
Música de protesta: los que se fueron sin ver un mundo mejor