Salmerón se lleva el premio mayor

2 febrero, 2022

Fueron las mujeres y sus denuncias (que sí existen) y la postura feminista de Erika Mouynes, ministra de Relaciones Exteriores de Panamá, la que hizo “declinar” a Pedro Salmerón para la embajada en el país canalero.

El “presidente más feminista de la historia”, Andrés Manuel López Obrador, no movió ni un dedo desde que presentó al historiador como propuesta en el servicio exterior. Ese que, hasta antes de 2018, contaba con mujeres y hombres con probada experiencia y trayectoria diplomática, intelectuales de reconocido prestigio que ahora, con la Cuarta Transformación, nada más están denigrando la diplomacia.

Y miren que entender lo fundamental que es saber cómo nos observan desde el exterior es básico para los gobiernos democráticos. Como te ven, te respaldan. Y lo que deja esta mala postura es nada más que el reflejo de un país que, desde el pedestal presidencial, cierra los ojos ante la violencia de género que mata a 10 mujeres al día.

Decir que dichas acusaciones de acoso (documentadas) son “una campaña de linchamiento”, es tan grave como la misma postulación de Salmerón. Peor aún, el escritor “agradeció” la defensa que le dio López Obrador en las mañaneras. ¿Algo más? Colocó a las mexicanas en el grupo de “quienes se beneficiaron de la corrupción, los privilegios ilegales y las injusticias del antiguo régimen” que está contra la 4T.

Salmerón

Salmerón

Sin duda, Pedro Salmerón se lleva el premio mayor a la lealtad servida al Presidente, quien ya le prepara cargo público como “asesor” y le pedirá —de risa cíclica— que haga una historia sobre los fraudes electorales en el país (¿?). Sí, #UnAcosadorNoDebeSerEmbajador, y no sucederá, pero lamentablemente sí tendrá un puesto en la administración pública. El pacto patriarcal del gobierno “más feminista”.

¿Sorpresa? Si Félix Salgado Macedonio sigue libre y ahora hasta pidió licencia por enésima vez a su cargo (del cual nadie sabe sus resultados) para promover la consulta de Revocación de Mandato del Ejecutivo. Apuntamos nuevamente en la libreta que López Obrador vuelve a pisar el agua para medir la profundidad de un problema que ya sabía. Nada más quería ver cómo reaccionaría la gente.

Pero no lo resuelve con aceptar la “declinación” (lo renunciaron antes de llegar…), sino que defiende a una persona señalada por violencia de género, incluso en el #MeToo por alumnas del ITAM. Así nada más.

Que nos perdone Panamá por tan soez insulto, incluso le debemos todo lo posible, porque ese gobierno escuchó más que el mexicano sobre las acusaciones que enfrenta Salmerón. Y puso un alto y rechazó dar el beneplácito. 

¿Pero qué hicimos? El gobierno propuso a Jesusa Rodríguez, animadora de campaña de López Obrador, y quien quería “expulsar a Coca-Cola de México” como parte de su lucha contra la comida chatarra. Vaya, hasta la senadora suplente dijo que si comíamos tacos de carnitas, festejábamos la caída de Tenochtitlán. 

Ni Jesusa ni Salmerón son diplomáticos. Esto solo convierte a la diplomacia mexicana en un meme en la vida real. Tal cual.

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